Los últimos días de Jeffrey Epstein, el prisionero 76318-054

El financiero acusado de tráfico sexual pasó de una vida de lujos a una prisión de Manhattan donde se suicidó. Así fue su tiempo dentro de la cárcel.

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NUEVA YORK — Jeffrey Epstein, el prisionero número 76318-054, odiaba la celda que le habían asignado en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan: era húmeda, apretada y estaba infestada de roedores. Acostumbrado a usar su riqueza para poder establecer sus propias reglas, Epstein empezó a buscar una solución.

Les pagó a varios abogados para que visitaran la prisión por hasta casi doce horas diarias, lo que le otorgaba el derecho a verlos durante ese tiempo en una sala privada de reuniones. Epstein pasaba tanto tiempo allí que en ocasiones lucía hasta aburrido, en silencio al lado de sus abogados, de acuerdo con personas que presenciaron esas reuniones. En esas jornadas en las que veía a los abogados, Epstein y sus allegados usualmente dejaban vacías las máquinas expendedoras de bebidas y dulces.

“Les tocaba hacerlo como trabajo por turnos, de una manera pensada por alguien con un sinfín de recursos que quería procurarse tanta comodidad como fuera posible”, dijo otro abogado que frecuentaba la prisión para visitar a sus clientes.EL TIMES Si quieres recibir las mejores noticias y reportajes de The New York Times en Español en tu correo, suscríbete aquí a nuestro boletín.

Epstein ideó otra estrategia para cuando estaba fuera de la sala de reuniones, con el fin de evitar ser atacado por los demás reos: les depositaba fondos en sus cuentas del comisariato, de acuerdo con un consultor que acude con frecuencia a la cárcel y regularmente habla con las personas detenidas allí.

La prisión significaba para Epstein estar a un mundo de distancia de su vida de lujos, que incluía una isla privada en el Caribe, una mansión de 56 millones de dólares en Manhattan y una red de amistades con personas ricas y poderosas. Sin embargo, en sus últimos días, los esfuerzos de Epstein para aliviar su miseria por el encarcelamiento parecían haberse detenido.

Apenas si se bañaba; su barba y su cabello lucían descuidados, y dormía en el piso de la celda en vez de hacerlo en el catre, según fuentes de la prisión.

Jeffrey Epstein en 2017
Jeffrey Epstein en 2017CreditRegistro de Delincuentes Sexuales del Estado de Nueva York vía Associated Press

A pesar de ello, convenció a los encargados del centro correccional de que no era un riesgo para sí mismo, aun cuando ya había una investigación especial sobre su posible intento de suicidio el 23 de julio. La gestión del centro correccional era tan deficiente y la escasez de personal tan aguda que cualquier trabajador, tuviera experiencia penal o no, era conminado a hacer tareas de guardia.

El 9 de agosto, los abogados de Epstein estaban reunidos en las sillas plásticas de la sala de reuniones cuando se corrió la voz: el tribunal del caso en contra de Epstein había liberado el acceso a un archivo de documentos con detalles perturbadores sobre las acusaciones contra el financiero por tráfico sexual.

Unas horas después, en el turno nocturno, solo había dieciocho personas trabajando como guardias en el centro, donde están detenidos 750 reos según los registros del Buró de Prisiones. Diez de esos empleados ya estaban trabajando horas extra. Y, según los registros, había un puesto sin cubrir.

En la unidad 9 South, donde estaba Epstein, había dos guardias; uno de ellos era un exfuncionario correccional que se había ofrecido a hacer el turno de modo voluntario.

[El narcotraficante mexicano Joaquín “el Chapo” Guzmán estuvo en la misma cárcel de Manhattan por un tiempo; el sitio ha sido calificado como “peor que Guantánamo”.]

Los dos guardias tendrían que haber revisado la celda de Epstein cada media hora, pero no lo hicieron durante tres horas. En algún momento, ambos se quedaron dormidos, según dos oficiales del Buró de Prisiones.

A la mañana siguiente, Epstein, de 66 años, estaba muerto. A las 6:30 fue encontrado por al menos uno de los guardias en la celda, inconsciente y con la piel azulada por falta de oxígeno, después de haberse colgado con una de las sábanas, de acuerdo con un oficial de la prisión y con un funcionario policial.

Uno de los empleados activó la alarma para alertar de una emergencia, según un oficial.

Empezaron a sonar las radios: “Alerta por cuerpo en South”.

Los miembros del personal cortaron la sábana con la cual estaba colgado Epstein e intentaron resucitarlo, según dos funcionarios. Una hora más tarde, fue declarado muerto.

No hay forma de saber con certeza por qué una persona decide quitarse la vida. Sin embargo, una revisión de los últimos días de Epstein hecha por The New York Times —a partir de decenas de entrevistas con policías, empleados del Buró de Prisiones, abogados y más— sugiere que la muerte de Epstein sucedió cuando le quedó claro que no iba a poder aprovechar su riqueza ni sus privilegios para sortear el sistema legal.

Las personas que describieron sus interacciones con Epstein y las condiciones del centro penal hablaron casi exclusivamente con la condición de mantener su anonimato, en parte porque la muerte de Epstein ahora es parte de al menos dos investigaciones federales sobre por qué no fue monitoreado como corresponde a un prisionero de tan alto perfil.

Jeffrey Epstein le tenía pavor a la vida detrás de las rejas, dijeron personas que lo conocían.

Hace unos años mandó pintar un mural fotorrealista en el segundo piso de su mansión en el Upper East Side: era una escena en una prisión con alambre de púas, oficiales y una estación para guardias. Epstein aparece al centro del mural. A principios de este año le dijo a una visitante que quería que ese mural fuera un recordatorio de dónde podía terminar si no era cuidadoso.

Hasta entonces, Epstein había utilizado su riqueza para evitar la prisión en condiciones verdaderamente punitivas por un caso de 2008 en Florida; su equipo de abogados de élite negoció un acuerdomuy criticado con fiscales federales que le permitió a Epstein declararse culpable de cargos estatales de solicitar sexo pagado a una menor de edad. A cambio, Epstein evitó cargos federales por tráfico sexual.

Estuvo trece meses en un ala privada de la prisión del condado de Palm Beach, con permiso para salir durante la jornada laboral por seis días a la semana.

Esta vez no sucedió lo mismo.

La mansión de Epstein en el Upper East Side

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