Cómo y por qué renunció François Hollande a su candidatura presidencial

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Cuando catorce millones de franceses miraban el renunciamiento de Francois Hollande a representarse como candidato presidencial, solo su ministra Ségolène Royal y sus cuatro hijos sabían que el jefe de estado más impopular de la V República daba un paso al costado. Esa fue su recomendación cuando llamó a Ségolène desde Madagascar, después que leyera en las provocadoras declaraciones de su primer ministro Manuel Valls y su deseo de ser candidato, un desafío a su investidura y autoridad. ”Un golpe de palacio”, como califican los “hollandaises” a la presión brutal de Valls para que no se presentara y le dejara libre su camino a la candidatura presidencial socialista.

Por esas paradojas de las historias de amor y de poder, Madame Royal -la ex candidata presidencial y madre de sus cuatro hijos- hoy no es solo su ministra sino su más franca amiga y consejera, que sufrió en manos del partido socialista el mismo maltrato y resistencia al cambio que hoy heredó Hollande. Ella fue quien le sugirió defender su gestión, su legado, sus ideas. Sin negar su histórica hostilidad con Manuel Valls, Ségolène no quería que el presidente sufriera una humillación pública si se presentaba como candidato. ”Si piensas que no puedes ganar la primaria, no vayas. Sino, anda”, recomendó. Su hijo Tomás y las tres hijas tenían la misma opinión que su mamá. A la decisión histórica Francois Hollande la definió en familia, con la misma preocupación que tuvo por cada uno de ellos la noche de los atentados en las terrazas de París.

Solo ellos sabían lo que pasaría en el estudio de 2 rue de le Elysée, donde Hollande grabó su breve discurso de 11 minutos. Sobre un fondo azul, sin los oropeles del palacio, sin trazos de la decoración del poder de un presidente de la República. Según uno de los presentes, Hollande estaba al borde de las lágrimas. Pero nadie tenía idea de lo que iba a decir. Se fueron enterando al grabarlo y fue un shock.

En la V República los presidentes en el Eliseo se re-presentan, no renuncian al poder. Hollande renunció al poder pero no a la política. Es lo que hizo a las 8 de la noche del jueves, cuando tomó por sorpresa a los franceses a la hora de la cena, con solo 20 minutos de anticipación a los medios. Hollande se despojaba de toda ambición electoral para ser un jefe de estado y defender hasta el fin del quinquenato, su gestión de gobierno, sus promesas, su palabra, sus sueños, su batalla contra el terrorismo. Un gesto para reconciliarse con su país y con el electorado, en un excepcional comportamiento. ”Una dignidad” que inmediatamente, con él fuera de juego, le reconocieron desde todo el espectro político francés. Incrédulos. Hollande había decidido su renunciamiento para dejar su marca, su paso por la historia, para que lo juzguen después, sin las actuales pasiones e intereses.

El renunciamiento comenzó en la “cumbre- almuerzo” del lunes en el Palacio del Eliseo entre Francois Hollande y su primer ministro Manuel Valls, a su regreso de Madagascar. Hollande, alumno de la ENA, sabe imponer la autoridad que emana de su cargo. No fue un almuerzo cómodo ni para el ni para Manuel Valls.

Valls se fue sin hacer declaraciones. Ahora los vallsistas aseguran que Hollande le había prometido anunciar su decisión durante la semana y encontrar “una salida honorable”. Una versión imposible de confirmar entre los hollandistas.

El primer ministro galo, Manuel Valls (c), junto a la ministra gala de Sanidad, Marisol Touraine (izq.), y a la ministra de Trabajo, Myriam El Khomr (der.), en Nancy, Francia./ EFE

El primer ministro galo, Manuel Valls (c), junto a la ministra gala de Sanidad, Marisol Touraine (izq.), y a la ministra de Trabajo, Myriam El Khomr (der.), en Nancy, Francia./ EFE

Ni una sola vez mencionó en este discurso de renunciamiento a su sucesor. ”Valls lo va a lamentar. Fue él quien puso en la puerta a Francois Hollande. El no va a pasar el poder a quien lo crucificó”, acusó uno de los hollandistas más cercanos. La opinión se extendió entre los diputados pro Hollande y radicales de izquierda, que acompañan al jefe de estado. El presidente cree que la izquierda se dirige a una catástrofe en las presidenciales y alerta contra “el modelo social” francés, que pone en riesgo el candidato Republicano Francois Fillon con sus reformas radicales.

Hollande se irá en mayo, tras un gobierno donde fue acusado de falta de preparación, incapacidad para reorganizar la economía y lidiar con la insurrección de su partido ante sus reformas. Con el país bajo atentados terroristas, los “frondeurs” del PS le boicotearon todas sus reformas bajo acusaciones de neo liberalismo. Su vida personal complicada, la escandalosa partida de su ex pareja Valerie Trierweiler del Eliseo y sus dañinas memorias, su affaire en motoneta con la actriz Julie Gayett contribuyeron a que diera una imagen de indeciso, a veces ridículo. El libro de 600 páginas de dos periodistas de Le Monde –“Un presidente no debe decir eso– y sus confesiones indiscretas fueron fatales para su imagen.

Hollande es un político con piel de cocodrilo. Él reconoció que una de las enseñanzas de su gestión ha sido aprender “la humildad”. En su gobierno primero lo traicionó Emmanuel Macron, su secretario general , ex ministro de Economía y hoy candidato presidencial independiente. Luego Manuel Valls, alguien de quien él no esperaba otra cosa. El actual primer ministro francés analiza presentar su candidatura en los próximos días y hasta podría incluir su renuncia el próximo domingo. Así se iniciaría esta interna socialista, que ya tiene a los ex ministros Arnaud Montebourg y Benoit Hamon como coprotagonistas de esta tragedia griega.

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