Los dilemas morales de la Cuarta Revolución Industrial

Escrito por Vinayak Dalmia

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¿Debe su automóvil sin conductor valorar su vida más que la de otro peatón? ¿Debería usarse Fitbit contra usted en un caso judicial? ¿Deberíamos permitir que los drones se conviertan en los nuevos paparazzi? ¿Se puede patentar un gen humano? Los científicos ya se están enfrentando a estos dilemas. A medida que entramos en la nueva era digital, necesitamos un nuevo conjunto de normas codificadas globales.

Esto está comenzando a suceder. El año pasado, la Universidad Carnegie Mellon de Estados Unidos anunció un nuevo centro de estudios de la ética de la inteligencia artificial; durante la presidencia del Presidente Obama, la Casa Blanca publicó un trabajo sobre el mismo tema y los gigantes de la tecnología, incluyendo Facebook y Google, han anunciado una asociación para redactar un marco ético para la inteligencia artificial (IA). Tanto los riesgos como las oportunidades son inmensos: Stephen Hawking, Elon Musk y otros expertos firmaron una carta abierta en la que llaman a hacer todos los esfuerzos posibles para garantizar que la IA sea un beneficio para la sociedad:

«Los beneficios potenciales son enormes, ya que todo lo que la civilización tiene que ofrecer es un producto de la inteligencia humana; no podemos predecir lo que podríamos lograr cuando esta inteligencia se magnifique por las herramientas que la IA pueda proporcionar, como podría ser la erradicación de las enfermedades y la pobreza. Dado que la IA tiene un potencial enorme, es importante investigar cómo disfrutar de sus beneficios evitando sus posibles riesgos».

¿A quién salvar? Simulación del dilema de un auto sin conductor. Imagen: MIT

Estos son grandes nombres y grandes ideales. Sin embargo, muchos esfuerzos carecen de cooperación mundial. Además, las implicaciones de la Cuarta Revolución Industrial van más allá de Internet y de la IA.

El profesor Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, cree que esta fase se construirá en torno a los «sistemas ciberfísicos» con el desdibujamiento de los sistemas físicos, digitales y biológicos. A medida que adoptemos esta era de las máquinas, necesariamente nos enfrentaremos a nuevos desafíos éticos, que exigirán nuevas leyes. En algunos casos, es posible que se deba reiniciar el código moral en su totalidad. Tal es la naturaleza de los avances tecnológicos. Creemos que la humanidad pronto estará en el umbral de repensar los valores morales: una ética 2.0.

Los orígenes de la ética

La ética derivada de la filosofía o la religión no encaja fácilmente en el mundo de la tecnología. Todo, desde Aristóteles hasta los Diez Mandamientos, nos da una dirección moral, pero cualquier conjunto de reglas establecido tiende a presentar dilemas. El mundo de la ciencia también ha hecho algunos intentos, desde Las tres leyes de la robótica de Asimov al trabajo sobre ética de Nick Bostrom. Sin embargo, los seres humanos tienen gran dificultad para desarrollar virtudes para su propia conducta, menos aún para construir virtudes relevantes en nuevas tecnologías.

Las implicaciones éticas van desde lo inmediato (¿cómo influyen los algoritmos detrás de Facebook y Google en todo, desde nuestras emociones hasta nuestras elecciones?) hasta el futuro (¿qué pasará si los vehículos autodirigidos eliminan los puestos de trabajo de los conductores de camiones?) Lo que sigue es una muestra, no exhaustiva, de las decisiones éticas que deberemos enfrentar:

Ciencias de la vida

¿Debe la modificación de genes ser legal para manipular a la raza humana y crear «bebés de diseño»? El investigador del cáncer Siddhartha Mukherjee, en su aclamado libro The Gene, destacó las profundas preguntas éticas que los avances en la ciencia del genoma plantearán. La lista de preguntas éticas es larga: ¿qué pasaría si una prueba prenatal predijera que su hijo tendrá un coeficiente intelectual de 80 puntos, muy por debajo del promedio, a menos que le haga una pequeña modificación? ¿Qué pasaría si solo las personas ricas pudiesen usar estas tecnologías?

IA, aprendizaje de las máquinas y datos

Con el tiempo, la inteligencia artificial nos ayudará a tomar todo tipo de decisiones. Pero, ¿cómo podemos garantizar que estos algoritmos estén diseñados de manera apropiada? ¿Cómo eliminamos nuestras inclinaciones en estos sistemas, que eventualmente se utilizarán para determinar las promociones en el trabajo, admisiones universitarias e, incluso, nuestra elección de un compañero de vida?

