Al cumplirse este viernes 26 de enero el aniversario número 211 del natalicio de Juan Pablo Duarte, comenzó también el Mes de la Patria, que incluye el 27 de febrero, fecha en la que celebra la independencia dominicana, y culmina en realidad el 9 de marzo, con el natalicio de Francisco del Rosario Sánchez.
El Mes de la Patria incluye también al 25 de febrero, fecha en la que nació el otro gran patricio dominicano, Ramón Matías Mella, con lo que la celebración de nuestra dominicanidad adquiere un significado especial para toda la nación.
Se podría inferir que celebrar a la patria no cabe en algo más de treinta días, pero el carácter simbólico de este mes sirve para revivir los mejores ejemplos de nuestros héroes y rendir tributo al enorme sacrificio que hicieron para que tengamos un país debidamente constituido, que se distingue con caracteres propios entre las naciones del planeta.
Este lapso debería aprovecharse para despertar también, en el imaginario de nuestra juventud, la necesidad de celebrar nuestra cultura, nuestra riqueza folklórica, nuestras danzas tradicionales y la música de nuestros antepasados, en medio de la invasión de tantas expresiones chabacanas y extranjerizantes.
Resaltar el ejemplo de entrega, de sacrificarlo todo por los ideales de independencia y de libertad que ejecutaron nuestros héroes nacionales es también celebrar este mes, porque si algo distinguió a Duarte, Sánchez y Mella fue precisamente una conducta sin dobleces y perfectamente clara, intachable, a lo largo de toda su vida.
“Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor”, dijo alguna vez Juan Pablo Duarte, lo cual significa que honrar a la patria no es solamente pronunciar discursos altisonantes y embanderar edificios, se trata de algo más, de honrar con actos concretos, con ejemplos de vida, que es lo que nuestro pueblo precisa de sus dirigentes.
La patria dominicana tiene una historia escrita con la sangre de sus próceres y tiene todo el derecho a destacarla con orgullo, como también luce con absoluta satisfacción su actitud solidaria y su capacidad de trabajo, su firmeza ante la adversidad y el respeto a sus instituciones.
Esta patria no se hizo sola ni se consiguió por la gracia de nadie, sino con años de lucha y laborioso esfuerzo, lo que nos permite proclamar ante el mundo que somos orgullosamente dominicanos.