Charlize Theron quiere que su trabajo, no su belleza, hable por ella

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Charlize Theron

En una fría mañana de finales de enero en Budapest, un torrente de luz ilumina a Charlize Theron a través de la ventana de un señorial comedor en el Gresham Palace Hotel, un edificio de estilo art nouveau. Su cara hace una mueca mientras estira su antebrazo, salpicado de avena, para ofrecerle una cucharada a un bebé indiferente, mientras sus ojos recorren ansiosamente la habitación. Luego se agacha para mirar debajo de la mesa, donde encuentra a Jackson, su hijo de 4 años, jugando con un puñado de Cheerios. “¡No me asustes de esa manera!”, le dice al niño, su cara escondida bajo una gorra de béisbol de la que cae una trenza roja sintética (una gorra de la princesa Anna; es fanático de Frozen: Una aventura congelada). “Necesitas sentarte a la mesa y comer el desayuno como un niño grande”. Da golpecitos sobre la silla. “Siéntate. En. Tu. Silla”.

Cuando alza la vista, August, su hija de menos de un año, está tirándose del pelo, dejando restos de avena en sus gruesos rizos. Theron cierra los ojos, echa su cabeza hacia atrás y deja salir un bajo sonido gutural. El mesero se acerca nervioso a la mesa. Pero el sonido que emerge no es un llanto de exasperación. Theron deja salir una viva y sonora carcajada. “No te tires del pelo, bebé”, le dice como arrullo. “Eres demasiado joven para arrancarte el pelo”. Está radiante. De manera juguetona da golpecitos en la nariz de August “¿Quieres un baño? ¿Quieres?”.

Preguntas y respuestas con Charlize Theron

Si esta versión de estrella de Hollywood en su tiempo libre —con el cabello recogido debajo de una gorra de cachemira y vistiendo jeans gastados, un chaleco de plumas y botas negras de gamuza y sin maquillaje— está con la guardia baja, puede que sea porque está demasiado cansada para controlar sus emociones. En Budapest, donde está grabando The Coldest City, un thriller de espías de la era de la glásnost soviética, la sudafricana de 40 años ha trabajado sin parar los últimos tres meses, como exige el cronograma establecido por un productor implacable: ella misma.

Para cuando Theron regresa al hotel para meter a los niños en la cama —especialmente después de escenas de peleas de su personaje, una agente británica del MI6— está lista para irse a dormir. Como resultado, ha estado viviendo en un aparente vacío cultural, hambrienta de noticias sobre la controversia de #OscarsSoWhite, la actuación de Leonardo DiCaprio en El renacido (“¿Es Leo genial? Dime, dime”) o lo que pasa en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, donde el actor está siendo honrado por su trabajo sobre el cambio climático y donde ella habló en 2013 ante líderes mundiales sobre la prevención del SIDA. Está en una burbuja, admite. “De verdad, podrías tomarme el pelo ahora mismo. Yo diría: ‘¿De verdad? ¿Eso pasó?’”.

PHOTO: JOSH OLINS PARA LA REVISTA WSJ., ESTILO POR CLARE RICHARDSON

Este mes veremos a Theron repetir un papel familiar, el de la malvada reina Ravenna en El cazador y la reina del hielo, una continuación de Blanca Nieves y el cazador, de 2012. También marca un territorio nuevo para ella, su primera secuela en una carrera de más de dos décadas, en la que encarna un personaje obsesionado con su propia vanidad. A Theron se la conoce en la industria como una actriz que evita personajes que apuestan por su atractivo. Ganó un Oscar a la mejor actriz tras engordar casi 14 kilos y ponerse prótesis para personificar a la asesina en serie Aileen Wuornos en Monster: Asesina en serie; fue nominada por su papel de cruda minera de hierro en Tierra fría; y recibió una nominación a un Golden Globe por su papel de una disoluta ex reina de la fiesta de egresados con tricotilomanía (un desorden por el que las personas se arrancan el pelo de manera obsesiva) en Adultos jóvenes. Para Mad Max, Theron decidió que su personaje, Imperator Furiosa, necesitaba llevar el pelo rapado estilo steampunk para combinar con su brazo prostético.

