Melania Trump, de un pueblo en Eslovenia a las puertas de la Casa Blanca

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Melania Trump durante un mítin de campaña en Manchester, New Haven, en Febrero

Aquellos días en los que Melanija Knavs no podía jugar fuera o se aburría de tejer sus suéteres azul marino, se pasaba notas con sus amigos gracias a los hilos que colgaban entre los balcones de los apartamentos en lo que vivían.

Con buena caligrafía, Melanija reflexionaba sobre los chicos de sus sueños.

No podía imaginarse lo que estaba por llegar. Melanija Knavs se llama ahora Melania Trump y está a una votación de convertirse en la primera mujer nacida en el extranjero que podría convertirse en primera dama de Estados Unidos desde Louise Adams, esposa del presidente John Quincy Adams, que estuvo en esa posición a principios del siglo XIX.

En entrevistas con quienes fueron compañeros suyos de clase, sus amigos, miembros de su familia y otras personas que la conocieron durante su juventud en Eslovenia, muchos creen que su transformación se debe menos a la suerte que a la determinación de la familia Knavs por abrirse oportunidades y progresar socialmente.

Su padre, una persona de fuerte personalidad que a sus amigos de la infancia les recuerda a Donald Trump, fue miembro del Partido Comunista, un club exclusivo al que muchas veces la gente se unía tanto por ambición como por ideología. Su madre, una mujer trabajadora y esforzada pasó de recoger cebollas en el campo a progresar en la fábrica textil de su pueblo. Siempre tuvo tiempo para asegurarse de que sus hijas fueran muy bien vestidas, que impresionaran. Cosía para ellas al terminar su jornada en la fábrica.

Melania Trump siempre pensó en cuáles serían los pasos a dar. Una vez que dejó Sevnica para ir al instituto en Liubliana, la capital de Eslovenia, rara vez regresó a ver a sus amigos. Una vez que dejó Liubliana para convertirse en modelo en Milán y viajar por Europa, Eslovenia desapareció de su vista. Y una vez que se mudó a Nueva York, donde Donald Trump, con 24 años más, se quedó prendado durante una fiesta de la semana de la moda en el Kit Kat Club, ya nunca miró atrás.

Damijan Kracina, de 46 años y que estudió con ella, dijo que “siempre buscó oportunidades y supo aprovecharlas”.

Sevnica, con su castillo medieval sobre la colina, en Eslovenia Credit Sergey Ponomarev para The New York Times
Melania Trump, nacida en 1979, creció en este pueblo entre montañas, de 4.500 habitantes, que todo el mundo conoce en Eslovenia, al menos desde que Trump entró en la carrera por la presidencia, por su festival anual de salami y su castillo medieval. En aquella época Eslovenia era parte de la Yugoslavia de Josip Broz, Tito, un dictador comunista que supo mantenerse a una cierta distancia de la Unión Soviética y permitía más libertad que otros líderes de países tras la cortina de hierro.

Durante su régimen, ser miembro del Partido Comunista, al que pocos pertenecían, era beneficioso. Algunos incluso heredaban de sus padres la pertenencia al partido, especialmente si se trataba de aquellos que habían luchado contra los nazis como el propio Tito. Otros llegaban al partido demostrando su talento.

No está claro cómo se unió el padre de Melania, Viktor. Los archivos dicen que fue un simple miembro. Otros miembros del partido en Sevnica señalan que trabajó como chofer del alcalde de un pueblo cercano y después para el director de la fábrica Jutranjka, de propiedad estatal, y que quizás fue así como entró.

La familia Knavs, al igual que Melania, declinaron hablar para este reportaje sobre su vida en Eslovenia. Hope Hicks, una de las portavoces de la campaña de Trump, dijo que la familia nunca había tenido participación activa en el Partido Comunista.

En una entrevista el mes pasado, Trump dijo que ese es un tema que nunca había tratado con su suegro. “Pero le fue bastante bien allí”, dijo. “Es un tipo diferente de éxito al de aquí. Pero tuvo éxito”.

Después de ser presentada por su esposo la noche del lunes como “la próxima primera dama de Estados Unidos”, Melania habló sobre su amor hacia Estados Unidos y su país natal.

“Nací en Eslovenia, en un pueblo pequeño que entonces era comunista”, dijo, y agregó que sus padres le inculcaron el amor por la moda, la belleza y los negocios, y —en una parte de su discurso que parece haber copiado palabra por palabra uno dicho por Michelle Obama en 2008— por trabajar “por lo que quieres en la vida”.

