No existen los fumadores saludables

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Los fumadores que creen que logran evitar los efectos dañinos de inhalar el humo del tabaco quizá necesiten reconsiderar esa idea, de acuerdo con los hallazgos de dos nuevos estudios, uno de ellos titulado originalmente “El mito del fumador saludable”.

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica, o EPOC, es uno de los peligros más conocidos del cigarrillo. Es posible saber si tanto fumadores como exfumadores la han contraído con una prueba llamada espirometría que mide cuánto aire se puede inhalar y qué tan rápido se exhala.

Desafortunadamente, a menudo no se practica esta sencilla prueba durante los exámenes médicos de rutina en personas con historial de fumador. Pero incluso cuando se realiza la espirometría, los nuevos estudios muestran que la prueba no logra detectar anomalías pulmonares que causan tos crónica, producción de esputo y ponen en peligro la respiración de la persona, su nivel de energía, el riesgo de contraer infecciones serias y su calidad de vida.

“Los fumadores o exfumadores que no tienen obstrucción de las vías respiratorias podrían suponer que no están enfermos”, pero ese no es necesariamente el caso, señaló uno de los equipos científicos. Estos investigadores proyectaron que en Estados Unidos existen 35 millones de fumadores o exfumadores mayores de 55 años que sufren enfermedades o deterioros pulmonares no detectados cuya causa es el cigarro.

Muchas de estas personas podrían empeorar con el paso del tiempo, incluso si dejan de fumar. Asimismo, es poco probable que se les recomiende rehabilitación pulmonar, un tratamiento que puede detener la inminente discapacidad.

Quizá lo más importante es que, quienes ahora fuman y no presentan síntomas, piensan que están fuera de peligro y pueden seguir fumando sin ninguna consecuencia. A menudo los médicos se muestran renuentes a insistir en que sus pacientes con síntomas dejen de fumar y, por lo tanto, es mucho menos probable que recomienden la abstinencia a quienes presenten resultados normales en la espirometría.

Al hablar sobre la EPOC, la investigadora Elizabeth A. Regan afirmó que “fumar tiene consecuencias terribles para nuestra sociedad”. Regan trabaja en el National Jewish Health en Denver y es la autora principal de uno de los estudios publicados el año pasado en la revista JAMA Internal Medicine.

“Vivimos felices pensando que solo una pequeña parte de quienes fuman contraerán esta devastadora enfermedad”, comentó. “Sin embargo, los pulmones de millones de personas en Estados Unidos sufren consecuencias negativas a causa del cigarro, y nuestros métodos para identificar esas enfermedades pulmonares son relativamente poco sensibles”.

Incluso cuando los resultados de la espirometría son normales, agregó Regan, “muchos fumadores presentan otros síntomas respiratorios. Se enferman con frecuencia, es más probable que sean hospitalizados por bronquitis o neumonía y presentan rastros de engrosamiento de las paredes de las vías respiratorias o enfisema en tomografías computarizadas, lo cual dificulta la respiración”.

Prescott G. Woodruff, autor principal del estudio publicado el 12 de mayo en The New England Journal of Medicine, dijo en una entrevista que “los fumadores tienen muchas más enfermedades pulmonares de las que habíamos pensado. Decir que solo 15 o 20 por ciento padece EPOC es un estimado considerablemente bajo”. Con demasiada frecuencia, señaló el equipo de Regan, algunos síntomas como la falta de aliento o dificultad al ejercitarse se “atribuyen al simple envejecimiento”.

El estudio de varios centros que fue dirigido por Woodruff, neumólogo de la Universidad de California en San Francisco, encontró que incluso cuando los fumadores obtuvieron resultados normales en la espirometría era probable que presentaran otros síntomas respiratorios crónicos como tos, flema, sibilancia, falta de aliento y opresión en el pecho.

También presentan una menor tolerancia al ejercicio y evidencia en tomografías computarizadas de vías respiratorias crónicamente inflamadas. Suelen utilizar más antibióticos para controlar las infecciones respiratorias y medicamentos llamados glucocorticoides para aliviar la dificultad al respirar. Además realizan más visitas al médico, salas de emergencia y son admitidos en hospitales con mayor frecuencia cuando se agravan los síntomas respiratorios.
En otras palabras: son mucho más propensos a experimentar aterradores episodios de fallas respiratorias que quienes no fuman.

Por supuesto, aunque las enfermedades pulmonares son las más comunes, no son la única consecuencia negativa del cigarro que es una fuente de sustancias nocivas que puede dañar casi cualquier sistema del organismo. La lista de enfermedades relacionadas con fumar ha crecido exponencialmente desde que hace 52 años se designó al cigarro como una causa probable de cáncer.

En las siguientes décadas se han añadido a la lista enfermedades cardiacas, muchos otros tipos de cáncer terminal, infartos, presión alta, coágulos sanguíneos, arteriopatía periférica, diabetes tipo 2, artritis reumatoide, cataratas y degeneración macular, así como la EPOC.

Los nuevos hallazgos de los dos equipos de investigación impulsaron a Leonardo M. Fabbri de la Universidad de Módena y Reggio Emilia en Italia a escribir un editorial que acompaña al estudio publicado en el New England Journal, titulado “Fumar es la enfermedad, no la EPOC”. Explicó que los resultados de los estudios “sugieren que fumar debe considerarse una enfermedad y se le debe tratar con toda su complejidad”.

El siguiente desafío, escribió Fabbri, es identificar a los pacientes con daño pulmonar a causa del cigarro que aún no tienen la enfermedad obstructiva, y encontrar maneras de tratarlos para reducir sus síntomas y evitar que se agraven.

Un estudio clínico que iniciará este año, patrocinado por el National Heart, Lung and Blood Institute, examinará si algunos tratamientos como el uso de un broncodilatador ayudan a aliviar los síntomas de aquellas personas que no padecen la enfermedad obstructiva. Desafortunadamente, “el costo de los broncodilatadores se ha disparado”, comentó Woodruff.

Hace algunas décadas las personas con problemas respiratorios como asma utilizaban broncodilatadores en aerosol que incluían químicos llamados fluorocarbonos, pero estos fueron prohibidos por razones ecológicas a mediados de la década de los setenta. Y los remplazos que elaboraron las empresas farmacéuticas todavía no se encuentran disponibles en una presentación genérica, lo cual mantiene los precios altos.

Woodruff comentó que el ejercicio de rehabilitación, uno de los mejores tratamientos para la EPOC, también debe ayudar a las personas con un daño pulmonar que todavía no llega a la obstrucción, pues mejora la capacidad de los músculos para usar de manera eficiente el oxígeno disponible.

Para mejorar la tolerancia al ejercicio se anima a los pacientes a caminar lo más rápido posible por el mayor tiempo que puedan y, después, caminar un poco más. A la mayoría de los pacientes les parece más sencillo hacer esto en una caminadora donde pueden regular la velocidad e inclinación de una manera precisa, y los resultados son medibles.

Pero, si este equipo no está disponible o su acceso es demasiado costoso, caminar en interiores o exteriores puede ayudar si se busca alcanzar una distancia y velocidad específicas para luego incrementarlas gradualmente.

Lo más esencial, por supuesto, es que los fumadores con o sin síntomas de enfermedades pulmonares dejen de fumar, lo cual puede reducir la gravedad de los síntomas respiratorios y hacer más lento el deterioro de las funciones pulmonares, escribió el equipo de Regan.

Sin embargo, los expertos afirman que dejar de fumar “no elimina el riesgo de enfermedades pulmonares progresivas”, esto significa que los pulmones de los exfumadores necesitarán ser examinados periódicamente.

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