En El cazador, Emily Blunt, que hace el papel de la hermana de Ravenna, pregunta: “Espejito, espejito, ¿quién es la más poderosa de todas?”. Cuando le pido a Blunt la respuesta, se ríe. “No es una pregunta justa. ¿Charlize te hizo preguntarme eso?”. Es justo decir que entre las mujeres de Hollywood, Theron estaría en la lista de cualquiera. Antes de firmar el contrato por El cazador, insistió en que le pagasen lo mismo que a su compañero de la primera película, Chris Hemsworth. “Cuando vi que Jennifer Lawrence ganó lo que ganó en comparación con Bradley Cooper, me quedé sorprendida”, dice Theron, refiriéndose a la diferencia salarial de género enEscándalo americano, una de las revelaciones del pirateo de los correos electrónicos de Sony. “La forma en que la gente ha estado escribiendo sobre ello hace parecer que el hacking fue lo que me motivó. Mi sentimiento aún habría sido: si vamos a rodar otra vez, ¿no deberíamos empezar igual? Porque, créeme, no lo estábamos”.

El decoro dicta que las estrellas nunca hablen de sus salarios en el set (Universal Pictures, la distribuidora de El cazador, no quiso comentar), pero la firmeza de Theron dejó huella en sus compañeros de reparto. “Charlize sabe lo que se merece. No le dio miedo pedirlo, o trabajar por ello. Todo lo que recibe, se lo ha ganado”, dice Blunt, quien considera que la manera tan directa de Theron de abordar la situación también se vio en su actuación. “Charlize es la persona más dueña de sí misma. No te trata como un bebé; te trata como un adulto. Y después de la toma, te cuenta los chistes más verdes”.

Theron y Blunt se adueñaron rápidamente de sus personajes de hermanas malvadas y también congeniaron con Jessica Chastain, que hace el papel de una guerrera que lucha del lado de Hemsworth. “Emily es graciosa. Jessica es graciosa. Chris es bonito. Bo-ni-to”, bromea Theron. “Es muy gracioso. He tenido con él momentos en los que me he hecho un poco de pis, así de gracioso”.

“Charlize es la persona más dueña de sí misma”, dice Emily Blunt, compañera de Theron en El cazador y la reina del hielo. “Te trata como un adulto”. Camiseta Atea Oceanie, pantalones cortos Gap y sus propios aretes (en todas las fotos).
“Charlize es la persona más dueña de sí misma”, dice Emily Blunt, compañera de Theron en El cazador y la reina del hielo. “Te trata como un adulto”. Camiseta Atea Oceanie, pantalones cortos Gap y sus propios aretes (en todas las fotos). PHOTO: JOSH OLINS PARA LA REVISTA WSJ., ESTILO POR CLARE RICHARDSON

La agenda incesante de Theron en Budapest viene después de un período de mucha felicidad —y algo de turbulencia personal. El año pasado, adoptó a August (había adoptado a Jackson en 2012). Al mismo tiempo, rompió su compromiso con el actor Sean Penn. El intenso rodaje, que le exige estar en el set a las 5 de la mañana la mayoría de los días, le ha significado tener que ajustarse a las necesidades de sus dos pequeños, a quienes quiere meter en la cama todas las noches. Hoy, supuestamente su día libre, pasó varias horas con su profesor de dialecto, intentando perfeccionar su acento ruso para una escena crucial.

Theron nunca ha sido una persona que haya querido elegir el camino más fácil. Tras conseguir un primer papel con líneas de diálogo enNadie vive demasiado, la película de 1996, Theron se vio en grandes carteles sobre Sunset Boulevard en ropa interior blanca. Preocupada de que la encasillaran, dejó pasar papel tras papel de mujer hermosa. “No estaba pensando sólo en la longevidad de mi carrera; quería explorar cosas diferentes”, dice. “Me di cuenta de que podía construir una carrera más satisfactoria diciendo no”.

Dijo “no” casi tantas veces como lo escuchó. “Hice audiciones para muchas cosas para las que pensé que era demasiado linda”, cuenta, aún molesta. “El abogado del diablo probablemente fue el más difícil, me hicieron pasar un mal trago. Taylor (Hackford, el director) simplemente no estaba convencido. Decía: ‘Si tu fueras su esposa, ¿por qué te engañaría?’. Y yo le preguntaba: ‘¿Y eso qué significa?’”.