En 1972 los Knavs se mudaron a un apartamento más grande en un bloque de viviendas para trabajadores de la fábrica estatal, como lo era su madre, Amalija —a la que todos llamaban Malci—, quien dibujaba patrones de ropa para niños para luego coserla y siempre llegaba a la fábrica en zapatos de tacón.

En 1985 Melania abandonó Sevnica a través de carreteras estrechas que corrían junto al río Sava, de color verde por el reflejo de la vegetación de las montañas y pasó por varias localidades mineras antes de llegar a Liubliana. Allí estudió en una escuela de diseño y fotografía en un monasterio renacentista.

El bloque de apartamentos en Sevnica, Eslovenia, donde vivía Melania Trump

El bloque de apartamentos en Sevnica, Eslovenia, donde vivía Melania Trump Credit Sergey Ponomarev para The New York Times
Vivía en un apartamento que su padre había comprado tras abrir una tienda de bicicletas y repuestos de automóvil a las afueras de la ciudad. El encargado del edificio, Joze Vuk, vivía en la misma planta y recuerda cómo Viktor Knavs protestaba porque tras comprar la vivienda, el gobierno había decidido reservar algunas unidades para trabajadores de la construcción.

“Todos estábamos enfadados porque muchos de sus habitantes no iban a invertir en el edificio”, dijo Vuk, que también era propietario de una de las viviendas. “Alquilaban una propiedad pública y no se preocupaban por ella”. Viktor Knavs trataba de diferenciarse de sus vecinos. “Siempre iba de corbata, con ropa de colores y con un maletín. Era imposible no verlo”.

Melania y su hermana mayor, Ines, también destacaban por su apariencia, cómo vestían y el maquillaje que llevaban cada vez que salían de casa. En la escuela, Melania se diferenciaba de sus compañeros al escuchar The Cure o Metallica, dijo Kracina. Giraba alrededor de un grupo de aficionados a la música que paraban en el bar Triple Bridge de Liubliana.

Melania había comenzado el proceso que le permitiría irse de Eslovenia. En enero de 1987, el fotógrafo Stane Jerko la descubrió y le preguntó si estaría dispuesta a convertirse en modelo.

Fotos de Melania Trump en los inicios de su carrera como modelo en 1987; el fotógrafo Stane Jerko la animó a incursionar en el modelaje en Liubliana, Eslovenia. Credit Sergey Ponomarev para The New York Times
Era dura pero al mismo tiempo “pridna, que quiere decir, obediente”, dijo Jerko. Él fue quien le propuso que mejorara. Le pasó fotos de ella a un centro cultural esloveno en las que Melania aparecía con el pelo peinado de diferentes maneras, en ropa de gimnasio o con vestidos elegantes, y así consiguió que la admitieran en un curso para convertirse en modelo en el otoño de 1987.

Toda su familia vio el potencial de inmediato. Tras el instituto se centró en su carrera de modelo y dejó la escuela de arquitectura (aunque en su página web aún sostiene que se graduó). En una ocasión su padre la llevó en su Mercedes hasta la tienda de Silva Njegac, una modista que vivía a horas de distancia de la ciudad para encargar ropa de cuero para Melania diseñada por su esposa.

En 1992 quedó en segundo lugar en el concurso de una revista que elegía el Rostro Esloveno del Año. Eso hizo aumentar sus ambiciones. En un video para una marca de ropa local apareció con un traje de falda saliendo de un avión, rodeada de guardaespaldas y firmando papeles en la biblioteca nacional. “Actuaba como si fuera presidenta de Estados Unidos”, dijo Andrej Kosak, el director de la revista.

Germanizó su nombre a Melania Knauss y se convirtió en modelo internacional

Su padres pasan gran parte del año con su hija y su nieto de 10 años, Barron, en la Torre Trump en Manhattan o en el Club Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida. Les gusta la piscina. También han llevado consigo parte de la campaña hasta Sevnica, donde poseen una bella casa. Junto al césped y el Mercedes beige, hay guardias de seguridad que se encargan de que quienes no han sido invitados no se acerquen.

En Sevnica, Viktor Knavs confía en Matek Novsack, que ha trabajado muchos años junto a él como mecánico. Afirma que el padre de Melania se ha quejado de los golpes verbales y los giros de Trump, inconsistentes.

“Un día es esto, otro día es aquello”, dice Novsak que le ha dicho el padre de Melania. El mecánico también ha dicho que Viktor piensa que los republicanos no quieren a Trump y que no entiende por qué tiene que insistir en buscar la presidencia. “¿Por qué lo hace?, dice el mecánico que le ha dicho Knavs.

Cuando se le preguntó a Trump por lo desconcertados que están sus suegros, respondió que “no son los únicos”.

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