¿Cuál es el límite tecnológico para evitar los excesos?

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Hoy en día, todas las áreas de nuestras vidas están vinculadas a la tecnología. Cada vez utilizamos menos los medios tradicionales de organización, aprendizaje, ubicación y comunicación con los demás.

Antes, la brecha generacional se caracterizaba por cambios en la conducta, en los patrones de crianza, en implantar el uso de mecanismos más modernos para facilitar el desempeño de todos los miembros de la familia mientras iban creciendo.

En la actualidad, esa brecha se muestra como un abismo en el que los padres no han podido cruzar a plenitud hacia lo que sus hijos viven desde que entran en contacto con estos medios, que muchas veces los llenan de confusión debatiéndose entre qué es realmente indispensable permitir y hasta dónde debe llegar el límite para evitar los excesos y el retraso en el desarrollo de otras habilidades igualmente importantes para la vida.

Es ahí que nos encontramos con los excesos a los que están llegando a incursionar nuestros niños y adolescentes, tales como el exceso de tiempo frente a las pantallas, a la libertad de acceso a la información no adecuada para diferentes edades y de tiempo aislado del mundo real.

La reglas
Todo esto nos lleva a buscar qué dicen los expertos sobre el uso que nuestros hijos deben darle a estos nuevos medios de vida que se han vuelto nuestros mayores aliados y en algunos casos los peores enemigos de la interacción familiar sana y del desarrollo de habilidades sociales y humanas tan necesarias para enfrentar exitosamente los diferentes retos que se presentarán en la vida adulta.

La Organización Mundial de la Salud plantea no exponer niños menores de un año a ningún tipo de pantalla. Los expertos consideran que hasta los dos años la psiquis es inmadura para la interacción con estos estímulos. De igual forma, aseguran que niños de dos a cuatro años no deben ser expuestos a estos medios por más de una hora diaria.

De acuerdo con psicólogos, la tecnología digital también puede hacer que los infantes sean más susceptibles a sufrir daños en línea y fuera de línea. Los niños vulnerables pueden correr un mayor riesgo, incluida la pérdida de la privacidad.

Es importante establecer reglas para el entorno familiar y velar por su cumplimiento. En aquellos casos en los que los niños quedan bajo la supervisión de terceros, debemos asegurarnos de que los cuidadores las cumplan de igual forma.

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