Los jóvenes Z están firmes en su sueño de triunfar en las pasarelas

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El aviso indicaba que las audiciones iniciarían a las once de la mañana, pero desde las ocho ya estaban llegando jóvenes al lugar. Muchos acompañados de un familiar, otros, solos, pero todos ansiosos por el momento.

Su vestimenta revelaba la vulnerabilidad de su procedencia. La fila se fue haciendo larga rápidamente, y allí estaba Roanny Botier, de 16 años, llegó al hotel Jaragua a las nueve de la mañana, salió a las cinco de Cevico, en Cotuí, con la esperanza de calificar en un casting que prometía cambiarle la vida. Pero no fue elegida. “Esta es mi tercera vez, me dijeron que tengo buena estatura, pero no califiqué. Pienso volver el próximo año, lo seguiré intentando”.

Ángela Gómez, de 14 años, vivió una experiencia similar. Reside en San Juan de la Maguana y se enteró de la convocatoria por las redes sociales. “Una prima de la capital me mandó el enlace y vi la información. Me dijeron que tenía buen peso, pero no calificaba por la estatura, que podía crecer en un año, así que volveré. Yo quiero ser como Lineysi Montero, para comprarle una casa a mi mamá”.

Hace algunas semanas, miles de chicos y chicas en edades comprendidas entre 13 y 21 años, se presentaron en el casting organizado por la agencia de modelaje OMM by Sandro Guzmán, esperanzados en cambiar su estilo de vida y desarrollar una carrera exitosa. Solo 50 fueron elegidos.

Otros, como Rosa Cordero, Ysaunny Brito, Lineisy Montero, Anyelina Rosa, Daniel Morel y Keudy Pérez, han tenido mejor suerte. Fueron descubiertos por el ‘cazador de talentos’, Sandro Guzmán, y hoy se pasean por las pasarelas de París, New York o Milán, desfilando para importantes marcas como Prada, Chanel, Saint Laurent, Max Mara o Moschino y sus rostros protagonizan las campañas más importantes de la industria de la moda.

Guzmán revela que las reglas del modelaje han cambiado. Atrás quedó la idea de que era suficiente tener una esquelética figura.

“Hay requisitos obvios de estatura y forma que responden a las exigencias del mercado internacional, pero no lo es todo”, dice Guzmán, quien cita otras características necesarias para tener éxito en la industria: “Las modelos deben cuidar su alimentación, ser disciplinadas, sociables, estar claras en que esa es su pasión, y ser capaces de trabajar en equipo. Lo interesante es que esta generación de jóvenes está dispuesta a trabajar para lograr su meta. No es un trabajo fácil, ahí la importancia de que el sueño sea de ellos, no de sus padres”.

Otra cara de la moneda
Rosamía tiene 12 años, cada día llega en un lujoso auto a sus clases de modelaje, acompañada de su nana. No va tras el sueño de Cenicienta, para ella, modelar es solo diversión, quiere estudiar Negocios Internacionales, en Estados Unidos.

Sandro Guzmán explica que ser modelo no es solo el sueño de jóvenes de escasos recursos económicos que ven en los que han triunfado la materialización de un cuento de hadas. “En las audiciones hemos recibido jóvenes de clase social alta, algunos han caminado en pasarelas internacionales y se van del país hablando perfecto inglés”.

Un curso de formación en la escuela John Casablancas tiene una duración de seis meses y el precio ronda los RD$30,000. Un monto que sin duda, segmenta las clases sociales, pero no el deseo de ser modelo y tener éxito.

UN POCO MÁS
Decididos. Sin duda, la generación Z sabe quién es quién en un mundo en donde ‘celebridad’ es sinónimo de ‘youtuber’, la tecnología está en la cima de sus prioridades y tienen la oportunidad de aspirar a ser como las personalidades que admiran.

¿Quién sueña? Algunos jóvenes son motivados por sus progenitores a estudiar modelaje. “Muchos adultos incurren en lo que se denomina ‘proyección de sueños rotos’, una dinámica inconsciente en la que suelen querer ver materializados sus anhelos a través de sus hijos. Los padres deben motivar a que sus vástagos se desarrollen en lo que realmente les apasione”, Ricardo Pichardo, psicólogo.

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