Angélica Dass nació en Brasil, tiene el cabello rizado, y la piel del color 7522C. Ella fue la protagonista de la primera imagen que tomó para Humanae, un proyecto fotográfico que ya reúne a más de 2,500 personas retratadas con sus respectivos tonos de piel clasificados según el catálogo Pantone®. El objetivo: demostrar que nadie es blanco ni negro, y lograr que el lápiz «color carne» desaparezca de las cajas de pinturas.
Equipada con su cámara de fotos, Dass recorre el mundo difundiendo su idea de un catálogo casi infinito para los colores de piel. Ya ha visitado 15 países y 23 ciudades, pero su misión todavía está lejos de ser completada. El proyecto sigue creciendo desde su inauguración en 2012. A cada ciudad a la que viaja, Dass invita a través de las redes sociales a la población local para que se acerquen a su estudio y sean fotografiados. Cualquiera puede sentarse ante la cámara de esta brasileña.
Las preguntas acerca de su propia identidad inspiraron la idea para el proyecto. En una conferencia de Tedcon más de un millón de visualizaciones, Angélica describe así a su familia: «Nací en una familia llena de colores. Mi padre es el hijo de una doncella, de la que heredó un intenso y oscuro color chocolate. Fue adoptado por los que yo conozco como mis abuelos. La matriarca, mi abuela, tiene la piel de porcelana y un cabello que parece de algodón. Mi abuelo estaba entre un tono vainilla y yogur de fresa. Mi madre, de piel color canela, es la hija de un brasileño nativo, con una pizca de avellana y miel… Creciendo en esta familia, el color nunca fue importante para mí.».
El proyecto es ahora más necesario que nunca, según explica Dass a Univisión. «Con la discusión de la inmigración, con los refugiados, quién es el otro, quién es de aquí… Es una temática que creíamos que ya estaba resuelta en nuestra sociedad, y de repente nos salta en la cara, y tenemos que estar discutiendo sobre ello,» cuenta la fotógrafa desde La Haya, donde está realizando fotografías para su serie.
Humanae ha aparecido en The Guardian, CNN, The Independent, e incluso en la portada de Foreign Affairs.
Las imágenes son sencillas en apariencia, pero es precisamente esta ausencia de artificios la que hace los retratos tan poderosos. «Porque en las imágenes no se pueden ver las etiquetas que cargamos, como el poder económico, quién es el refugiado y quién no lo es, la nacionalidad…» explica. «Estamos todos mezclados. Iguales.» Lo que no aparece en las fotografías, no importa.
«Tengo muchísimas historias,» relata Dass. «Familias que tienen hijos adoptivos y vienen toda la familia entera, gente con la autoestima muy baja pero que se interesa por el proyecto por el concepto de igualdad, transgéneros que encuentran en Humanae ese espacio de igualdad donde nadie lleva etiquetas ni es juzgado por ello, personas de diferentes niveles de discapacidad… Aunque empiece por el color, la reflexión sobre la igualdad va más allá.»
Para determinar el color que utilizará como fondo de cada imagen, Dass selecciona unos pocos píxeles de la zona de la nariz. Pero, ¿por qué la nariz y no otra parte del rostro? La fotógrafa explica que esa piel es muy sensible al sol, y cambia mucho de color. Por esta misma razón, el número Pantone® que se asigna sólo responde al tono de la piel que el retratado tenía en el momento de la foto, un color que puede cambiar, y que por lo tanto no define a la persona.
Las escuelas han encontrado en Humanae la vía perfecta para hablarles a los niños sobre el concepto del color de piel. Tras escuchar las experiencias de profesores que utilizaban sus fotos en clase, Dass decidió crear su propio taller, titulado «Color carne,» que ahora imparte en colegios. «Para nosotros parece una temática muy compleja, pero los niños pequeños aún ni siquiera piensan así. Somos nosotros los que enseñamos a los niños que el lápiz se llama color carne y que las personas están clasificadas como blancas o negras.»
Tiene el sueño imposible de fotografiar a los siete mil millones de habitantes del planeta y llegar con su cámara hasta el último rincón. «Hay lugares donde sienten que se necesita este proyecto. Hace poco tiempo recibí unas cartas, físicas, de unos estudiantes de high school de Nuevo México provenientes de una reserva de navajos. Ellos se echaban de menos en el proyecto, y me decían: «¿Cuándo van a venir a hacernos fotos? Nos encantaría estar en el proyecto.»
Dass añade: «Hay que seguir discutiendo sobre el tema de igualdad en general por toda Latinoamérica. Tenemos dos grandes historias, primero, la esclavitud negrera y luego el exterminio de los pueblos indígenas, que no pueden salir de nuestra memoria. Yo aparento ser negra por la piel marrón y el pelo rizado, pero yo soy blanca e indígena también. Creo que también deberíamos tal vez abrazar esa idea de lo que de verdad somos en Latinoamérica.»
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