Dueño de un talento asombroso, con una influencia indiscutible en el terreno, pero su consagración en lo humanitario es lo que ha dejado su impresión más duradera.
Para los peloteros de Grandes Ligas que lo vieron jugar, Roberto Clemente fue un talento asombroso y una influencia indiscutible en el terreno, causando un impacto poderoso en los jugadores jóvenes.
Pero su consagración a labores humanitarias, desprovista de cualquier egoísmo, es la que ha dejado una impresión más duradera.
Las Grandes Ligas celebraron el jueves la 21ra edición del Día de Roberto Clemente, con festividades centradas en Nueva York, donde los Mets recibieron a los Piratas de Pittsburgh, el equipo donde militó el boricua, miembro del Salón de la Fama.
Clemente falleció en un accidente de aviación a los 38 años, cuando trataba de llevar ayuda humanitaria a las víctimas de un terremoto en Nicaragua, en la víspera del Año Nuevo en 1972. Para conmemorar el 50mo aniversario de aquella tragedia, más de una docena de ganadores del Premio Roberto Clemente a la filantropía y la excelencia en el juego se unieron a familiares de la leyenda en el Citi Field, para la ceremonia previa al encuentro.
“Es el trofeo más importante que tengo en casa, porque no es sólo un trofeo”, dijo el extoletero puertorriqueño de los Mets, Carlos Delgado, quien ganó el premio en 2006.
Dos miembros del Salón de la Fama, Dave Winfield y Jim Thome, figuraron entre los ganadores del premio Clemente que estuvieron presentes en el terreno, antes de que se mostraran algunos de los momentos más relevantes en la vida y la carrera del jugador, 15 veces elegido al Juego de Estrellas, en la pantalla gigante del jardín central.
Jugadores y coaches de ambos equipos portaron el número 21 de Clemente, como lo hicieron muchos más en otros encuentros de la jornada. Formaron fila en las rayas de primera y tercera.
El músico boricua José Feliciano interpretó el Himno Nacional de Puerto Rico y el de Estados Unidos. El nieto de Clemente, de 4 años, hizo el primer lanzamiento, vestido con un jersey de los Piratas.
“Hay una energía muy especial hoy”, dijo Luis Clemente, hijo de Roberto. “La energía es totalmente distinta este año”.
Clemente, un símbolo del béisbol en Puerto Rico, se convirtió en el primer pelotero caribeño o latinoamericano exaltado al Salón de la Fama, en 1973.
Con un brazo poderoso, el jardinero derecho ganó 12 veces el Guante de Oro, cinco ocasiones el título de bateo, así como el trofeo al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1966. Ayudó a que los Piratas obtuvieran un par de campeonatos en 18 campañas brillantes.
Fue además el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1971.
“Llegué a la liga en el 73. Supe quién era Roberto Clemente y yo iba a ser jardinero derecho, así que vi cómo atacaba la pelota, cómo la recogía, cómo retiraba a los rivales. Desearía que hubiéramos podido hablar para probar los brazos de cada uno. Pero él era un jugador increíble y un ser humano mejor aún”, dijo Winfield.
“Antes de que yo me vaya, una de las cosas que quería hacer era ganar este Premio Roberto Clemente, porque reconoce algo del trabajo hecho durante mi carrera”, añadió. “Me perdí el conocerlo por un año, pero su legado continúa y todos somos parte de eso”.
Fuente-Listin Diario.