Tecnología al servicio de las Humanidades: Una mirada latinoamericana

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Las tecnologías digitales han abierto puertas y ventanas antes impensables para el estudio de la humanidad. Pero, ¿de qué manera han sido utilizadas por los humanistas para estudiar y divulgar sus objetos de estudio? Comencemos por comprender qué son las Humanidades y cuáles son las características y usos de algunas de las tecnologías que están transformando su quehacer.

Las Humanidades se han ocupado históricamente del estudio del lenguaje, la música, el arte, la literatura, el teatro y también del estudio del pasado. Su trayectoria desde el pensamiento humanista renacentista del studia humanitatis, el estudio de la humanidad, es inseparable de la historia de la imprenta.

El libro se convirtió en el medio por excelencia a través del cual las disciplinas de Humanidades han transmitido, construido, interpretaciones sobre la experiencia, la cultura y la historia de la humanidad. En la era digital esto ha cambiando rápidamente, abriendo la posibilidad de que las Humanidades se renueven hacia nuevos modelos de producción y difusión de conocimiento que son posibles con el poder de la computación y en entornos digitales conectados en red.

Interpretar la tecnología es cosa de humanistas

Antes de la era de la World Wide Web y la web 2.0, la digitalización comenzó a transformar la investigación en las Humanidades. Al digitalizar convertimos formas tradicionales de almacenamiento de información como el papel y las fotografías, en códigos binarios –ceros y unos– para el almacenamiento en computadores. Esta transmutación ha traído consigo posibilidades de acceso a fuentes primarias digitalizadas, a los datos que las representan y, por ende, al uso de metodologías computacionales para analizarlos. Eso sí, la tarea de interpretación es, y seguirá siendo, potestad de los humanistas.

El otro desarrollo tecnológico es el computador cuya historia no se reduce al hardware y al software sino a una historia más grande sobre cultura y conocimiento. En esta historia el computador constituye un proyecto “para la producción de significado” y aparece como proveedor de una respuesta al problema de la presentación, organización y mejora del conocimiento. En este desarrollo tecnológico, que se presume lejano de las Humanidades y las ciencias sociales, el aporte de la lingüística al “desarrollo de lenguajes computables formales es especialmente significativo”. Después de todo, las Humanidades y las ciencias sociales no han tenido trayectorias completamente separadas de las ciencias de la computación.

Ser humanista ayer y hoy

Los humanistas solemos basar nuestras investigaciones en el estudio de objetos culturales accesibles físicamente en instituciones de la memoria como archivos, bibliotecas y museos. Sin embargo, con el giro digital podemos acceder a millones de representaciones digitales de objetos culturales a un clic de distancia por medio de bibliotecas, archivos y museos digitales.

En la era digital esto ha cambiando rápidamente, abriendo la posibilidad de que las Humanidades se renueven hacia nuevos modelos de producción y difusión de conocimiento que son posibles con el poder de la computación y en entornos digitales conectados en red. (Shutterstock)
En la era digital esto ha cambiando rápidamente, abriendo la posibilidad de que las Humanidades se renueven hacia nuevos modelos de producción y difusión de conocimiento que son posibles con el poder de la computación y en entornos digitales conectados en red. (Shutterstock)

Además de tener acceso a la representación, los archivos digitales nos permiten acceder a los metadatos de los objetos para analizarlos. El concepto de metadatos, que es bien conocido en el mundo de las ciencias de la información, es central para las Humanidades digitales. Se trata de datos sobre datos, es decir, el objeto cultural tiene una serie de descriptores que suministran información ampliada y contextualizada del objeto. Por ejemplo, su fecha y lugar de producción y el autor del objeto —-si se conoce-—, por mencionar algunos ejemplos básicos. Hoy podemos agregar, analizar y visualizar los metadatos de aquellos repositorios de objetos culturales digitales que permitan la minería de datos.

Para poner algunos ejemplos, este ejercicio puede ser útil para organizar y analizar la colección de todas las obras de arte de un museo; o para analizar los lugares y fechas desde los cuales personajes importantes mantuvieron correspondencia en un archivo epistolar.

Estas nuevas formas de acceso y organización de los objetos de la cultura humana pueden ser útiles para formular nuevas preguntas de investigación sobre el pasado o indagar con mayor acceso a información viejas preguntas.

Además de la investigación basada en datos y la creación de esquemas de metadatos, las nuevas formas de pensamiento del giro digital posibilitan la programación de algoritmos que pueden llegar a ser fructíferos en la automatización de procesos que tardarían mucho tiempo. Por ejemplo, la transcripción automática de manuscritos de la temprana edad moderna, o el análisis de los patrones de color y trazo en obras de arte para determinar autoría.

