Imagine que está en un teatro y, de repente, una persona empieza a enviar mensajes de texto a personas del público al azar, interrumpiendo el espectáculo.Pongamos que el teatro es el cerebro y los mensajes son convulsiones epilépticas. Las actuales técnicas que se utilizan localizan a esos espectadores cuyos teléfonos están sonando, pero lo realmente efectivo sería identificar a la persona que los está enviando. Eso es lo que propone la técnica de un nuevo estudio de la Universidad de Exeter: localizar la fuente de los ataques.
El estudio, publicado recientemente en la revista Scientific Report, ha sido dirigido por el doctor y profesor de matemáticas en Exeter Marc Goodfellow y el profesor John Terry, director del Centro EPSRC (Consejo de Investigación de Ciencias Físicas e Ingeniería de Reino Unido, por sus siglas en inglés). «El potencial de esta investigación es excepcional. Le da a los cirujanos información valiosa de cómo las diferentes regiones del cerebro contribuyen a las convulsiones, permitiéndoles predecir el resultado de diferentes estrategias quirúrgicas y un mejor plan de cirugía», indica Terry.
En la actualidad, las personas con epilepsia son tratadas principalmente a través de medicación, cuyos objetivos son reducir o eliminar los ataques. El problema es que los medicamentos contra la epilepsia sólo tienen efecto en un tercio de las personas. En estos casos, los pacientes pueden optar por someterse a una cirugía para eliminar pequeñas áreas del cerebro -sin que afecte a las funciones cerebrales-, lo que podría ayudar a reducir las posibilidades de sufrir convulsiones.
Los cirujanos registran la actividad eléctrica de la superficie del cerebro y estudian los ritmos eléctricos para intentar identificar las regiones cerebrales donde comienzan las convulsiones. Pero el enfoque actual sólo es parcialmente eficaz en el 50% de las personas con epilepsia. El nuevo método ideado por los científicos, que usa avanzados procedimientos de modelos matemáticos, puede ayudar a distinguir con mayor precisión las regiones del cerebro que son la fuente de la actividad convulsiva respecto a aquéllas que podrían estar involucradas como consecuencia de una primera convulsión. «Esta investigación tiene el potencial de mejorar drásticamente las tasas de éxito de la cirugía para aquellos pacientes que lo necesitan y, por lo tanto, también de mejorar de forma espectacular su calidad de vida», explica Terry.
Para el estudio, los cirujanos registraron la actividad cerebral de 16 pacientes con epilepsia -que habían sido sometidos a cirugía para tratar las convulsiones en una clínica en Suiza- para intentar identificar las regiones donde comienzan los espasmos. Utilizaron las lecturas anteriores a la cirugía para elaborar su modelo avanzado y predecir qué áreas producirían los resultados más eficaces. Después compararon sus predicciones con los resultados actuales logrados a través de la cirugía.
Como indica Goodfellow, «fuimos capaces de comparar, por primera vez, las predicciones realizadas por un modelo informático aplicadas a grabaciones cerebrales prequirúrgicas con los resultados postquirúrgicos de un grupo de personas con epilepsia. Vimos una buena concordancia entre el resultado predicho por nuestro modelo y el resultado real logrado a través de la cirugía».
«El potencial para un futuro tratamiento es claro: estamos ante una forma más precisa de identificar exactamente dónde operar para obtener los mejores resultados para un individuo, y así mejorar las vidas de muchas personas que de otra manera tendrían que vivir con la constante amenaza de ataques», afirma Goodfellow.