Por Jorge Dotto*
A principios del 1.900 un médico psiquiatra y neurólogo alemán, Alois Alzheimer, trató a una persona que presentaba un deterioro severo con demencia. Después de que esa persona falleciera, Alzheimer realizó una autopsia de su cerebro y describió los hallazgos que hoy caracterizan la enfermedad que lleva su nombre.
En el año 2006, casi 27 millones de personas a nivel mundial padecían la enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 2050, la prevalencia afectará a 135,5 millones de personas en todo el planeta.
En la actualidad, aproximadamente el 10% de las personas que tienen más de 70 años desarrollan demencia: pérdida progresiva de funciones cognitivas como la memoria, concentración, orientación y el lenguaje. Con el avance de la enfermedad, la mayoría también suele padecer Alzheimer.
Pérdida del cromosoma Y: un factor negativo
Los cromosomas son cadenas compactas de ADN donde están ubicados los núcleos de todas las células, excepto los glóbulos rojos que no tienen núcleo
Científicos genetistas de la Universidad de Uppsala, Suecia, analizaron a 3.200 hombres con un promedio de 73 años de edad y demostraron -al analizar el ADN de cada uno de ellos- que casi el 20% de los estudiados tenía una pérdida del cromosoma Y en el 10% de los glóbulos blancos.
La deficiencia de este cromosoma sexual masculino es más frecuente en hombres de mayor edad. ¿La razón? Aún no está establecido el mecanismo preciso, pero los expertos aseguraron que «está relacionado con el envejecimiento en general de las personas y, a su vez, con una alteración del sistema inmune».
En la investigación, aquellos hombres que ya tenían diagnóstico de Alzheimer también habían perdido el cromosoma Y. Por otra parte, el grupo que contaba con esta alteración cromosómica desarrollaba -a futuro- esta enfermedad.
La pérdida del cromosoma Y podría llegar a explicar porque los hombres tienen una menor expectativa de vida que las mujeres
En los próximos años, analizar esta pérdida en los glóbulos blancos de hombres podría convertirse en un test genético simple y en un nuevo marcador para determinar si esa persona tiene un mayor riesgo para desarrollar Alzheimer.
Una nueva rama de la llamada «prevención genética»: estudiar con una nuestra de saliva o sangre el ADN de una persona con paneles genéticos; y, con los resultados y un asesoramiento por parte de un especialista, tomar decisiones para su vida.
* Jorge Dotto es médico (UBA) patólogo y genetista. Autor de «Genética. Cómo puede cambiar nuestras vidas». @JorgeDotto