Pero el giro digital conlleva no solamente un problema técnico, sino que presenta un “horizonte crítico porque subvierte el orden de los regímenes epistemológicos y disciplinares en los que hasta ahora se había asentado el conocimiento”. Es decir, nos enfrentamos a procesos de producción de conocimiento mediados por el pensamiento computacional, el software y las interfaces digitales.

Datos y brechas digitales

Lo anterior es solo posible si tenemos acceso a infraestructuras digitales para investigación. Las infraestructuras digitales son entonces ecosistemas básicos donde se puede acceder a los materiales y a los sistemas y procesos necesarios para la investigación, la enseñanza y la difusión de la cultura. Los gobiernos de América Latina han realizado esfuerzos notables para construir infraestructuras digitales públicas en las áreas de la ciudadanía digital. Pero esto no ha ocurrido en campos como las Humanidades.

En contraste, los países del Norte Global tienen políticas de infraestructura digital bien definidas para las Humanidades, a menudo denominadas “una capa integrada de instrumentos digitales” para tareas como la minería de textos y el análisis algorítmico de grandes cantidades de materiales culturales. Los instrumentos analíticos computacionales basados en datos para la investigación en Humanidades en Europa y Estados Unidos parecen estar convirtiéndose en una característica definitoria de la práctica de las Humanidades digitales en estos contextos.

La cuantificación del conocimiento, la conversión de textos y de la cultura material en datos estructurados para el análisis plantea la pregunta de qué tanto los sistemas le dan cabida a la ambigüedad que es inherente al ámbito de las Humanidades. Las Humanidades se enfocan en la crítica, en la interpretación, en reconstruir y explicar las ambigüedades, complejidades, las diferencias y las interacciones de la cultura humana. De esta forma, la cuantificación de la cultura humana para ser leída y procesada por la máquina nunca va a reemplazar la reflexión crítica, que es el corazón del trabajo de los humanistas.

Estas nuevas formas de acceso y organización de los objetos de la cultura humana pueden ser útiles para formular nuevas preguntas de investigación sobre el pasado o indagar con mayor acceso a información viejas preguntas. (Shutterstock)
Estas nuevas formas de acceso y organización de los objetos de la cultura humana pueden ser útiles para formular nuevas preguntas de investigación sobre el pasado o indagar con mayor acceso a información viejas preguntas. (Shutterstock)

Una mirada desde el sur

Debemos preguntarnos sobre los retos de construir infraestructuras digitales en países con brechas digitales profundas.

Lugares donde falta mucho por hacer en la gestión de archivos históricos patrimoniales, tanto en físico como en digital, o donde los archivos sobre temas sensibles sobre derechos humanos están en riesgo de desaparecer.

Contextos con un pasado colonial que luchan por proveer a sus poblaciones con conectividades, habilidades y competencias digitales para participar más democráticamente de los beneficios del giro digital.

Países con brechas en educación y acceso a medios digitales e Internet que no son desarrolladores sino consumidores de las tecnologías digitales que son ubicuas en el mundo de hoy.

Los contextos institucionales, culturales, económicos y culturales de Latinoamérica distan de los países del Norte Global. En este último es donde se producen las tecnologías, protocolos y estándares a partir de los cuales se están construyendo las prácticas reconocidas hoy como parte del campo de las Humanidades digitales.

Una mirada singular desde estos otros lugares puede ayudar a desarrollar una conciencia crítica y ética frente a las implicaciones del uso y abuso de tecnologías digitales. El humanista en la era digital deberá estar atento a las implicaciones en términos de desigualdades que en el Sur Global trae la adopción acrítica de la computación y de los sistemas de inteligencia artificial.

Humanidades digitales latinoamericanas

Pero ¿qué otras particularidades pueden desarrollarse para pensar unas humanidades digitales latinoamericanas más allá de la construcción de repositorios de datos accionables por computadores? Desarrollar proyectos alrededor de comunidades de aprendizaje con diferentes niveles de conectividad y acceso a tecnologías puede ser una oportunidad para avanzar en el reto de las alfabetizaciones digitales.

Incentivar las comunidades DiY (Do it Yourself, Hazlo tú mismo en español) para desarrollar propuestas creativas, improvisadas, de software libre y acceso abierto para las memorias colectivas, de narrativas históricas plurales, de miradas expansivas sobre el mundo de la cultura donde se reconozcan la diversidad de lenguas, historias, riquezas naturales, rituales y patrimoniales de la región.

Podemos proponer unas Humanidades digitales situadas no al servicio de la tecnología sino al servicio de la humanidad. Abramos una conversación donde se involucren públicos amplios, en algunos casos para avanzar en la digitalización y catalogación de la cultura y mejorar las formas en las que investigamos, en otros casos para apoyar causas de justicia social y activismo digital como parte constitutiva de una agenda expansiva de las Humanidades desde el sur.

La versión original de este artículo aparece publicada en el número 112 de la Revista Telos, de Fundación Telefónica.

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