1,464 horas de terror en la embajada de RD en Colombia

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El 27 de febrero no sólo se conmemora el  177 aniversario desde que la República Dominicana se liberó del yugo haitiano, sino que se recuerda cómo hace 41 años el M-19 se apoderó de la embajada dominicana en Colombia, significando, hasta el día de hoy, un acontecimiento sin precedentes para la historia nacional.

Durante 61 días el pánico y el terror se apoderaron de 46 rehenes, entre ellos 16 embajadores de varios países, quienes fueron víctimas de la toma de la sede diplomática por parte de la organización paramilitar que perseguía sus ideales de instaurar una “verdadera democracia” en Colombia.

Bajo el lema “¡Con el pueblo, con las armas, al poder!” y un disparo de una pistola nueve milímetros a manos del «Comandante Uno», en la entrada del edificio, se puso en marcha un plan estratégico que estremeció a la comunidad internacional.

El operativo que recibió el nombre de «Operación Libertad y Democracia» reunió a un total 16 guerrilleros del Movimiento 19 de Abril, entre ellos 10 hombres y seis mujeres, que lograron penetrar altamente armados a plena luz del día a uno de los lugares más custodiados y protegidos, como si se tratara de una película de ficción.

La embajada dominicana ubicada en Bogotá se convirtió en “el escenario perfecto” para desplegar el “plan maestro” que habían preparado los insurrectos, ya que el 27 de febrero de 1980 se celebró un gran evento en honor al aniversario 136 de la independencia dominicana al que asistieron diplomáticos de alto rango, cónsules, secretarios y asistentes de la diplomacia internacional.

Mantener cautivos por dos meses y un día a los embajadores de Brasil, Estados Unidos, Venezuela, República Dominicana, Costa Rica, México, Uruguay, Austria, El Salvador, Egipto, Guatemala, Haití, Suiza, Israel, Italia y al nuncio apostólico de El Vaticano era el “pase” que necesitaban los guerrilleros a fin de lograr su cometido.

En aquel entonces República Dominicana estaba representada en el país suramericano por el embajador Diógenes Bartolomé Mallol Burgos, pediatra de profesión, nombrado por el  expresidente dominicano Antonio Guzmán Fernández, cuyo mandato abarcó los períodos 1978- 1982. 

Para soltar a los rehenes el grupo armado le exigía al gobierno colombiano encabezado por el expresidente Julio César Turbay, la libertad de 311 presos políticos que se encontraban recluidos en las cárceles de Bogotá, Cali, Meta y Bucaramanga, así como el desembolso de US$50 millones como recompensa.

Otras peticiones que hizo la banda fueron el retiro de las tropas militares que rodeaban a la embajada y que el gobierno colombiano les concediera un diálogo abierto.

Rosemberg Pabón, líder de la operación y a quien todos reconocían como “Comandante Uno”, señaló en una entrevistada realizada por el periódico colombiano El Tiempo que la toma de la embajada era  “una operación necesaria para rescatar la imagen de los presos políticos en Colombia”.

Dos años antes de la ocupación de la sede diplomática, el 31 de diciembre de 1978, el grupo guerrillero había ejecutado la “Operación Ballena Azul”, en la que asaltaron el Cantón norte del Ejército Nacional de Colombia en Bogotá logrando sustraer más de cinco mil armas de fuego para sus planes futuros.

El gobierno de Turbay ordenó a las tropas colombianas la recuperación inmediata de todas las armas robadas, aunque esto implicara torturar o asesinar a los involucrados.

Y así fue, la guardia colombiana recobró la mayoría de las armas y gran parte de los miembros del grupo fueron apresados y denunciaron ante los diferentes medios de comunicación haber sido víctimas de actos represivos.

Todo aquello era sólo una antesala para lo que sobrevenía: Luis Otero Cifuentes, miembro del Comando Superior del M-19 ya estaba ideando la toma de la edificación y armando el grupo de 16  guerrilleros que serían dirigidos por el “Comandante Uno”.

