Prince Rogers Nelson tenía una sólida reputación por llevar un estilo de vida muy limpio. Era vegano, por lo que siempre evitaba comer carne. Era reconocido por no consumir alcohol, ni marihuana y ninguno de los miembros de sus giras podía hacerlo.
Pero parece que Prince le ocultó a su círculo más íntimo que tenía un problema con los analgésicos, una adicción tan grave que sus amigos buscaron la ayuda médica del Dr. Howard Kornfeld de California, quien se especializa en adictos a los medicamentos para el dolor.
Kornfeld, quien dirige un centro de rehabilitación en Mill Valley, California, envió a su hijo en un vuelo nocturno para reunirse con Prince en su casa y hablar del plan de tratamiento, comentó William J. Mauzy, abogado de la familia Kornfeld.
Pero llegó demasiado tarde.
Cuando Andrew Kornfeld, quien trabaja con su padre pero no es médico, llegó a Chanchassen, el suburbio de Minneapolis donde vivía Prince, fue una de las personas que encontró al artista en el elevador y llamó al 911, dijo Mauzy. Los oficiales de emergencias llegaron pero no pudieron revivir a Prince. Murió a los 57 años.
Mientras las autoridades judiciales siguen investigando qué fue exactamente lo que mató al ícono del pop y el rock, se acumulan las pruebas de su dependencia a los analgésicos, algo que seguramente inquietará a quienes lo conocían bien. Muchos han insistido en que jamás vieron que Prince tomara pastillas, mucho menos que abusara de medicamentos por prescripción, aunque algunos sabían que se había sometido a una cirugía de cadera hace años.
Cuando su jet privado tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Moline, Illinois, a mediados de abril porque quedó inconsciente, sus amigos decidieron que debían intervenir, de acuerdo con una persona que tuvo conocimiento de la situación. En los días siguientes, Prince aseguró que todo estaba bien. Tenía gripe, según su publicista.
“Estoy perfecto”, le dijo Prince a su abogado, L- Londell McMillan, dos días después del aterrizaje de emergencia. Sin embargo, tres días después de esa conversación sus representantes buscaron la ayuda de un médico de adicciones.
Prince en 2010, en Roma. En sus últimas presentaciones, ofreció espectáculos más íntimos. Credit Fabio Campana/European Pressphoto Agency
Una estrella muy privada
La afición de Prince por mantener su privacidad podría explicar cómo pudo ocultar su secreto a tantas personas. Los feligreses de la iglesia de testigos de Jehová a la que iba se burlaron de los primeros informes que decían que Prince pudo haber abusado de los analgésicos.
En las giras, rara vez dejó que sus músicos supieran cuánto le dolía la cadera, después de décadas de exigentes presentaciones en las que saltaba en el escenario con zapatos de plataforma. Solo se daban cuenta de detalles; había dejado de hacer splits, por ejemplo.
“En todas las giras hubo momentos en que se presentaba sintiendo dolor”, dijo Alan Leeds, exrepresentante de Prince en la década de los 80 y uno de los directivos de Paisley Park Records, la disquera del cantante. “Él era de esos que decían ‘el show debe continuar’, así que la idea de que se medicara para presentarse no me parece extraña”.
Pero Leeds y otros han dicho que Prince jamás habló de analgésicos. Cuando le preguntaban cómo se sentía, a menudo se encogía de hombros o aseguraba que estaba bien.
A diferencia de muchas estrellas de su talla, conocidas por tener séquitos enormes y equipos de empleados que se encargan de las actividades cotidianas, Prince era sorprendentemente autónomo, según dijeron amigos y socios. A menudo conducía él mismo y hacía citas sin que su asistente lo supiera. Esa insistencia en mantener su independencia pudo haber facilitado que guardara un secreto, comentaron.
Muchos amigos de Prince, familiares y socios no han querido responder preguntas sobre su salud. Así que no está claro quién contactó a Kornfeld, pero alguien cercano dijo que el músico había buscado un tratamiento voluntariamente.
Enviaron al hijo de Kornfeld a Paisley Park para que intentara estabilizar la condición de Prince, dijo Mauzy. Fue entonces cuando Kornfeld contactó a un médico en la zona de Minneapolis, quien despejó su agenda para tener tiempo de reunirse con el artista y evaluarlo el día en que murió, comentó el abogado.
“Tenían la esperanza de estabilizarlo en Minnesota y convencerlo de que fuera a Recovery Without Walls en Mill Valley”, dijo Mauzy. “Ese era el plan”.
Kornfeld “sintió que era una misión para salvar su vida”, dijo Mauzy.
Prince comenzó a tomar analgésicos hace años y luego de que le operaran la cadera a mediados de la década del 2000, le recetaron más analgésicos, de acuerdo con una persona que trabajó con él y pidió conservar su anonimato.
Jason Kamerud, jefe adjunto de la Oficina del Sheriff de Carver County, dijo que los investigadores están revisando, entre otras cosas, si Prince pudo haber sufrido una sobredosis de analgésicos en su residencia. Algunos investigadores dijeron que no creen que se trate de suicidio o asesinato.
El misterio de la muerte de Prince refleja el enigma de su vida. Se apartó de la cultura del selfie y no permitía que la gente le tomara fotos en su propiedad. Sin embargo, al mismo tiempo abría regularmente sus puertas e invitaba al público a fiestas en su casa, donde convivía con la multitud.
El sábado antes de su muerte, Prince había hecho eso; alegre, les mostró una nueva guitarra y un nuevo piano púrpura a 200 invitados. Acababa de comenzar su libro de memorias, titulado tentativamente “The Beautiful Ones”. Tenía fechas para presentarse en ocho ciudades de todo el país.
