martes, abril 23, 2024

Se buscan mujeres científicas (para alimentar el mundo)

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Hace algunos años, tuve la oportunidad de pasar un riguroso proceso de selección para obtener un puesto de investigador en una universidad alemana y logré llegar a la lista corta, la cual solo tenía una persona más. Se trataba de una mujer y, si bien ambos teníamos el mismo nivel de calificación, ella ganó la posición. La universidad optó por ella por sus excelentes referencias, pero también debido a una política institucional orientada a evitar toda clase de discriminación inconsciente en un proceso de selección: habiendo múltiples candidatos con igual nivel de calificación, se daría prioridad a las mujeres.

Queda mucho por hacer para aumentar la participación de las mujeres en la ciencia –sólo 28% de los investigadores a nivel mundial son mujeres.

Éste también es un tema que concierne a las ciencias agrícolas. En el mundo, los países con instituciones jóvenes de investigación tienden a tener un número menor de mujeres. Tomemos, por ejemplo, África del Oeste, donde el Banco Mundial ha realizado esfuerzos importantes por desarrollar capacidades científicas en agricultura. En África del Oeste, el porcentaje de investigadoras va de 4% en Guinea hasta 20% en Ghana. Como referencia, en Holanda, un país que cuenta con un sistema maduro de innovación, la tasa de participación de mujeres científicas alcanza un 37%.

Mejorar la equidad de género en las ciencias agrícolas importa

Es un mito creer que en las ciencias agrícolas los hombres son inherentemente mejores que las mujeres –pero es una creencia que todavía persiste. Una de las pocas científicas mujeres del Instituto Nacional de Innovación Agrícola y Forestal en Bolivia (INIAF [1]) afirma que posee iguales capacidades, incluso mejores, que muchos investigadores varones. Estoy totalmente de acuerdo con ella. En los años que he trabajado en Bolivia, donde la creencia de la superioridad masculina todavía está muy arraigada, nunca visité laboratorios mejor manejados que aquéllos dirigidos por mujeres científicas.

Considerando los desafíos de desarrollo en materia de alimentación y agricultura, la subrepresentación de las mujeres en ciencias agrícolas es un tema preocupante. En muchas regiones y países, la producción agrícola se ha feminizado en vista que los hombres buscan posibilidades de empleo fuera del campo, y ciertos productos están crecientemente bajo el control de las mujeres. Las mujeres científicas aportan una perspectiva esencial a tomar en cuenta cuando se trata de comprender las necesidades específicas de las mujeres a nivel local y de dotarlas con tecnologías útiles. ¿Quién mejor que las mismas mujeres, que comprenden las necesidades físicas y los desafíos cotidianos de las mujeres, para desarrollar tecnologías para las mujeres? Además, en ciertas áreas esenciales las mujeres deben jugar un rol protagónico. Por ejemplo, desarrollar tecnologías relativas a la nutrición sólo con investigadores varones es pura ilusión y es poco probable obtener resultados de alto impacto.

Cómo aumentar la participación de mujeres en la investigación agrícola

1. En primer lugar, educación superior

Una joven agrónoma del INIAF me contó recientemente cuan orgullosa estaba cuando obtuvo su título el año pasado (ver cuadro). Puedo entender perfectamente su orgullo, porque para una mujer, en países como Bolivia, obtener una licenciatura en agronomía u otras áreas técnicas, es comparable a la situación que enfrentaban las mujeres que entraban en política en los años 30. Pero el camino no termina allí. Para dedicarse efectivamente a la ciencia, las mujeres deben continuar su formación científica, aunque el porcentaje de mujeres completando maestrías y doctorados es incluso menor.

En los países en los que las presiones culturales y sociales ponen particulares obstáculos a las mujeres, incluir medidas con enfoque de género puede ser un mecanismo apropiado para incrementar el acceso de las mujeres a la educación secundaria y terciaria. Por ejemplo, un proyecto financiado por el Banco Mundial para apoyar el Sistema Nacional de Innovación Agrícola en Perú incluye un programa de becas de maestría, con la meta ambiciosa que, al menos, el 35% de las becas sean otorgadas a mujeres.

2. Impulsar la autoconfianza y el liderazgo

A menudo en las discusiones sobre incorporar un enfoque de género en los proyectos de desarrollo agrícola se reconoce –de manera correcta, en mi opinión— que los intereses de las mujeres tienden a pasar inadvertidos porque muchas mujeres son tímidas y no se atreven a hablar en público. En el área de ciencia y desarrollo, ocurre algo similar. He escuchado testimonios de varias mujeres trabajando en investigación que describen cuan desafiante, y a menudo frustrante, ha sido para ellas ser escuchadas y abrirse paso en un campo dominado por varones.

Recientemente encontré una iniciativa extraordinaria para apoyar a mujeres investigadoras agrícolas: Mujeres Africanas en Investigación y Desarrollo Agrícola (AWARD), bajo el alero del Centro Mundial de Agroforestería, que se orienta a fortalecer las capacidades de investigación y de liderazgo de las mujeres. En la misma línea, en la última década el CGIAR ha estado trabajando, entre otras acciones con enfoque de género para apoyar a las mujeres científicas a desarrollarse profesionalmente.

3. Eliminar las barreras institucionales para mujeres

Todavía me acuerdo cuan doloroso fue para mí perder la oportunidad de convertirme en investigador de una bien conocida universidad internacional. Ahora, no obstante, veo que la universidad alemana tomó la opción correcta. Las instituciones de investigación necesitan políticas proactivas para remover las barreras inconscientes y lograr un mejor balance de género.

En Bolivia, el Banco Mundial ha apoyado al INIAF en eliminar los obstáculos para reclutar investigadoras, con resultados parciales. Hemos aprendido que las políticas institucionales inclusivas deben cubrir un amplio rango de áreas, desde el reclutamiento hasta la programación de los horarios de trabajo y la provisión de atención infantil. También hemos aprendido que se requiere tiempo para que las medidas para facilitar el avance profesional de las mujeres científicas den frutos. Esto podría explicar por qué le tomó 25 años a la Empresa Brasilera de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) doblar el porcentaje de mujeres investigadoras.

Alimentar el mundo hoy en los años venideros es un desafío abrumador. Si queremos enfrentar este desafío de manera exitosa, todos los recursos tendrán que ser movilizados. En este sentido, no podemos ignorar la enorme contribución que las mujeres pueden hacer a la investigación y el desarrollo agrícola. Claramente, el mundo necesita más mujeres científicas.

[1] El INIAF está concluyendo el Proyecto de Innovación y Servicios Agrícolas con el apoyo financiero del Banco Mundial en colaboración con las Agencias de Cooperación de Suiza y Dinamarca.

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