Si el presidente Danilo Medina se mantiene apegado a los términos del discurso que pronunció el 22 de julio para anunciar que no buscaría la reelección, deben quedar pocas de dudas de que al interior del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) habrá una lucha sórdida entre “la minoría que intentaba imponerse” (Leonel Fernández) y la “sangre nueva” que apoyará el danilismo.
El desenlace de ese enfrentamiento dibujará un panorama electoral hacia el año 2020 muy desigual y ningún análisis de la situación puede sustraerse de ese resultado, salvo que sea puro diletantismo o propaganda.
En el caso de que la candidatura presidencial del PLD la gane Leonel, su situación será muy difícil salvo que logre “calmar” a Danilo y ambos alcancen un pacto político que restaure la confianza y el segundo respalde efectivamente al primero.
¿Cómo puede lograr Leonel restaurar la confianza con Danilo y recabar su apoyo para ganar las elecciones en el caso de que gane las primarias? ¡Desconozco totalmente la respuesta y no me corresponde hallarla!
En cambio, si Leonel cae vencido en las primarias del 6 de octubre -lo que descartan sus seguidores y aseguran que Danilo tendrá que levantarle la mano con la que luego Leonel lo aplastará- tanto él como sus aliados externos vivirían “días tristes” porque él ya no podrá ser candidato de otro partido y quienes lo aúpan desde fuera del PLD no conseguirán alianzas firmes para supervivir a los efectos de la Ley Electoral.
Veamos los escenarios
Supongamos que Leonel se alza con el triunfo en las primarias para escoger el candidato presidencial del PLD pese a que no teniendo la acogida del danilismo, derrote a sus adversarios.
En ese caso, a Leonel le tocará remar mar adentro y a contracorriente, porque una candidatura y un partido que solo mueve electores apoyado en la maquinaria estatal, tendrá que hacer magia para remontar vuelo si la oposición compacta un frente electoral amplio y lanza una propuesta programática de democratización del Estado, justicia independiente, superación de la inseguridad ciudadana y se moviliza por ella.
Por igual, con cualquiera de los resultados de las primarias, el danilismo seguirá controlando todos los organismos dirigentes del PLD: Comité Político, Comité Central, Pleno de DirigentesÖ Resulta que son esos organismos los que aprueban las alianzas y sin un acuerdo entre Danilo y Leonel, si el segundo es candidato del PLD en medio de una confrontación interna, difícilmente le aprueben concertaciones con otros partidos. Sin una alianza de los partidos emergentes que son leonelistas con el PLD para sustentar candidaturas municipales o legislativas, esas fuerzas quedarían obligadas a obtener, con sus propias adherencias, cargos municipales o legislativos para mantener su reconocimiento legal.
Falta saber si siendo Leonel el candidato aun en confrontación con el danilismo, va a conseguir que los organismos del PLD, controlados por sus opositores internos, vayan a aprobarle las alianzas que contribuirían a que su desempeño electoral en mayo de 2020 sea exitoso.
El otro caso
Si uno de los precandidatos de la “sangre nueva danilista” que ha prometido respaldar Danilo es el ganador de las primarias sin un acuerdo previo con Leonel, es obvio que los aliados del expresidente Fernández no tendrían platos en el reparto del pastel gubernamental y difícilmente en el municipal y en el legislativo.
¿Qué haría entonces el leonelismo? ¿Pactaría después de la derrota para salvar a sus aliados? ¡No lo sé y no me corresponde hallar la respuesta!
Lo que está claro es que si un danilista es quien se alza con la victoria en las primarias, todo el gobierno y gran parte del PLD se volcaría en su apoyo para que gane las elecciones y a Leonel le quedaría muy poco espacio de maniobra para impedirlo.
La otra discusión
He dicho por años que lo más conveniente para el país y para cada uno de los partidos es que la alternabilidad democrática impacte en todos los niveles.
Por eso y dado lo endeble de la democracia dominicana, ningún Presidente debe gobernar más de un período para que no se convierta en un caudillo y mucho menos en un monarca, y los legisladores deben agotar como máximo dos períodos para que no se tornen caciques provinciales.
Si en este país sigue el sistema de que los presidentes se reeligen y cambian la Constitución para obstruir o limitar a otros y rehabilitarse ellos a conveniencia, viviremos de elección en elección con los mismos candidatos aunque el electorado sea mayoritariamente representado por generaciones nuevas.
¿Eso es democracia? ¡De ninguna manera!
¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!.