Theron dice que “apesta” en las audiciones, por lo que siente que necesita perseguir a los directores para que le den los papeles que quiere. Jason Reitman, que dirigió a Theron en Adultos jóvenes, recuerda haber sido acorralado. “Me paró en los Oscar en 2010 y me dijo: ‘Tenemos que trabajar juntos’”, recuerda el director nominado al Oscar. “Tardé un momento en procesarlo: ‘Espera, ¿Charlize Theron me está hablando en este momento?’” Un año después, echó su peso como productora en Adultos jóvenes para poder hacerla y se metió de lleno en uno de los personajes más despiadadamente antipáticos a los que ha encarnado.

De la misma manera, Theron accedió a bailar en un número en la ceremonia de entrega de los Oscar en 2013, presentada por Seth MacFarlane, como una estratagema para que la eligiera para la película Pueblo chico, pistola grande (“Una pésima jugada”, dice Theron); buscó al infamemente elusivo David Fincher para proponerle una idea que se convirtió en Mindhunter, una serie de Netflix que ahora están coproduciendo; y pidió favores y movió hilos —“hice lo que pude”— para conseguir el almuerzo del que resultó su papel en Mad Max: Furia en el camino.

El director de la película, George Miller, dice que pensaba que él estaba allí para proponerle el rol a ella. “Sólo podía pensar en ella para el papel”, señala.

Interpretar a Furiosa fue un gran salto de fe para Theron. “No creo que tuviese dudas, pero tenía miedo”, explica. “Lo busqué con tanto esfuerzo, sólo basada en guiones gráficos”, porque no había un guion. “Nunca dudé de la idea de George, pero tenía mucho miedo de no hacer lo que él quería o necesitaba, porque yo tenía muy poco con lo que trabajar”. La filmación consistió en nueve meses de casi continuas, y muy coreografiadas, escenas de acción, además de encontronazos con su coprotagonista, Tom Hardy, el talentoso y atormentado actor británico que hacía de Max.

“No estoy tan interesada en las cosas en las que soy fuerte”, dice Theron. “Estoy mucho más interesada en la debilidad, el miedo”. Vestido Nili Lotan.
“No estoy tan interesada en las cosas en las que soy fuerte”, dice Theron. “Estoy mucho más interesada en la debilidad, el miedo”. Vestido Nili Lotan. PHOTO: JOSH OLINS PARA LA REVISTA WSJ., ESTILO POR CLARE RICHARDSON

“No digo que estaban furiosos, pero la trayectoria de los personajes no puede evitar meterse en el trabajo”, dice Miller sobre las dos estrellas. “Cuando se encuentran por primera vez, intentan matarse el uno al otro. Cuando los dos personajes se juntan por necesidad y más bien a regañadientes, tienen que encontrar un nivel de confianza. Y de alguna manera, esa fue también la trayectoria de su relación”.

“Por lo que he escuchado, él no es así en todas las películas; he oído que ha tenido buenas experiencias”, dice Theron de Hardy, con una risa. “Quizás la película es lo que es porque sufrimos tanto el uno con el otro, y los personajes tuvieron que sufrir mucho el uno con el otro. Si hubiésemos sido amigos, tal vez la película habría resultado 10 veces peor”. (Hardy no quiso hacer comentarios para este artículo).

Mad Max fue nominada para el Oscar a la mejor cinta, y Miller como mejor director, pero para este, de haber recibido la película alguna estatuilla, “debería haber sido para Charlize. Era inquebrantable. Estaba constantemente diciendo: ‘Tengo que hacer esto como una guerrera’. La arena y el polvo se metían por todas partes. Toma tras toma, ella tenía las máquinas de viento y polvo, y un par de veces le salieron lágrimas, sólo para sacarse el polvo de los ojos, y decía: ‘Oh, no quiero que la gente piense que estoy llorando’. Y yo le decía: ‘No, no te preocupes’. Pero vi que en una de las tomas había lágrimas cayendo, y borré las marcas de lágrimas en su rostro, porque ella tenía la determinación de que este personaje tenía que ser implacable”.

Tras inundaciones en Australia, Miller trasladó la producción a Namibia, de donde es la familia materna de Theron, y Sudáfrica. Poco después, Theron estaba en otra filmación difícil en Ciudad del Cabo, protagonizando una película con Javier Bardem en The Last Face, un drama sobre trabajadores de ayuda humanitaria dirigido por su entonces prometido Sean Penn. “Mi hijo ha pasado más tiempo en Sudáfrica y Namibia que en Estados Unidos”, dice, un poco preocupada por este hecho.