En el desayuno del Listín Diario que tuvo lugar el 3 de octubre de 2007, Rosemberg Pabón, “el comandante uno”, señaló que “nadie sabía que iba a tener la misión del asalto a la embajada”, ya que la operación había sido preparada por otros miembros del grupo paramilitar.

“Yo no lo sabía, la operación la prepararon otros compañeros, yo incluso no iba. A mí me dijeron: prepare unos jóvenes para un curso militar y ese curso es tan duro que se pueden morir. Todos los compañeros sabían que podían morir no más, pero no sabían para qué, a mí me dijeron  faltando tres días y yo no conocía Bogotá”, explicó.

Sin embargo, a pesar de desconocer la magnitud de la misión a la que se enfrentarían, los guerrilleros aceptaron el desafío.

Eran las 12:00 del mediodía y los guerrilleros empezaban a organizarse para ejecutar el plan. Pabón explicó que para garantizar el éxito de la “Operación Libertad y Democracia» el equipo se dividió en cuatro grupos integrados por cuatro personas cada uno.

La estrategia para poder penetrar en la embajada dominicana sin que nadie se percatara de lo que estaba a punto de ocurrir consistía en que cuatro guerrilleros, entre ellos Pabón y Carmenza Cardona Londoño alias “La Chiqui”, se iban a vestir de gala para hacerse pasar por embajadores invitados a la fiesta.

Justo al frente del edificio, en una zona verde, aguardaban los  12 miembros restantes del operativo vestidos con ropa deportiva roja y verde, quienes “pasaban” como futbolistas de la Universidad Nacional jugando un partido amistoso.

“Entonces los otros 12 hicieron una especie de herradura, porque todos los guardaespaldas de los embajadores estaban afuera. Mis compañeros llegaron  vestidos de  deportistas”, indicó Pabón en el Desayuno del Listín.

De acuerdo con el líder de la operación, los guerrilleros podían triunfar si lograban cruzar la puerta con el arma de fuego, ya que nadie del evento estaba armado porque no lo permitían.

15 minutos más tarde un disparo a manos de Pabón retumbó en toda la embajada y dio la señal esperada por los guerrilleros que estaban fuera para tomar sus armas e ingresar a la sede.

La emboscada surtió efecto y los guerrilleros entraron a punta de disparo aterrorizando a los que no corrieron con la “suerte” de evitar el suceso.  Algunos que tuvieron la dicha, según la narración de Pabón,  fueron los embajadores de la Unión Soviética, Checoslovaquia, Rumanía y Hungría quienes se habían ido minutos antes para asistir a una recepción en la embajada de  Alemania del Este.

Durante el intercambio de disparos entre escoltas de los diplomáticos y guerrilleros uno de estos últimos, Carlos Arturo Sandoval alias “Camilo”, resultó muerto por un balazo en la nuca.

En el tiroteo también resultaron heridos el guardaespaldas del embajador de Estados Unidos, el encargado de negocios de Paraguay y dos civiles que estaban en los alrededores de la sede.

El ejército colombiano rodeó la embajada  y posicionó francotiradores en los edificios colindantes.

En vista de la situación, para lograr que los militares cesaran el fuego hacia la embajada a los insurrectos se les ocurrió utilizar a los embajadores como un “escudo protector” colocándolos en las ventanas para que gritaran que “temían por sus vidas”.

El tiempo empezó a correr

Para comunicarse con el exterior y empezar a negociar, Pabón y “La Chiqui” requirieron que un periodista desnudo y con las manos en la cabeza les llevara un “walkie-talkie”. A los pocos minutos el reportero Guillermo Franco Fonseca se presentó como voluntario y atravesó la calle con el dispositivo en mano y un pañuelo blanco en símbolo de paz.

