Era una mañana de un martes cuando escuché por primera hablar de las «pastillas de la inteligencia».
«Todo el mundo las está tomando», me explicó una amiga. «Son píldoras que te ayudan a concentrar». Ella las tomaba para lidiar con «días importantes».
Muchas de las llamadas píldoras de la inteligencia fueron creadas para usos convencionales.
Tal es el caso del modafinilo, un narcoestimulante para la somnolencia excesiva diurna asociada con narcolepsia, pero cada vez más personas lo toma para mejorar su rendimiento.
El modafinilo fue calificado por investigadores de las universidades de Harvard y Oxford como «la primera droga segura para la inteligencia», quienes sugieren que sus efectos son de «bajo riesgo» si se tomaban durante un corto plazo -tampoco hay datos sobre los efectos a largo plazo.
Pero los efectos secundarios pueden incluir insomnio, dolores de cabeza y posiblemente peligrosos sarpullidos en la piel.
Sin embargo, tras leer varias reseñas positivas en internet -algunas de ellas aseguraban que estas pastillas habían mejorado drásticamente sus notas en la universidad- decidí tomarlas por experimento.
Si bien en el Reino Unido (donde resido) es ilegal vender modafinilo sin receta médica, no lo es comprarlo.
En internet existen muchos sitios, con frecuencia operados desde India, que permite adquirir el fármaco.
Tras consultar a un doctor que me dijo que al ser un joven sano era poco probable que experimentara efectos secundarios graves, decidí seguir adelante.
Primera dosis
La primera pastilla la tomé en la universidad de Cambridge como parte de una prueba cognitiva.
Antes de ingerirla, los científicos examinaron mi atención visual, memoria espacial, funciones ejecutivas y memoria episódica.
La profesora Bárbara Sahakian estaba segura de que el fármaco tendría algún efecto en mí.
«Hemos hecho varios estudios que muestran cómo al tomarlas aumenta la habilidad cognitiva», me explicó.
Antes de las píldoras, mi concentración estaba en el tope del 15-20% de la gente de mi edad. Después, estuve entre el 5-10%.
Me empecé a sentir más despierto y un poco menos dispuesto a la frustración.
Pero habían muchos otros factores que pudieron haber afectado los resultados.
Sin embargo, mi mente se mantuvo alerta a lo largo del día.
Durante las cuatro horas de vuelta a mi casa en Liverpool, no me sentí tan cansado como normalmente me pasa.
Pero esta fue la última vez que experimenté algo positivo del modafinilo.
Segunda dosis
Al día siguiente, un viaje en tren se presentó como la oportunidad perfecta para adelantar en el trabajo con la ayuda de la píldora de la inteligencia.
Me equivoqué. Estaba distraído, más de lo normal.
El fármaco me hizo estar más concentrado, pero en las cosas equivocadas; como jugar con los videojuegos de mi teléfono.
En la medida que pasó el tiempo, empecé a desarrollar un terrible dolor de cabeza, perdí mi apetito y constantemente necesitaba ir al baño.
Mi cerebro no estaba funcionando más rápido, mientras que mi vejiga iba a toda máquina.
Esa noche empecé a sentir los efectos del «agente promotor de la vigilia» del modafinilo.
Cuando intenté irme a la cama, no logré desconectarme hasta muy entrada la mañana.
También descubrí un bulto en la parte de atrás de mi pierna que me picaba (al día siguiente apareció otro en mi brazo).
Lo que me estaba pasando parecía estar muy alejado de la experiencia de otros.
Jason Auld, atleta y empresario de Edimburgo, asegura que con modafinilo siente que puede lograr prácticamente cualquier cosa.
«Sencillamente te hace sentir que estás funcionando al 100%, lo estás dando todo. Normalmente crees que eso no es posible, pero modafinilo me permite hacerlo».
Más allá del primer brote de energía inicial y el aumento de concentración que experimenté la primera vez, terminé sintiéndome peor de lo que suelo sentirme cuando me encuentro en mi mejor momento.
Tercera dosis
La tercera y última vez que tomé la pastilla también fue decepcionante.
Con un día de filmación y edición, regresaron los dolores de cabeza.
Estaba cada vez más deshidratado y, una vez más, no tenía hambre.
Lo peor de todo eran los constantes comentarios de mis amigos sobre lo deteriorada que estaba mi piel.
Y como la pastilla me impedía dormir, tenía un aspecto terrible.
Eventualmente dejé de postergar mis deberes y parecía que el fármaco empezó a tener el efecto que debía. Pero esto no ocurrió sino hasta las 8pm, cuando no quería que empezara a actuar.
Trabajé sin parar hasta las 11pm, editando, filmando y escribiendo; haciendo cosas que ni siquiera sabía si necesitaba hacer.
Sentía que tenía que seguir trabajando, sin que necesariamente lo quisiera hacer.
En general, los aspectos negativos de la pastilla de la inteligencia sobrepasaron los positivos, algo que pudo deberse a muchas razones.
El cuerpo de cada persona reacciona de forma distinta a las sustancias químicas y las pastillas. Y, tras hablar con el doctor, me informaron que mi hígado había liberado una enzima cuyo objetivo era eliminar el modafinilo de mi sistema.
Otra razón de los efectos que tuve fue que al comprar el fármaco por internet pude haber ingerido unas pastillas defectuosas, a pesar de que Jason me dijo que en el pasado había utilizado al mismo proveedor.
De alguna forma fue decepcionante no haber tenido la oportunidad de sentir los efectos positivos del modafinilo que había escuchado, pero también fue un alivio saber que no me estaba perdiendo de nada.
Los efectos secundarios y la falta de productividad significaron que no se trata de una píldora mágica, y definitivamente no me siento tentado a probarla otra vez.
bbc