Vestido Nili Lotan.
Vestido Nili Lotan. PHOTO: JOSH OLINS PARA LA REVISTA WSJ., ESTILO POR CLARE RICHARDSON

La historia de la región no le es extraña a Theron, que creció en Sudáfrica durante el apartheid. “Hay muchas cosas sobre mi relación con mi país por las que debería ir a terapia. Porque me han afectado mucho más de lo que jamás he reconocido. Y sólo cuando crecí me di cuenta de que tenía mucha rabia; había muchas cosas no resueltas —el apartheid, la salud, el SIDA, la pobreza— que aún me afectan mucho”, dice Theron y hace una pausa. “Me hace darme cuenta de que las circunstancias de tus años de formación dejan una cicatriz real, te marcan. Es la única cosa que realmente me enfada, me pone muy sentimental. Es mucho sufrimiento maldito e innecesario”.

“Y gente a la que le están maltratando durante mucho, mucho tiempo”, dice Theron, invadida por lágrimas. Respira hondo intentando pararlas. “Sí. Lo siento”.

El mesero se acerca con su comida, y se limpia las lágrimas de la cara con el revés de su mano, agradecida por el respiro. “Bien. Sí, bistec”.

Theron pasó su infancia jugando en la finca polvorienta de sus padres cerca del pueblo de Benoni, a unos 40 kilómetros de Johannesburgo y a años luz de Hollywood. Durante el aislamiento de la era del apartheid, se perdió entre las películas, devorándolas sin tener idea de la celebridad. No soñaba con ser actriz. “Ni siquiera sabía qué era ese sueño”, dice Theron. “Veíamos películas estadounidenses pero no sabíamos quién era quién. Yo no sabía que había este mundo entero de fantasía de los famosos”.

Su padre era ingeniero civil, y su madre, Gerda, dirigía con él una empresa de construcción. “Yo soy el producto de la madre que me crió”, dice. “Mi madre me despertaba cada mañana, me preparaba para ir a la escuela, me hacía la comida, me llevaba al autobús y luego se iba a dirigir la tercera mayor empresa de construcción de carreteras de Sudáfrica, y lo hacía con estilo, llevando botas de gamuza hasta la rodilla. Me impresionaba mucho eso”.

En 1991, Theron, con 16 años, se metió a un concurso de modelos y ganó. Se fue de Sudáfrica a Milán. Un año más tarde se mudó a Nueva York para estudiar en la Joffrey Ballet School; tenía el sueño de ser bailarina, y cuando este sueño se arruinó tras una lesión en la rodilla, entró en una profunda depresión. Se fue a probar suerte en Los Ángeles, para ser rechazada reiteradamente, sin siquiera conseguir audiciones. “Durante cuatro años viví con una maleta”, recuerda Theron.

Con el tiempo la descubrieron, en lo que llama un “momento Lana Turner en la fuente de gaseosas”, cuando un agente le dio su tarjeta mientras ella hacía fila en un banco. Se fijó en ella sólo porque discutía acaloradamente con un cajero que se negaba a pagarle un cheque que le había enviado su madre a la entonces actriz sin dinero.

“En mi honestidad sobre querer tener más hijos, había un entendimiento de que una relación tenía que ir a algún sitio si iba a ser lo que esperas, algo que al final no sucedió”, dice Theron sobre su reciente relación con Sean Penn. Suéter cuello de tortuga y pantalones Michael Kors Collection. Cabello, Enzo Angileri; maquillaje, Francesca Tolot; manicura, Marisa Carmichael.
“En mi honestidad sobre querer tener más hijos, había un entendimiento de que una relación tenía que ir a algún sitio si iba a ser lo que esperas, algo que al final no sucedió”, dice Theron sobre su reciente relación con Sean Penn. Suéter cuello de tortuga y pantalones Michael Kors Collection. Cabello, Enzo Angileri; maquillaje, Francesca Tolot; manicura, Marisa Carmichael. 

“Había algo maravilloso en no saber dónde iba a parar”, dice de aquellos días. “Vivía con eso en mente. En la primera semana en Los Ángeles, paré en un cartel que decía ‘Cachorros’, entré a una casa, escogí uno y lo llevé al loft que compartía con una amiga. Ella me dijo: ‘¿Qué diablos estás haciendo? Ni siquiera sabes dónde vas a estar la semana que viene’. No sé por qué, mi cuerpo simplemente lo hizo, no sé qué pasó”. Poco después, se llevó otro, una mezcla de cocker spaniel. “Esos dos perros, de alguna manera entre ellos y el universo, sabían que me iba a quedar en Los Ángeles, incluso cuando yo no lo sabía”.

