La Comisión Europea presentará este miércoles la «Brújula de Competitividad«, su estrategia para aumentar la productividad, innovación y autonomía de la Unión Europea con el fin de que pueda competir a nivel global con Estados Unidos o China.
«Será la estrella polar de esta nueva Comisión y guiará nuestro trabajo durante los próximos cinco años», dijo la semana pasada la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, sobre un documento en el que Bruselas plasmará las iniciativas con las que prevé poner en práctica las recomendaciones de los informes Draghi y Letta.
Ambos exmandatarios italianos urgieron a los Veintisiete a movilizar inversión pública y privada, potenciar sectores estratégicos – como telecomunicaciones, energía, chips o inteligencia artificial- y diversificar suministros si quieren ser capaces, no solo de atajar la brecha con otras potencias, sino de mantener su propia agenda en materia de clima o bienestar social, por ejemplo.
Los problemas de suministros durante la pandemia, la crisis energética a raíz de la guerra en Ucrania y los ingentes programas de subsidios de Pekín y Washington han impulsado en los últimos años una carrera por la competitividad europea aún más relevante tras el regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, que augura un recrudecimiento del proteccionismo y unas relaciones transatlánticas más tensas.
Con este telón de fondo, la hoja de ruta de Bruselas reposará en tres pilares u objetivos: cerrar la brecha de innovación de la UE con sus competidores, establecer una senda para aunar descarbonización y competitividad, y reforzar la seguridad económica del bloque, según avanzó Von der Leyen.
La Comisión pondrá el foco en movilizar inversión pública y privada para alcanzar los 800,000 millones en inversiones adicionales anuales que calcula necesarios para competir a escala global, por lo que buscará dar un impulso a la Unión de Mercado de Capitales, ahora rebautizada como Unión de Ahorro e Inversión, para atajar una de las principales barreras al crecimiento de las empresas europeas.
Prevé plantear nuevos productos de ahorro e incentivos para las inversiones de riesgo con el fin de movilizar más capital privado, sobre todo para empresas emergentes, así como mejorar la coordinación entre autoridades nacionales y europeas para dirigir más fondos públicos a sectores estratégicos.
Bruselas planea además acometer una simplificación de la regulación comunitaria con la meta de reducir en un 25 % la carga burocrática para las empresas y crear un régimen único para ciertas compañías innovadoras, denominado «régimen 28», que les permita ceñirse a las mismas reglas de insolvencia, trabajo o fiscalidad en toda la UE en lugar de lidiar con 27 marcos nacionales.
El Ejecutivo comunitario buscará asimismo abaratar los precios de la energía, mucho más altos en la UE que en EE.UU., potenciando las energías renovables y la nuclear; invirtiendo más en tecnologías limpias y en la modernización de su infraestructura eléctrica; así como diversificando sus suministros, ha explicado la alemana.
En este sentido, Bruselas ya ha anunciado que en los próximos meses presentará una Ley de Industria Limpia, planes para sectores concretos como el del acero o el automóvil, o un Fondo de Competitividad.
La UE seguirá apostando además por firmar nuevos acuerdos internacionales – tras los cerrados recientemente con el Mercosur o México – para garantizarse, entre otros, el acceso a materias primas críticas.
Las iniciativas de la «Brújula de Competitividad» tendrán que plasmarse después en propuestas legislativas concretas que, en la mayoría de casos, deberán ser negociadas entre los Estados y la Eurocámara para salir adelante.