El Farallón Llano Costero Sur-Oriental, ubicado en las inmediaciones del Gran Parque de Las Américas, representa un pulmón ecológico para el país y constituye una fuente de protección de las aguas subterráneas por la cantidad de cavernas y cuevas que la componen.
Sin embargo, hoy día exhibe una pobre vegetación por las casuchas que levantaron ilegalmente unas 42 familias que hacían vida allí y que el pasado lunes fueron desalojadas por el Ministerio de Medio Ambiente.
Su importancia
La importancia de esta riqueza natural radica en que es una reserva de agua para el consumo humano, que a juicio del espeleólogo Domingo Abreu Collado, si es bien tratada se podría hasta ingerir.
Por tal razón y por ser un hábitat formidable para el desarrollo de más de 60 especies de plantas, debido a la particular humedad existente, su preservación es prioritaria.
Entrada de laberintos
Llegar al parque es toda una odisea. No hay una señalización que guíe la entrada.
Las senderos son caminos abruptos, que provocan el arrepentimiento de hasta el espíritu más aventurero.
Tras un recorrido de laberintos, 15 minutos más tarde se llega al parque. Su aspecto no establece una diferencia entre los demás solares baldíos que caracterizan la zona. Lo que se aprecia es una desolación total, árboles talados, hoyos en el terreno y el cúmulo de enseres y escombros de construcciones que resultaron del desalojo.
Pero, a pesar del descalabro por la incidencia de la huella humana, todavía hay vestigios de lo que era antes.
Más adelante se puede disfrutar de sus altas estructuras naturales caracterizada por cavernas coronadas de un follaje de albores colgantes.
De acuerdo a José Manuel Mateo, director de Áreas Protegidas de Medio Ambiente, las cavernas son el resultado de la terraza marina que se formó y que se desplaza al Mar Caribe.
Las cuevas resguardan recursos históricos y culturales con los cuales se puede fomentar el turismo urbano, afirmó.
Estos espacios, refiere el espeleólogo Abreu Collado, también son reservas de los reductos de la cultura aborigen, por la cantidad de petroglifos marcados. “Por esos recursos el farallo se convierte en un parque natural y cultural que bien manejado puede ser un atractivo para el turismo ecológico”, refirió el también Abreu Collado.
Hasta plantas extintas
En la parte ubicada en el Ojo de Las Américas en el kilómetro 14, estudios botánicos dirigidos por Abreu Collado, evidenciaron que se desarrollan diversos árboles que incluso se creían extintos en el país como la “Crateva Urbaniana”.
Es una planta nativa de Cuba y La República Dominicana, que se caracteriza por sus flores apetalas y cálices de sépalos. Dentro de los tipos de florestas que crecen allí está la javilla, el almácigo (medicinal), anonaceae, yagrumo, planta de la que dependen siete especies de murciélagos. Los frutales como la guayaba, lechosa, entre otros.
Aunque se visualizan secas, las cuevas son de alto valor arqueológico, debido a la formación natural rupestre de sus estalactitas.
Territorio del farallón
Los 175 kilómetros que componen este farallón que va desde punta palenque en San Cristóbal, hasta Higüey está declarado como área protegida por el decreto 381-92 emitido por el extinto expresidente Joaquín Balaguer en el 1992.
De acuerdo con Abreu, gran parte del farallón está interrumpido y se ha perdido buena parte del parque por la construcción de viviendas y calles.
No obstante a lo largo de sus 175 kilómetros, sus miles de cuevas contienen presencia de aguas y de manifestaciones rupestres aborígenes.