El monitoreo de Facebook para prevenir suicidios causa controversia

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Hace poco, en un pueblo de Ohio, un oficial de policía del turno de la noche recibió de Facebook una llamada poco común.

Más temprano ese mismo día, una mujer del área había publicado en Facebook que iba caminando hacia su casa y que tenía la intención de suicidarse cuando llegara, según un informe policiaco del caso. Facebook llamó al Departamento de Policía para advertirles sobre la amenaza de suicidio.

El oficial que tomó la llamada localizó con prontitud a la mujer, pero ella negó tener pensamientos suicidas, según el informe. A pesar de todo, el oficial creyó que podría hacerse daño y le dijo a la mujer que debía ir a un hospital. Le dio la opción de hacerlo por su propio pie o bajo custodia de la policía. Al final, el oficial la llevó a un hospital para que recibiera un diagnóstico de salud mental, una evaluación que resultó de la intervención de Facebook (The New York Times omite algunos detalles del caso por motivos de privacidad).

A lo largo de los últimos dieciocho meses, comisarías de policía desde Massachusetts hasta Bombay, en India, han recibido alertas similares de Facebook como parte del que tal vez sea el programa de alerta y vigilancia de amenazas de suicidio más grande del mundo. La red social reforzó la iniciativa después de que varias personas transmitieron sus suicidios en Facebook Live a inicios de 2017. Ahora Facebook utiliza algoritmos y reportes de usuarios para alertar sobre posibles amenazas de suicidio.

El ascenso de Facebook como guardián de la salud mental pone a la red social en una posición difícil ahora que la están investigando las autoridades regulatorias de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea por fallas de privacidad. La red social también está enfrentando un escrutinio intenso por no responder rápidamente a la interferencia en las elecciones y en las campañas de odio étnico en su sitio. A pesar de que el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, se ha disculpado por haber recolectado datos de los usuarios de una forma inadecuada, el mes pasado la empresa tuvo problemas cuando salieron a la luz nuevas revelaciones sobre los acuerdos especiales para compartir datos celebrados con empresas tecnológicas.

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La campaña antisuicidio le da una oportunidad a Facebook de presentar su trabajo bajo una luz positiva. El suicidio es la segunda causa de muerte en las personas cuyas edades oscilan entre los 15 y los 29 años de todo el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Algunos expertos en salud mental y funcionarios de la policía afirmaron que Facebook había sido de ayuda para localizar y detener a personas que a todas luces estaban a punto de hacerse daño.

Facebook tiene algoritmos computarizados que escanean las publicaciones, los comentarios y los videos de los usuarios de Estados Unidos y otros países en busca de indicios de un riesgo inmediato de suicidio. Cuando la tecnología un usuario preocupado identifican una publicación, esta pasa a los revisores humanos de la empresa, quienes tienen la capacidad de llamar a las agencias locales de seguridad pública.

“En el último año, ayudamos a que los encargados de primeros auxilios en todo el mundo llegaran con rapidez a unas 3500 personas que necesitaban ayuda”, escribió Zuckerberg en una publicación de noviembre relacionada con los esfuerzos.

Sin embargo, otros expertos en salud mental aseguraron que las llamadas de Facebook a la policía también podrían provocar daño sin tener la intención de hacerlo —como incitar un suicidio, al obligar a la gente que no es suicida a someterse a evaluaciones psiquiátricas, o provocar arrestos o tiroteos—.

Además, los expertos mencionaron que no está claro si la estrategia de la empresa es precisa, efectiva o segura. Facebook afirmó que, por motivos de seguridad, no monitoreaba los desenlaces de sus llamadas a la policía. Y no ha divulgado con precisión cómo sus revisores deciden si deben llamar a los servicios de emergencia. Según quienes critican esta iniciativa, Facebook ha asumido la autoridad de una agencia de salud pública que al mismo tiempo protege su proceso de operación como si fuera un secreto corporativo.

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