Burán fue alguna vez el más costoso y más ambicioso proyecto de la industria espacial de laUnión Soviética. Su transbordador estrella, el OK-1K2, apodado Little Bird, ya tenía su primer viaje programado cuando se cruzó en su camino la desintegración del bloque soviético.
Fue el fin para Little Bird. La nave y otra similar llamada OK-MT llevan 22 años ocultas en el cosmódromo de Baikonur, en las estepas de Kazajistán, lejos del esplendor que tuvo a principios de los años 90, cuando aún aspiraba a competir con los transbordadores que tanta publicidad dieron entonces al poderío espacial de los Estados Unidos.
Un fotógrafo llamado Ralph Mirebs se coló en el lugar retrató la decadencia de la mole, hoy a merced del polvo del desierto y los saqueadores. Mirebs, que asegura vivir en Japón, ha subido las fotos a su blog, que está escrito en un perfecto ruso.
«El tiempo y la gente no ha perdonado a estas naves espaciales, y su estado es lamentable. Los paneles termorresistentes se han pelado, el cristal de la cabina está roto y el fuselaje está cubierto con una gruesa capa de excrementos de pájaros», escribe el fotógrafo.
Burán, un programa para la guerra
El programa Burán se inició en 1974 con propósitos principalmente militares, como portarojivas nucleares en una eventual guerra contra los países de la OTAN. Eran tiempos de Guerra Fría y las hipótesis de enfrentamientos habilitaban cientos de millones de dólares a la innovación armamentística.
El único transbordador que alcanzó el espacio fue el OK-1K1, el Burán original, que más tarde dio su nombre a todo el proyecto. En 1988 se realizó su prueba de vuelo no tripulado, que duró tres horas y 36 minutos. Cuando el programa fue abandonado en 1993 había cinco modelos en diversas fases de construcción.
Little Bird, la estrella
El Burán original y Little Bird se mantuvieron juntos hasta que una tormenta destruyó la primera nave hace trece años. Little Bird y otra nave del proyecto fueron trasladados a un hangar en el desierto, el mismo en el que entró Mirebs.
Little Bird y OK-MT aún ahí donde las dejaron, en estado de total abandono, como puede verse en las fotos.
«No está claro si tenían equipo instalado o sus equipos fueron arrancados y vendidos por los metales preciosos que supuestamente contenían», escribe Mirebs.
Las navse tienen los paneles arrancados, cristales rotos y su interior con restos de tecnología de lo que alguna vez fue un proyecto multimillonario.
infobae