Medios sociales y artefactos

¿Qué pasaría si nuestros Kindles tuvieran software de reconocimiento facial y sensores biométricos incorporados, de modo que el dispositivo pudiera decir cómo cada oración influyó en nuestra frecuencia cardíaca y presión arterial?

Robots y máquinas

¿Cómo determinamos las decisiones que deben tomar los autos sin conductor? ¿Cómo determinamos qué decisiones deben tomar los robots? ¿Será necesario que un robot tenga algo equivalente a una Declaración de derechos? ¿Qué pasará con los derechos de los seres humanos a casarse con los robots y de los robots de ser propietarios? ¿Debería permitirse a un Cyborg muy avanzado postularse para cargos políticos?

El camino por delante

Comúnmente, en el pasado, los mercados libres han decidido el destino de las nuevas innovaciones y, con el tiempo, los gobiernos locales intervienen (Uber está prohibido en Japón, pero operativo en la India). Sin embargo, en este caso tal enfoque podría ser desastroso.

No estamos a favor de que el gobierno se interponga en la innovación: estamos pidiendo un diálogo mundial coherente sobre la ética en el siglo XXI. El diálogo necesita ir más allá de las revistas académicas y los artículos de opinión, e incluir comités gubernamentales y organismos internacionales como la ONU.

Hasta ahora hemos adoptado un enfoque unilateral: desde la prohibición mundial de la clonación humana hasta las restricciones parciales a los alimentos genéticamente modificados. Las diferentes regiones también han adoptado puntos de vista dispares y no han logrado una respuesta unificada: el enfoque de la UE para controlar el impacto social de las nuevas tecnologías es muy diferente al de los Estados Unidos. China, por otra parte, siempre ha adoptado una visión a largo plazo.

Existe la necesidad de un foro internacional estructurado para armar una lista de tecnologías que requieran dirección, para evaluar cada una de ellas y publicar un modelo para su código de conducta. Por ejemplo, un organismo gubernamental internacional podría establecer reglas específicas, tales como hacer obligatoria la publicación de la lógica detrás de ciertos algoritmos de la IA.

El mundo de la ciencia se jacta de algunos ejemplos exitosos de cooperación internacional. El Protocolo de Montreal de 1987 (para abordar el problema de la capa de ozono) y la Conferencia de Asilomar de 1975 (para regular la tecnología del ADN) me vienen a la mente.

Conclusión

La humanidad se enfrentará a preguntas que aún no ha tenido que responder. Debemos empezar este debate ahora mismo.

Si no nos preparamos con anticipación, nos enfrentaremos a varios riesgos. Nos arriesgamos a perder nuestro poder y a ponerlo en las manos de las máquinas. Nos arriesgamos a alterar el curso de la humanidad sin comprender plenamente las consecuencias. Corremos el riesgo de crear una desigualdad masiva entre “una clase tecnológica rica” y una inmensa clase marginal.

Cualquiera que haya visto incluso un solo episodio de la galardonada serie de televisión Black Mirror debería estar preocupado por el futuro antiutópico que podría esperarnos si no abordamos estas difíciles preguntas filosóficas y legales ahora.

Fuente: Black Mirror (Netfix)

Esta no es la primera revolución tecnológica. Las preocupaciones no son nuevas. Han estado presentes por más de 200 años desde la Revolución Industrial. Pero como lo expresa el historiador y filósofo Yuval Harari, es cuestión de que el niño (que gritó lobo) llegue eventualmente a tener razón.

Tradicionalmente, el progreso de la tecnología deja rezagado a los procesos políticos: ya perdimos la oportunidad de redactar una carta moral para el uso de Internet, y seguimos jugando hasta el día de hoy. No podemos darnos el lujo de permanecer ciegos ante los próximos avances, ya sea en biotecnología o en IA. Cada vez más, el guión de nuestro futuro está siendo escrito por ingenieros y empresarios, que no necesariamente se tienen en cuenta.

La sociedad se adapta a los cambios con facilidad, desde la máquina a vapor hasta el iPhone, hasta el notable aumento de las expectativas de vida. Como Bill Gates sostiene, «la tecnología es amoral». Depende de nosotros decidir cómo usarla y dónde trazar la línea

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