Sólo ha bastado que la humanidad se encerrara en sus casas por 30 días, para que la naturaleza pudiera recobrar su “salud”. El mundo se detuvo, no porque quisimos, sino gracias a una pandemia que nos ha obligado a encerrarnos en nuestras casas.
La llegada del Covid- 19, desde enero 2020, a una gran parte de los países de oriente y occidente ha generado una convulsión social, política y financiera sin precedentes. Además, los medios han ayudado a que nos enteremos en tiempo real de los efectos negativos de una enfermedad que a la fecha de escribir este artículo —5 de mayo 2020—, ha llevado más de 253 mil muertes a nivel mundial, y más de tres millones de afectados. Este virus o patógeno, silente e invisible, ha puesto de rodillas tanto a los países llamados pobres como a los todopoderosos, al extremo de que no hay gobernante que no haya sentido, unas veces miedo y otras pánico.
Muchas figuras de primera línea han sido noqueadas por este mal y han tenido que recurrir de urgencia a los centros sanitarios para evitar pasar a formar parte de las estadísticas de los muertos. Las economías se han paralizado, el desempleo se ha incrementado a niveles escalofriantes, el tránsito se ha reducido y la convivencia social colapsó. Pasamos de celebrar los cumpleaños y otras actividades sociales en un restaurante, parque o casa, a hacerlo a través de videollamadas. De abrazarnos a saludarnos de lejos.
En tan solo treinta días, nos hemos acostumbrado a lo que parecía imposible de no aparecer el COVID–19. Esto indica que los seres humanos somos resilientes por naturaleza y hacemos lo debido cuando es necesario. Esta permanecía en casa, conocida como QUEDATEENCASA, ha permitido palpar con los ojos que los ríos y océanos estén más limpios y cristalinos, y que respiremos un aire más puro. Todo esto gracias a que el tránsito terrestre y aéreo, así como las plantas industriales se han reducido, y por consiguiente la polución de gases contaminantes. La contaminación en general ha disminuido: no más humo, no más basura en las calles, no más música con un volumen que sobrepase los decibeles permitidos y aceptables para el oído humano.
Se siente paz. Se siente tranquilidad. El cielo está despejado en la ciudad y podemos ver las estrellas con más claridad. Vemos a las diferentes especies marinas recorrer los océanos tranquilos, los peces de los ríos y mares suben hasta la superficie, las aves vuelan y cantan, las especies animales corren y saltan sin miedo. Los árboles se balancean sin temor y permiten que los distingamos según sus especies, los cielos se ven despejados y limpios, todo porque la contaminación ha dejado de intoxicar, lo que repercute en una mejor calidad de vida para todos los seres vivos.
Parecería contraproducente indicar que el COVID-19 ha favorecido la mitigación y estabilización de manera momentánea de las emisiones de los gases, establecida en el Protocolo de Kioto, e incumplida por todos los gobiernos. Sería interesante aprender y aplicar la lección que nos ha dado esta enfermedad. Entender que el planeta es de todos, y que todos tenemos la responsabilidad de cuidarlo y hacerlo viable con el transcurrir del tiempo.
¿Cómo sería la Tierra si organizaciones como las Naciones Unidas, otras instituciones multilaterales, y los líderes mundiales decretaran cada cuatro meses, diez días de QUEDATEENCASA? ¿Qué tal si en esos diez días, en cada país solo se realicen las actividades fundamentales? Tal como se está realizando en estos momentos en casi todo el mundo. Dicen que no hay mal que por bien no venga, y aunque estamos en temporada de crisis, donde muchas personas no saben qué pasará con sus trabajos o sus ingresos para poder comer, es pertinente que se evalúe la posibilidad de sacar lo bueno que tiene este tiempo de incertidumbre.
Si los gobiernos, líderes mundiales y organizaciones se planifican, no sólo seremos héroes por quedarnos en casa y evitar el contagio, seremos la generación que daño al planeta, pero al mismo tiempo la que lo salvó. Diez días cada cuatro meses para quedarnos en casa y ayudar a mantener lo que el COVID-19 nos ha dejado de positivo. Sino, si volvemos a como estábamos, de nada habrá valido.
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La autora es docente
M.A. en Periodismo Multimedia
Fuente: Listin Diario