Las personas que conocían a Prince se preguntan si tenía malestares, pues sus dolencias limitaban su capacidad para estar de gira y además luchaba contra la melancolía después de que su exnovia y colaboradora, Denise Matthews (también conocida como “Vanity”), murió en febrero. Durante un show en Australia, un día después de la muerte de Matthews, se puso sentimental.
“Un ser querido se ha ido”, le dijo Prince a la multitud antes de dedicarle la canción “Little Red Corvette”. Más tarde, le dijo a la audiencia: “Estoy tratando de estar concentrado; esta noche es un poco difícil para mí”.
Luego le comentó a algunas personas que se sentía deprimido y algunos sospecharon que estaba pasando por un periodo de estancamiento profesional. De hecho, Prince rechazó una oferta de 85 millones de dólares para montar una gira a gran escala y prefirió ofrecer shows más pequeños, comentó Kim Worsoe, su coordinador de giras. Recordó que Prince le dijo: “Yo no hago giras, yo hago eventos”.
Otros cuentan que no detectaron ningún signo de depresión. Sus pequeños conciertos, dijo Damaris Lewis, una amiga y bailarina, eran un indicador de que había encontrado la paz. “Sus fanáticos eran su familia”, dijo.
Para sus últimos shows, Prince evitó las presentaciones con una gran banda y prefirió algo más íntimo y menos agotador: solo él mientras tocaba el piano y cantaba; de hecho, la gira se llamó “Piano and a Microphone”.
En marzo, organizó una fiesta y una presentación en Nueva York para anunciar sus memorias. Dio tres conciertos en Canadá antes de regresar a casa el 23 de marzo y asistir a un servicio en el Jehova’s Witness Kingdom Hall, vestido con traje, corbata y el cabello peinado hacia atrás.
Prince fue bautizado en la fe en 2003 con la ayuda de Larry Graham, un bajista cuya banda se presentaba regularmente con Prince y quien se mudó con su familia a Minnesota para estar cerca del cantante. Como testigo de Jehová, iba de puerta en puerta junto con un feligrés en su territorio de tres suburbios, citando la Biblia y presentándose como Rogers Nelson.
Sus socios dicen que la dedicación de Prince a la religión, además de su compromiso con una vida sana, pudieron haber contribuido a que sintiera vergüenza por su dependencia a los medicamentos.
Las siguientes fechas de la gira de Prince eran dos conciertos continuos el 7 de abril en el Fox Theater en Atlanta. Pero el día del show, Lucy Lawler-Freas, la promotora de Atlanta, recibió una llamada de Worsoe quien le comunicó que el cantante tenía gripe: “Le cuesta hablar; su voz está muy ronca”.
Fue la primera vez que Prince cancelaba una presentación, en más de un cuarto de siglo de trabajar a su lado, dijo Worsoe. Pero dos días después reprogramó el show para el 14 de abril. Prince aterrizó de noche en Atlanta y necesitó que lo escoltara un policía para llegar a tiempo al teatro. Dijo que se sentía enfermo pero en el vestidor, Worsoe no notó ninguna señal de que estuviera enfermo.
Con su afro esponjado, Prince subió al escenario y avanzó hacia su piano; estaba rodeado de candelabros. Dividió el concierto en dos partes, una a las 19:00 y otra a las 22:00 “Fue épico”, dijo Lawler-Freas. No había señales de enfermedad.
Prince mencionó que había sido su mejor show, recordó Worsoe. Pero después, Prince dijo que le dolía el estómago. Quería regresar a Minneapolis para que lo revisara un médico, dijo Worsoe, y además pidió que se pospusieran las presentaciones que tenía programadas en St. Louis, Nashville y Washington, las cuales aún no se anunciaban, para la siguiente semana.
Una crisis médica en el aire
Prince y dos pasajeros más abordaron su jet privado el viernes después de su show en Atlanta. Al cabo de una hora, el piloto se comunicó por radio con los controladores de tránsito aéreo e informó que tenía un pasajero inconsciente a bordo.
El avión, que estaba a 48 minutos de su destino en Minneapolis, dio vuelta y descendió rápidamente en Moline; aterrizó a la 1:18 a.m.
El guardaespaldas de Prince lo bajó del avión y lo dejó en manos de los paramédicos que esperaban en la pista de aterrizaje, de allí lo trasladaron rápidamente a un hospital.
Le aplicaron una inyección de Narcan, que suele administrarse a quienes sufren de una sobredosis de opioides, según los informes publicados. Pero se quedó en el hospital tan solo unas horas antes de volar de regreso a casa.
Puesto que era un maestro del control de su imagen, Prince comenzó a idear una narrativa de inmediato. De manera apresurada organizó una fiesta en su casa para la tarde siguiente. Más tarde, se subió casualmente a una bicicleta en el estacionamiento de un centro comercial.
Sus representantes le pidieron a Jeremiah Freed, un bloguero que dirige drfunkenberry.com, que pasara la voz de una fiesta que se hizo el sábado por la noche. Antes de esa noche, dijo Freed, no había estado preocupado por la salud de Prince, aunque le sorprendió algo que el cantante le dijo en enero. Prince le habló de la muerte de David Bowie y dijo que tenía sueños lúcidos en los que se comunicaba con personas que ya habían muerto.
Otros amigos se le acercaron a lo largo del fin de semana, preocupados por lo que le había pasado en el avión. Les dio un mensaje rotundo: “Estoy bien”.
Como sabían lo mucho que valoraba su privacidad —no usaba celular pero constantemente navegaba en la red con su MacBook plateada—, sus amigos dijeron que no lo presionaron más.