La dieta mediterránea con aceite de oliva y con frutos secos es la mejor para adelgazar

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Para perder peso, mucha gente lo primero que elimina de las dietas son las grasas y los alimentos  muy calóricos. Pero no todos los alimentos grasos son malos, al igual que pasa con los que aportan mucha energía. Por ejemplo, no es lo mismo el aceite de oliva que la mantequilla. Como tampoco es lo mismo un puñado de almendras que un helado.

Tanto el ‘oro liquido’ como los frutos secos pueden ayudar a bajar de peso de manera más efectiva que una dieta baja en grasas. Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio realizado en las Islas Canarias por seis centros colaboradores del Instituto Carlos III.

En él se ha vigilado la evolución de 351 personas con edades comprendidas entre los 55 y 88 años, con diabetes tipo 2 o 3 o más factores de riesgo cardiovascular, residentes todas ellas en Canarias, una de las comunidades autónomas de España con mayor prevalencia de la obesidad, que afecta a un 35,7 % de su población.

Los investigadores dividieron a los sujetos en tres grupos y a cada uno de ellos se les pidió que siguieran dietas diferentes. Al primero de ellos, una dieta mediterránea complementada con aceite de oliva virgen extra; al segundo, dieta mediterránea complementada con frutos secos; y al tercero se le pidió que siguiera un plan de comidas con un 30% menos de grasa que el que solían tomar.

Tras 12 meses, los resultados fueron muy claros: los que habían seguido la dieta pobre en grasa habían engordado de manera considerable: tenían más grasa en su cuerpo y mucha menos agua. Sin embargo, las personas que habían tomado el aceite de oliva y los frutos secos, junto con una dieta mediterránea, adelgazaron perdiendo grasa corporal y aumentando sus niveles de agua.

Para los autores del trabajo, la ingesta de frutos secos equivalentes al 40% de la grasa diaria recomendada es una manera estupenda de perder peso sin mucho sufrimiento y también permite que se mantenga la pérdida durante más tiempo.

El principal errar de las personas que dejan de ingerir grasas es el aumento en el consumo de azúcares e hidratos de carbono, dos sustancias que al ser ingeridas en demasía son transformadas por el hígado en grasas. Además, los alimentos grasos -como el aguacate, el salmón o los frutos secos- suelen muy saciantes, y permiten mantener controlar el hambre.

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