Sobrevivientes: La vida después del cáncer

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El cáncer afecta a millones de personas alrededor del mundo todos los años, y como todo mal no discrimina, especialmente en la edad. Muchos son los jóvenes que padecen de esta devastadora enfermedad, la cual tiene numerosas repercusiones en varios aspectos de la vida.

Uno de estos es el social, donde los efectos secundarios de los tratamientos del cáncer, como quimioterapia y radioterapia, pueden ser perjudiciales física y mentalmente para el paciente. La aceptación es, según expertos en el campo, un paso primordial.

Psicólogos señalan la juventud como una etapa crucial en el desarrollo social de las personas.

Es cuando se experimenta, se prueban cosas nuevas, y se forman lazos que perduran en el tiempo, por lo que una alteración drástica a la vida de alguien en esa edad puede ser muy traumático. Estos cambios son sobrellevados de diferentes maneras, tanto por la gravedad de la enfermedad per sé, como por la personalidad de las personas afectadas.

“Mi caso no fue tan grave, nunca perdí el cabello, y los ataques de náuseas eran pocos. Los peores momentos eran durante, y unos días después de recibir quimioterapia”, dice Pablo Matos, diagnosticado con liposarcoma mixoide a los 23 años. Indica que su sentido del humor y “no pensar mucho en eso” fueron las dos armas más fuertes para lidiar con su situación, además del apoyo de amigos y familiares.

Asevera, entre risas, que nunca cambió sus “malos hábitos”, a pesar de que sus doctores le advirtieron que debía minimizar la comida chatarra y el consumo de alcohol, y que el impacto que tuvo en su vida social fue mínimo.

Sin embargo, no todas las vivencias son las mismas, ni se procesan igual.

“Para mí fue muy, muy fuerte. Perdí muchísimo peso en poco tiempo, quedé con una cicatriz horrible luego de la operación, y se me cayó todo el pelo”, expresa una joven que prefirió no ser identificada.

Asegura que esto último la afectó muchísimo, porque la cicatriz la podía esconder, pero el pelo le era imposible. Una peluca tampoco era una opción viable, debido a que se sentía incómoda con todas las que intentaba ponerse.

Afirma que solía tener sentimientos de impotencia y que poco a poco, con ayuda de su madre, fue aceptando su condición, por lo que pudo abrirse nuevamente y retomar su vida.

Físicos.
Pérdida de peso, cicatrices postoperatorias, y quemaduras por radioterapia.

Psicológicos.
Sentimientos de ira, soledad, desesperación y depresión son comunes.

Religión.
Muchos pacientes se refugian en la religión durante su tratamiento.

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