Los medicamentos antidepresivos son completamente seguros y bien utilizados tienen muchos más beneficios que riesgos; ni crean adición, ni sustituyen la fuerza de voluntad ni causan suicidios, según un estudio de investigadores de diversos centros internacionales.
A esta conclusión ha llegado un equipo de investigadores de varias instituciones y organismos de Europa, Estados Unidos, Canadá y Asia, que han analizado y cruzado los datos de 45 grandes estudios y han comprobado que no existe ninguna evidencia sólida de efectos sobre la salud asociados al consumo de ese tipo de fármacos.
El único español que ha participado en el estudio es el doctor Eduard Vieta, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) y catedrático de la Universidad de Barcelona, quien ha subrayado que esta investigación destierra de una forma definitiva la sensación que se ha extendido durante las últimas décadas acerca de la inseguridad de los medicamentos antidepresivos.
En declaraciones a EFE, Vieta achaca la mala reputación de estos fármacos a la creencia “absurda” de que la fuerza de voluntad lo puede todo cuando el órgano afectado es el cerebro; “nadie espera que alguien con una pierna rota se ponga a correr, pero sí que una persona con depresión se vaya al cine para animarse”.
Las conclusiones del estudio se han publicado en la revista Jama Psychiatry, según informa el Cibersam, que recuerda que los antidepresivos ocupan el tercer lugar como grupo de medicamentos más vendidos en el mundo, y que se utilizan para combatir la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, el trastorno obsesivo-compulsivo o diferentes trastornos alimentarios.
El autor principal de la investigación, Evangelos Evangelou, de la Universidad de Ioannina (Grecia) y del Imperial College de Reino Unido, señala que “aunque hemos demostrado que los antidepresivos son seguros, debemos tener en cuenta que los efectos adversos se deben controlar clínicamente durante el tratamiento”.
Eduard Vieta, quien destaca que se trata del estudio más extenso que se ha realizado hasta la fecha sobre esta materia, manifiesta a Efe que las enfermedades psiquiátricas, “y por extensión los tratamientos y los profesionales que los prescribimos”, están sujetos a un estigma social “que es fruto del miedo a lo desconocido”.
E insiste en que los fármacos -los antidepresivos también- no están exentos de efectos adversos, “pero en general son más bien molestias que se ven superadas por los beneficios en la mayoría de los pacientes cuando la medicación está bien indicada”.
La mala reputación y el “estigma social” que tienen este tipo de enfermedades y fármacos dificulta además el tratamiento de muchas dolencias psiquiátricas, según Vieta, ya que -explica- muchos pacientes sufren las consecuencias de sus propios prejuicios o los proyectan sobre sus seres queridos dificultando la correcta administración del tratamiento.
Unos prejuicios que, aunque con menor frecuencia, comparten también en ocasiones algunos médicos y farmacéuticos.
A su juicio, queda demostrado de una forma definitiva que este tipo de fármacos tienen más beneficios que riesgos, pero es necesario individualizar el tratamiento en función de las características y las necesidades de cada paciente.
Los científicos se refieren en el estudio a una “confusión por indicación”, y el doctor Eduard Vieta precisa que cuando se analiza la incidencia de un problema (por ejemplo los intentos de suicidio) y se comparan las personas que toman antidepresivos y las que no los toman, resulta que las que los consumen realizan efectivamente más intentos de suicidios.
“Lo que demuestra este estudio es que la causa de realizar más intentos de suicidios no es la toma de antidepresivos, sino el hecho de que quienes los toman tienen en muchos casos depresión; es la depresión y no el tratamiento, lo que se asocia al suicidio”, explica el doctor.
El director científico del CIBERSAM indica que los antidepresivos no están solo indicados para combatir la depresión, sino que se emplean también en trastornos de ansiedad o en patologías como el dolor, las migrañas, la enuresis o la eyaculación precoz.