La reducción intensiva de la presión arterial disminuye el riesgo de deterioro cognitivo leve.

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CHICAGO, USA. La reducción intensiva de la presión arterial sistólica a 120 mm Hg disminuye significativamente el riesgo de deterioro cognitivo leve, señala nueva investigación.

Dr. Jeff Williamson

Investigadores encontraron una reducción del riesgo relativo de deterioro cognitivo leve de 19% en individuos cuya presión arterial sistólica se establecía en 120 mm Hg como objetivo en comparación con aquellos cuya presión arterial sistólica elegida como objetivo era 140 mm Hg.

Aunque estudios observacionales han demostrado ventajas cognitivas del control de la presión arterial, «esta es la primera vez en la historia que un estudio aleatorizado controlado ha demostrado que podemos reducir la presentación de deterioro cognitivo leve con la disminución de la presión arterial«, dijo el Dr. Jeff Williamson, profesor de medicina interna y jefe de la sección de geriatría, de la Wake Forest School of Medicine, en Winston-Salem, Estados Unidos.

«Esto significa que el control de la presión arterial no solo es bueno para el corazón sino también para el cerebro», dijo el Dr. Williamson en un comunicado de prensa en la Alzheimer’s Association International Conference (AAIC) de 2018.

Estudio trascendental

El estudio trascendental SPRINT (Systolic Blood Pressure Intervention Trial) demostró que esta estrategia dirigida para el control de la presión arterial reducía significativamente las tasas de enfermedad cardiovascular. Los hallazgos dieron lugar a la actualización de las recomendaciones de la American Heart Association.

El presente estudio, conocido como SPRINT MIND (SPRINT Memory and Cognition in Decreased Hypertension) comenzó en el otoño de 2009. Se reclutó a pacientes en cerca de 100 centros médicos y en consultorios médicos de todo Estados Unidos y Puerto Rico.

El tratamiento se detuvo en agosto de 2015 después de una mediana de seguimiento de 3,26 años por el beneficio que obtuvieron los pacientes con enfermedad cardiovascular, pero la evaluación cognitiva continuó hasta el último mes.

El análisis actual incluyó a 4.678 pacientes que fueron aleatorizados a un grupo intensivo (objetivo de 120 mm Hg en la presión arterial sistólica) y 4.683 que se asignaron a un grupo estándar (objetivo de 140 mm Hg en la presión arterial sistólica).

Los participantes en el estudio debían tener 50 años de edad o más (no había límite de edad superior). Al inicio, la edad promedio fue 67,9 años. Alrededor de un tercio eran mayores de 75 años y casi un tercio (35,6%) eran mujeres.

La población del estudio era «diversa», dijo el Dr. Williamson. Cerca de 30% eran afroestadounidenses y más de 10% eran hispanos.

Al inicio, la presión arterial sistólica fluctuó de 130 a 180 mm Hg. La presión arterial sistólica promedio fue 140 mm Hg «de manera que no era extremadamente elevada», comentó el Dr. Williamson.

Los participantes en el estudio también debían tener por lo menos un factor de riesgo adicional para enfermedad cardiovascular. Los del grupo con la intervención fueron objeto de monitorización mensual durante los primeros 3 meses y luego cada 3 meses. Las consultas adicionales se programaron para los pacientes que no cumplieron el objetivo del tratamiento.

Se proporcionaron fármacos antihipertensivos sin costo a los pacientes. El Dr. Williamson observó que más de 90% de estos fármacos eran genéricos. A todos los pacientes en el estudio se les recomendó hacer modificaciones en el estilo de vida.

La media del periodo de seguimiento fue 4,5 años. Se trató a los pacientes durante un promedio de 2,5 años. Más de 92% de los participantes en el estudio completaron por lo menos una evaluación cognitiva de seguimiento.

Un panel de 15 expertos en geriatría, neurología y neuropsicología adjudicaron los resultados.

Reducción del riesgo «muy significativa»

El estudio demostró una reducción del riesgo relativo de demencia de 15%, pero no fue estadísticamente significativa (p = 0,10).

La situación fue diferente para el deterioro cognitivo leve. Hubo 285 eventos en el grupo con tratamiento intensivo y 348 en el grupo con tratamiento estándar. Esto, dijo el Dr. Williamson, se tradujo en una reducción del riesgo relativo de 19%, que fue «muy significativa» (p = 0,01). La reducción absoluta, afirmó, fue de 1,5%.

El deterioro cognitivo leve «no es un problema trivial», dijo el Dr. Williamson. Puede tener una repercusión importante en la calidad de vida, sobre todo en «una sociedad cada vez más compleja». Los pacientes con deterioro cognitivo leve pueden tener dificultad para las actividades de la vida cotidiana, incluso al interactuar con familiares.

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