26 personas tienen más riqueza que los 3.800 millones más pobres

Es un fenómeno global. Se detiene la reducción de la pobreza y aumenta la concentración de riqueza. Los directores ejecutivos de las 200 compañías más grandes de Estados Unidos tienen un sueldo promedio de 18,6 millones de dólares al año. La mitad de las personas en el mundo viven con menos de dos dólares al día

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Es una de esas contradicciones de las estadísticas. Desde hace años la pobreza en el mundo viene bajando acompañada de un aumento significativo de las clases medias. Pero en este 2019, según el «Reloj Mundial de la Pobreza», una organización auspiciada por el gobierno alemán que provee datos en tiempo real de los ingresos de las personas, el ritmo de los que escapan de la miseria está disminuyendo en forma considerada. Somos menos pobres, pero la pobreza sigue aumentando. También la concentración. Ya son apenas 26 los multimillonarios que poseen más dinero que los 3.800 millones de personas más pobres del planeta.

Cuando el Reloj Mundial de la Pobreza se lanzó hace dos años, en promedio, una persona escapaba de la pobreza cada segundo. El año pasado, el ritmo de reducción se desaceleró a 0,8 personas por segundo. Las últimas proyecciones para este año muestran que se ralentizó aún más: a 0,6 personas por segundo. Este es el resultado de la desaceleración en el crecimiento de la economía global que afecta particularmente a los países africanos y se alimenta de las grandes crisis como las que viven SiriaYemen y Venezuela.

India, por ejemplo, consiguió en la última década tasas muy altas de reducción de la pobreza en enormes capas de la población que pasaron a engrosar la ascendente clase media. Pero en la última etapa del primer gobierno de Narendra Modi –reelegido la semana pasada- muestra una caída considerable del producto bruto per cápita. Ya no hay compradores para los 100.000 nuevos departamentos construidos en New Delhi en los últimos meses, tampoco se venden como antes motos ni autos nacionales. Se detuvo la movilidad social.

A nivel global, la última proyección confirmada por datos del Banco Mundial, el Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI) y el Instituto de Salud Métricas y Evaluación (IHME), indica que, en 2030, unos 500 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema, 44 millones más de la estimación anterior. Con esta actualización, el World Data Lab dice que África tiene hoy 427 millones de personas viviendo en pobreza extrema. Se espera que el continente sea el hogar de casi tres cuartas partes de la pobreza mundial a finales de 2019. «Sin embargo, muchas partes de África, como Etiopía y Kenia, están logrando avances significativos de un Desarrollo Sostenible. Pero Nigeria tuvo un retroceso muy importante», dice un informe del Brookings Institute, el centro de pensamiento demócrata en Washington. África sigue siendo el hogar de la mayoría de los extremadamente pobres del mundo, viven con menos de dos dólares por día.

Las guerras en Yemen y Siria, así como el conflicto social en Venezuela y el estancamiento económico en Tanzania, provocaron las mayores caídas de la población en la indigencia. Casi 18 millones de yemeníes viven en la pobreza extrema, el 57% de la población. En Venezuela, se prevé un aumento de 2,4 millones más de personas en la indigencia. Y ya permanecen en esa categoría 8,6 millones de venezolanos, el 26,5 por ciento de la población. En Tanzania son 23 millones, casi el 42% de sus habitantes.

Steven Pinker, el profesor de Harvard y uno de los divulgadores científicos más reconocidos, decía que en 2018 el éxito en el combate de la pobreza y el ascenso social a la clase media de millones de personas en todo el mundo era «la noticia ignorada» del año. Pero poco después, comentó en su cuenta de Twitter que las mismas estadísticas en las que basó su observación, estaban siendo revisadas. En 2019 sólo 20 millones de personas escaparán de la pobreza extrema. A este ritmo, el número global tardará cinco años en caer por debajo de 500 millones, lo que hace casi imposible cumplir con el objetivo de las Naciones Unidas de acabar con la pobreza extrema para el 2030.