“Siempre supe que quería más niños”, dice Theron. Cuando le pregunto si tiene planes de aumentar la familia, duda. “No lo sé. Pero siempre sabía que quería más de uno. Siempre”. Theron enfatiza el último punto. “Cuando estás con alguien y hablas de niños, no puedes no hablar en serio”, dice. “Siempre fui muy honesta con Sean en cuanto a que quería más niños. Y él me apoyaba mucho”.

La muy escudriñada relación de 18 meses de Theron con Penn fue un encuentro extraño: dos actores exitosos y comprometidos con el activismo social, iguales en lo intelectual y lo artístico. Ella entró a la relación con el actor de 55 años de la misma manera que salió, abierta a las posibilidades pero directa y sin pedir perdón por sus prioridades. Theron, que había sido amiga de Penn durante años, empezó a salir con él unos dos años después de adoptar a Jackson. “Apenas estábamos empezando una relación”, cuenta. “Las historias que decían que Sean iba a adoptar a Jackson y todo eso no eran ciertas. Eso no es algo que suceda en 18 meses. No puedes hacerle eso a un niño. Así que había un entendimiento de que era una madre soltera con un niño muy pequeño al que tuve que poner en una situación en la que él entendía que mamá sale con hombres, pero que él no tiene un padre. ¿Entiendes lo que te digo? Tienes que tener mucho cuidado y ser muy honesto con estas cosas. Y Sean lo aceptaba muy bien”.

“En mi honestidad sobre querer tener más hijos, había un entendimiento de que una relación tenía que ir a algún sitio si iba a ser lo que esperas, algo que al final no sucedió. No pude prever eso, pero esas cosas llevan tiempo, y pienso que es mi responsabilidad como madre proteger a mi hijo de eso. Teníamos un entendimiento muy claro. Él sabía que yo estaba en proceso de solicitar otra adopción, pero que no lo íbamos a hacer juntos”. Se ríe. “Mi publicista me va a matar. Ya he dicho demasiado”. Se ríe de nuevo, y tras un momento, le inunda otra oleada de lágrimas.

Theron nunca se ha sentido cómoda ver cómo su vida privada se hace pública, y esa incomodidad sólo se ha intensificado con la mala información que ha leído, como los reportes de que cortó todo contacto con Penn abruptamente, o que le hizo “ghosting”, como se dice en las redes sociales. “Hay una necesidad de sensacionalizar las cosas”, afirma. “Cuando dejas una relación tiene que haber alguna maldita historia loca o algún drama loco. Y la maldita cosa del ‘ghosting’, literalmente aún no sé lo que es eso”. Encoge los hombros y sacude la cabeza. “Sabes que es su propia bestia. Estábamos en una relación y no funcionó. Y los dos decidimos separarnos. Es eso”. (Penn no quiso comentar).

Un momento después, una mesera pasa para ver si hemos terminado nuestra comida. Theron gesticula hacia su plato, y luego, lastimosamente, al mío. “Le dije esta mañana: ‘Cuando te mire, ven y sálvame de este tipo’”, dice Theron.

Es difícil imaginar que Theron necesite ser salvada. Pero tan rápido como descarta la idea de que se siente atraída hacia personajes fuertes, se irrita ante la noción de que ella misma es fuerte. “Estoy mucho más interesada en la debilidad, el miedo”, asevera. “No estoy tan interesada en las cosas en las que soy fuerte. Me da mucha más perplejidad y estoy más interesada en las cosas que me dan miedo y las cosas que te rompen como ser humano. Es en esos momentos en los que encuentras tu fuerza”.

A los pocos minutos, recibe un mensaje de texto. Es la niñera diciéndole que es casi la hora del baño de August y de leerle cuentos a Jackson. Theron se anima y no puede resistir la oportunidad de enseñarme fotos en su iPhone: imágenes de Jackson, de Jackson agarrando a August, de August en la bañera, de ella dándoles de comer y vistiéndolos. “Tu vida entera se trata de estas cosas que te gusta compartir, estas cosas que amas más que nada en el mundo. No puedo esperar a compartir un pañal”.

“¿Acabo de decir ‘compartir un pañal’?”. Sacude la cabeza y se corrige. “Cambiar un pañal”.

“No. Quiero compartir un pañal contigo”, me dice. “Eso es lo que te toca antes de que te vayas”. •

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