Latinoamérica necesita más banda ancha para capitalizar el “big bang” de los datos

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Hay varias leyendas sobre el origen del ajedrez. La más pintoresca, en mi opinión, es la de un rey de la India, a quien, para hacerle más llevadera la pérdida de un hijo en batalla, le presentaron un novedoso juego de dos ejércitos y 64 casilleros. El rey, encantado, le pidió al inventor que eligiera su recompensa “Regáleme un grano de arroz por el primer casillero, dos granos por el segundo, cuatro granos por el tercero, y así sucesivamente hasta llenar el tablero de ajedrez”, respondió el inventor.

El soberano quedó indignado ante tan mísera petición, que parecía cuestionar su propia riqueza y generosidad. Sin embargo, ordenó cumplir con el pedido. Tremendo fue su estupor cuando, semanas después, sus sabios le informaron que necesitarían las cosechas de varios años para poder entregar los 18,4 trillones (18.446.744.073.709.551.615) granos de arroz.

Personalmente, me cuesta leer una cifra tan larga. Como el rey, no estoy mentalizado para visualizar progresiones geométricas. No obstante, muchos de los cambios que hoy estamos viviendo son de índole exponencial. Tal es el caso de la capacidad computacional, las velocidades de banda ancha y las conexiones digitales de todo tipo. Es más, hoy los datos son considerados el petróleo de antaño. Los Zuckerberg, Bezos y Gates del siglo XXI son más ricos que los jeques del petróleo del siglo XX. Además, cuentan con más datos nuestros de los que imaginamos.  Haciendo referencia a la leyenda del ajedrez, lo más llamativo es que recién estamos entrando en la segunda mitad del tablero, donde la aceleración tecnológica será aún más vertiginosa.

Cómo aprovechar la explosión de datos

La utilización de datos hoy representa una ventaja comparativa en cualquier industria. En abril, Tesla se convirtió en la compañía automotriz más valiosa de Estados Unidos, y superó a gigantes como General Motors y Ford, aunque vende muchísimos menos autos. ¿Cómo es posible? Las tres producen automóviles pero Tesla es, sobre todo, una compañía de tecnología que tiene mejores perspectivas de penetrar nuevos mercados, como el de vehículos autónomos, donde el uso y análisis de grandes cantidades de datos son fundamentales.

En resumen, quien mejor sepa aprovechar la avalancha de datos será el ganador, en cualquier industria. Pero ¿dónde nos lleva esta explosión de datos y tecnologías digitales? Cuesta, o asusta, imaginarlo. En 2014, Deep Knowledge Ventures, una firma de Hong Kong, designó a Vital a unirse a su junta directiva. Vital no es una persona, es un algoritmo capaz de procesar enormes cantidades de datos complejos y de sacar conclusiones inteligentes de forma inmediata. Se dice incluso que, en pocos años, llegaremos al momento de “singularity”, cuando la inteligencia artificial permitirá fabricar máquinas más inteligentes que los propios humanos, creando un círculo virtuoso a medida que las máquinas aprenden de sí mismas.

Banda ancha: la clave para los datos

Dejando de lado la futurología, en la banca de desarrollo nos esforzamos por suplir las necesidades básicas de nuestras poblaciones más vulnerables. Contamos con la responsabilidad de fomentar la generación, transmisión y distribución de energía sustentable (así como la de agua potable, alimentos, etc.). Pero también tenemos el desafío de apoyar la generación de datos digitales relevantes, el transporte de dichos datos, y finalmente su distribución. En la Constitución de México, por ejemplo, ¡el acceso a banda ancha es considerado un derecho humano!

En este momento, la conectividad de banda ancha es clave, ya que es el andamiaje sobre el cual se apoyan las tecnologías digitales. Estas son el motor detrás de la innovación, inclusión y eficiencia productiva. Permiten que los costos transaccionales bajen y se reduzca la asimetría de información. Y ese es el punto en que sucede la magia, cuando se crean nuevos mercados y modelos de negocio disruptivos.

Ejemplos archi-conocidos son los de Uber y Airbnb, resultado de la existencia de una buena conectividad de banda ancha móvil. Sin embargo, en América Latina y el Caribe la penetración de internet alcanza a menos del 50% de los usuarios en promedio, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La reciente inversión de US$100 millones por parte de la Corporación Interamericana de Inversiones (CII) en Telecom Personal va en esa línea. Apoyamos a la compañía en su plan trienal de $40,000 millones de pesos argentinos en infraestructura de red, para acercar los beneficios de la conectividad de banda ancha móvil a más de seis millones de argentinos y cerca de 800 localidades.

El rey indio hipotecó el futuro de su reino al no prever el resultado de cambios exponenciales. En la actualidad, estamos ante una oportunidad única de aprovechar la explosión exponencial de datos. Y que ese crecimiento sea en beneficio de todos.

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