Steven Pinker. (Rose Lincoln /Harvard)
Steven Pinker. (Rose Lincoln /Harvard)

Junto a la pobreza, aumenta la desigualdad económica planetaria. En su último informe, la ONG Oxfam, muestra que la riqueza de los multimillonarios aumentó 900.000 millones de dólares el año pasado. La concentración se acentuó a tal punto en 2018 que 26 multimillonarios poseen más dinero que los 3.800 millones de personas más pobres del planeta. Un año antes eran 43 esos multimillonarios. La cantidad de personas que acumularon más riqueza se duplicó desde la crisis financiera de 2008. «El abismo que aumenta entre ricos y pobres penaliza la lucha contra la pobreza, perjudica la economía y alimenta la rabia en el mundo», afirmó Winnie Byanyima, la directora ejecutiva de Oxfam.

La riqueza de los multimillonarios del mundo aumentó a un ritmo de 2.500 millones por día, mientras que los ingresos de la mitad más pobre del planeta cayeron un 11%. La ONG estimó que el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, dueño de Amazon, alcanzó el año pasado una fortuna de 112.000 millones de dólares. El presupuesto de Salud de Etiopía equivale al 1% de esa suma.

Oxfam dice que «los más ricos se benefician no sólo de una fortuna en plena expansión, sino también de los niveles impositivos menos elevados desde hace décadas». La riqueza está particularmente infragravada; de cada dólar de impuestos a los ingresos, sólo cuatro céntimos provienen del impuesto a la riqueza. Y a esto hay que agregarle la evasión impositiva. Se estima que los más ricos esconden al fisco 7,6 billones de dólares, en algunos países como Brasil o Reino Unido, el 10% de los más pobres pagan impuestos más altos en proporción a sus ingresos que los más ricos.

Y la tendencia a la acumulación la propician las mismas empresas que benefician a sus directivos en forma desproporcionada con respecto a los salarios del resto de los empleados. Equilar, una consultora de compensaciones para ejecutivos, hizo una encuesta para el New York Times que muestra cómo los doscientos directores ejecutivos mejor pagados en Estados Unidos obtienen beneficios todavía mayores cada año. En 2018, les fue especialmente bien a los CEO: el promedio recibió pagos equivalentes a 18,6 millones de dólares, un aumento de 1,1 millones, o del 6,3 por ciento, en comparación con el año anterior. Una tasa de casi el doble de la registrada para los salarios comunes. En 2018, un año muy bueno para el mercado laboral estadounidense, el trabajador promedio recibió en el sector privado un aumento del 3,2 por ciento, equivalente a 84 centavos adicionales por hora.

Tesla autorizó en diciembre pasado un paquete de pagos a su director, Elon Musk, por cerca de 2.300 millones de dólares.
Tesla autorizó en diciembre pasado un paquete de pagos a su director, Elon Musk, por cerca de 2.300 millones de dólares.

El ejemplo más destacado es el de la empresa Tesla, de innovación en automóviles y energía, autorizó en diciembre pasado un paquete de pagos a su director, Elon Musk, por cerca de 2.300 millones de dólares. No solo es la suma más elevada del año pasado para un directivo empresario, sino que es la mayor de la historia. David Zaslav, director ejecutivo de la empresa de entretenimiento Discovery, ocupó el segundo lugar con 129,5 millones de dólares. Palo Alto Networks, proveedora de servicios de ciberseguridad, le otorgó a su nuevo CEO, Nikesh Arora, un paquete que equivale a 125 millones de dólares. Oracle convino en pagarle a cada uno de sus dos directores ejecutivos 108 millones de dólares y un poco más a su presidente, Larry Ellison. Una de estos directores ejecutivos, Safra Catz, fue la mujer mejor pagada en 2018. Y el jefe global de UberDara Khosrowshahi, obtuvo 45,3 millones de dólares y ocupó el décimo lugar en la lista de Equilar.

Pobreza y concentración de la riqueza son dos caras en el mismo espejo. No se puede acabar con una si no se elimina al mismo tiempo a la otra. Todos los especialistas lo saben y lo comparten. Pero no hay un liderazgo global para remediarlo. Por ahora, apenas si comparamos estadísticas y llenamos las notas de frías cifras.

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