El gobierno ruso aprobó la construcción de una autopista que unirá China con Europa y supondrá un acortamiento de la actual conexión marítima. Tendrá 2.000 kilómetros y llegará hasta Bielorrusia, pasando por Kazajistán.
Este proyecto forma parte de la Ruta de la Seda que impulsa Pekín y debería convertirse en la vía más corta para transportar mercancías entre China y Europa.
Rusia ya informó del inicio de las obras del primer tramo de la ambiciosa obra, que conectará China y su país vecino, Kazajistán.
La autopista, que será financiada con dinero público y privado, debería estar terminada en 2024 y se estima que tendrá un coste de 10 millones de euros.
La obra se enmarca dentro del macro proyecto de comercio transcontinental promovido por Xi Jinping, el presidente de la República Popular de China desde 2013, “One belt. One road”, (”Un cinturón. Un camino”, en español) que intenta recrear la antigua Ruta de la Seda a través de una conexión por tierra entre Europa, Asia del Sur, Asia Central y Oriente Medio. El proyecto afectaría a 60 países, que suponen un 70% de la población mundial.
El pasado marzo, Italia se convirtió en el primer país del G-7 en integrarse en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. A pesar del recelo mostrado por la Unión Europea, el país del sur de Europa vio una oportunidad para dar salida a sus productos hacia el gigante asiático.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional dieron su visto bueno a la conexión en la reunión anual celebrada en abril. Los organismos acogieron con satisfacción estos proyectos transnacionales, en un momento en que el proteccionismo y las guerras comerciales amenazan a la economía mundial.
