Las intrigas (y otros demonios) de la corona de Arabia Saudita

Todas las miradas apuntan al príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, en el caso de la muerte del periodista Jamal Khashoggi, quien fue torturado y asesinado en el consulado saudí en Turquía.

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El secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, se reunió con Mohamed bin Salmán, príncipe heredero saudí. / AFP

La llegada de Mohamed bin Salmán (MBS) al trono de Arabia Saudita, en junio de 2017, estuvo rodeado de intrigas. Su padre, el rey Salmán bin Abdulaziz Al Saud (81 años), quien sufre de demencia, según la prensa británica, decidió destronar al primero en la línea de sucesión, Mohamed bin Nayef, de 57 años, en favor de su hijo, quien durante años planeó un complot para llegar a la primera línea de sucesión.

En apenas dos años, MBS se convirtió en el hombre fuerte del país y acumuló más poder que ningún otro miembro de la familia real. Fue vice primer ministro, titular de Defensa y asesor especial del rey, y presidió el Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo, órgano que supervisa la saudí Aramco, principal compañía petrolera del mundo.

Tiene fama de arrogante, trabajador incansable y con unas desmedidas ansias de poder, tanto que, según la agencia Bloomberg, cuando apenas tenía 26 años el rey le prohibió la entrada al Ministerio de Defensa porque era “perturbador”. Según The New York Times, el príncipe millennial orquestó todo un plan para dejar a un lado a Bin Nayef, de quien se rumoró que no era apropiado para asumir el cargo por tener problemas de drogas. Ante su negativa a renunciar a la corona, MBS ordenó su encierro en un palacio de La Meca hasta que le dejó el camino libre al trono.

Su ascenso desató una división en la familia real saudí, cuya historia ha estado marcada por las intrigas. Meses después, las fuerzas de seguridad saudíes frustraron un intento de asesinato contra el príncipe heredero, quien no se quedó de manos cruzadas. Asesorado por Habib el Adli, un exmilitar egipcio relacionado con brutalidad y tortura durante el mandato de Hosni Mubarak, a quien el príncipe puso a cargo de su seguridad, echó a andar un nuevo plan para acabar con la disidencia dentro de la familia.

Mohamed bin Salmán ordenó la retención de 11 príncipes de la familia real y 200 empresarios saudíes como una forma de presión para que entregaran sus activos y se comprometieran con su plan de reforma del reino.

Periodista muerto

Pero nada tan inquietante como las noticias de esta semana: el príncipe es el principal sospechoso de la tortura y muerte del periodista Jamal Khashoggi, quien entró al consulado de Arabia Saudita en Turquía el 2 de octubre y nunca salió. Se habla incluso de que su cuerpo fue desmembrado y desaparecido. ¿Por qué matarlo? El periodista saudí, columnista de The Washington Post, solía criticar a la corona, y principalmente a Bin Salmán, en sus columnas. La intervención en Yemen o la diversificación de la economía eran temas frecuentes.

Sus críticas contra el príncipe arreciaron en septiembre de 2017, cuando dejó el país. Sin embargo, en varias ocasiones resaltó decisiones de Bin Salmán, especialmente frente a Irán. Entonces, ¿por qué matarlo? Según el Post, por sus críticas a la limitada libertad de prensa. Arabia Saudita ocupa el lugar 165 de 180 en el índice de Reporteros Sin Fronteras (RSF). Es recordado el caso del bloguero Raif Badawi, condenado a diez años de cárcel y mil latigazos por defender la separación de Estado y religión. Solo en 2015, al menos seis hombres fueron castigados por expresar sus opiniones, según Human Rights Watch.

La muerte de Khashoggi, cuya familia era cercana a la corona, pues su padre y su abuelo trabajaron para la monarquía, complica mucho a MBS, cuyas reformas no han salido del todo bien: es el responsable del giro de la política exterior del reino, que llevó a Riad a guiar la terrible guerra en Yemen, el aumento de diferencias con Irán y la actual crisis con Catar.

Así es la dinastía saudí

La dinastía de los Al Saud, que dirige Arabia Saudita desde principios del siglo XX, está acostumbrada a las intrigas. El rey Abdel Aziz murió en 1953. Su hijo Saud, al que había designado príncipe heredero, lo sucedió. Sin embargo, Saud, acusado de mala gestión y corrupción, fue destituido en 1964 por el Consejo de los Emires, que agrupa a los principales miembros de la familia real. Su medio hermano Faisal, príncipe heredero, lo reemplazó.

Este, arquitecto de una política de modernización, fue asesinado por uno de sus sobrinos en 1975. Su medio hermano Jalid reinó hasta su muerte en 1982. El príncipe heredero Fahd subió al trono antes de que Abdalá, dos años menor, lo sucediera en 2005. El rey Abdalá falleció en 2015. En junio de 2012 sorprendió al elegir a su medio hermano, Salmán bin Abdulaziz Al Saud, como príncipe heredero y éste sorprendió al saltarse la línea y designar a su hijo sin aprobación del Consejo.

Ahora el heredero está en la mira internacional por el asesinato del periodista y porque crece el número de miembros de la realeza que ven que el príncipe es imprudente y pone en peligro la seguridad del país. Antes del caso Khashoggi circulaban rumores sobre una revolución en el palacio, afirma la consultora Capital Economics.

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