Suzanne Noël, la mujer que reconstruyó las caras rotas de la Gran Guerra

Además de su intervención en la Primera Guerra Mundial, quedan en el recuerdo la operación de rejuvenecimiento que realizó a la actriz Sarah Bernhardt, en 1912, o la ayuda que brindó a los judíos en los albores de la Segunda Guerra Mundial, operando narices para evitar que fueran reconocidos por sus rasgos.

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Pese a ser una práctica des-legitimada antes y después de la Gran Guerra, la cirugía reparadora logró devolver su rostro a 15.000 soldados franceses, gracias en parte al trabajo inédito de Suzanne Noël, una de las precursoras de las intervenciones plásticas.

Con la inauguración de una estatua en su honor en Annecy, que será desvelada este 11 de noviembre en el centenario del armisticio, muchos redescubren la figura de Noël (1878-1954), que devolvió la forma humana a estos hombres rechazados por la sociedad, pues representaban la desgracia que todos querían olvidar.

Los cuatro años de empeño, en los que también perdió a su primer marido, el doctor Henri Pertat, sirvieron para marcar las pautas en las que desarrolló su carrera, donde la cirugía se convirtió en un acto de militancia.

«En la guerra de 1914, el gran número de ‘gueules cassées’ (caras rotas) hizo que fueran visibles en la sociedad, más que en conflictos recientes. Ya no mostramos y no vemos a los heridos de guerra», cuenta Sophie Delaporte, autora del libro «Visages de guerre» («Rostros de guerra»).

Las múltiples operaciones a las que se sometieron estos hombres les permitieron continuar forjando lazos en su vida íntima, la mayoría consiguió formar una familia, pero no renovar sus vínculos con la sociedad «que veían en ellos la violencia de en lo que se habían convertido», según Delaporte.

Los médicos que intervinieron en la reconstrucción de mandíbulas, narices e injertos de piel o huesos desarrollaron un conocimiento en la materia nunca visto, pues no se había dado antes un conflicto similar ni se habían usados métodos y armas tan capaces de dejar a un hombre con un hueco en la cara.

Tras la guerra, Noël se casó con quien había sido su compañero de hospital y amante, André Noël -quien le dio el apellido por el que se la conoce-, pero la muerte de la hija de ambos llevó a este a suicidarse arrojándose al Sena.

Los escándalos que rodearon la vida de esta cirujana y la tristeza por la pérdida la motivaron a «refugiarse en el trabajo», según explica la presidenta del Club Soroptimista de Annecy, Sylvie Miranda, que ha recolectado USD 57.000 en donaciones para levantar la estatua, con la ayuda del ayuntamiento.

«Solo un par de mujeres fueron reconocidas en Francia por lo que hicieron durante la guerra pese a que muchas colaboraron de una u otra forma, y eso es lo que queríamos mostrar con esta estatua. Hablamos de ella pero podríamos hablar de cualquier mujer», señala Miranda.

Noël fue además la creadora en 1924 en Francia y buena parte de Europa del Club Soroptimista, integrado por mujeres que trabajan y que ayudan a otras mujeres y niñas a mejorar sus vidas en hasta 120 países, con un funcionamiento similar al más conocido Club Rotary.

El hecho de que no le sobreviviera descendencia complicó las informaciones que quedan sobre Noël, y los investigadores que han indagado en su vida tuvieron que conformarse concartas de la época o las propias técnicas que le permitieron ser reconocida en el medio médico, como las liposucciones.

Tras el fin de esta contienda, actuó para reducir cicatrices y otras huellas del conflicto, trabajando hasta el final de su vida, en 1954.

«Ahora hay más gente que la conoce y quizá después de la estatua habrá aún más», confía Miranda.

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