A cuatro días de haberse iniciado la operación, el 2 de marzo, el gobierno colombiano autorizó contactos directos con el comando guerrillero y se estableció quiénes serían los negociadores.

Los secretarios de protocolo de la cancillería, Ramiro Sambrano y Camilo Jiménez, representaban los intereses del gobierno, “La Chiqui”, con 27 años de edad, encarnaba los intereses del M-19 y el embajador mexicano Ricardo Galán fungía como testigo de los encuentros realizados en una camioneta sin puertas traseras.

A medida que liberaban civiles, entre ellos mujeres y niños, el gobierno colombiano respaldado por la Cruz Roja aprovechó para llevarles comida, bebidas, ropa, almohadas y otros utensilios necesarios a los rehenes para su permanencia en el lugar.

El 17 de marzo ocurrió un giro inesperado en los hechos cuando el embajador de Uruguay, Fernando Gómez Fyns, escapó de los captores saltando por una ventana desde el segundo piso fracturándose la pierna derecha y recibiendo un impacto de bala por la policía colombiana al confundirlo con un guerrillero.

En el exterior de la embajada la incertidumbre crecía cada vez más entre aproximadamente 200 periodistas, cronistas y reporteros que montaron campamentos en una zona que apodaron “Villa Chiva” para día tras día informar a la población mundial de lo que estaba pasando en Colombia.

La pesadilla llegó a su fin

Tras 24 reuniones y 61 días de haberse iniciado la toma de la embajada, los representantes de ambos bandos llegaron a un acuerdo y el 26 de abril pactaron la liberación de los rehenes… pero en Cuba.

Fidel Castro, expresidente y líder de la revolución cubana, les había ofrecido asilo político a los guerrilleros, oferta que aceptaron rápidamente y emprendieron el viaje hacia Cuba a través del aeropuerto El Dorado.

A las 6:30 de la mañana del 28 de abril las calles de Colombia se llenaron de personas que vociferaban gritos de júbilo hacia los insurrectos como si se trataran de “héroes nacionales”.

Cuando pisaron suelo cubano los rehenes fueron liberados en presencia de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y los militantes se quedaron en el país por varios años.

¿Se logró el cometido?

Ninguno de los 311 presos políticos fue liberado y de acuerdo con el gobierno a los guerrilleros tampoco se les devengó la suma que pedían, sin embargo, el “Comandante Uno” aseguró que habían recibido US$3 millones antes de partir hacia Cuba.

Para Pabón la operación fue “exitosa” ya que sentaron precedentes para el pueblo colombiano e instauraron cambios importantes, tales como los acuerdos de desmovilización que permitieron que el M-19 se convirtiera en un partido político llamado “Alianza Democrática M-19” y lograra un escaño en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

El “Comandante Uno” visitó el país

Tras haberse exiliado en Cuba por 10 años, Pabón participó como invitado en el Desayuno del Listín Diario donde confesó que al momento del asalto ocurrido el M-19 “no tenía nada en contra de la República Dominicana”, ya que todo formaba parte de una estrategia para provocar una negociación con el gobierno colombiano.

El exguerrillero admitió que había esperado durante 27 años  para viajar hacia la isla caribeña con el fin de “reconciliarse” y hablar con el pueblo dominicano.

Durante el encuentro, Pabón manifestó que estaba dispuesto a entregar en un acto formal la emblemática pistola que utilizó para el asalto, gesto que según su juicio significaba una “conciliación” con la nación.

El exdirector de la Dirección Administrativa de Economía Solidaria del Gobierno de Colombia (Dansocial) aprovechó la ocasión para entregarle al director del medio, Miguel Franjul, una gorra con el mensaje “Dansocial hacia una Colombia de Paz”.

Para Pabón, quien también fungió como senador de Colombia y alcalde del municipio de Yumbo, hasta el día de hoy los miembros del movimiento “le han cumplido al pueblo de Colombia”.

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