Cada año, 168 mil vehículos más alimentan infierno del tránsito

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El infierno se reproduce cada año a una temperatura mayor en las calles. Y es particularmente más intenso en Santo Domingo. Sus calderas son atizadas por los 168 mil vehículos de motor nuevos y viejos que en promedio desde 2004 se suman a los que ya están en circulación.

Los datos son los publicados por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII).

La consecuencia directa de esta alta demanda de unidades es que entre 2004 y 2014 la flota vehicular del país pasó de 1.7 millones de unidades a 3.4 millones, para un crecimiento decenal de 98%, lo que significa que en ese período prácticamente se duplicó.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), durante ese mismo período, la población dominicana creció en 11.6%. Esto también se puede decir de otra manera: por cada nuevo hijo que concibe una madre dominicana, el país engendra 8 vehículos adicionales.

El exceso de vehículos y la cultura generalizada de incumplimientos de las normas de tránsito, han creado un eterno presente en que los vehículos matan a los hijos. Por eso es que en un informe del 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica a la República Dominicana como el segundo país en el mundo con más muertes de tránsito por cada 100 mil habitantes, con una tasa de 41.7 fallecimientos.

En esa tragedia, el país sólo es superado por la isla Niue (con una superficie de 262 kilómetros cuadrados), ubicado en el Océano Pacífico. Tiene una tasa de 68.3.

El ingeniero Hamlet Hermann, en su serie de artículos sobre “Una ciudad colapsada”, publicados en Diario Libre, explica: “La cantidad de vehículos livianos crece exponencialmente, porque no ha habido una política consistente para fortalecer un sistema colectivo de transporte. El peatón está obligado a buscar por su cuenta y riesgo los medios cotidianos de transporte, ante el desprecio demostrado por las autoridades para generar soluciones colectivas eficientes”.

También Hermann agrega: “La existencia de no se sabe cuántas instituciones públicas con actividades vinculadas al transporte y el tránsito no es algo casual, sino premeditado por los políticos de turno”.

Además de pérdidas de vidas humanas, contaminación ambiental, violencias entre los dueños de los servicios del transporte público, el país paga otro costo.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Energía, en 2013, el consumo de energía neta en el país ascendió a 5,580.30 toneladas equivalentes de petróleo. De ese monto el sector transporte consumió el 43.86%, un porcentaje muy superior al del residencial (24.66%), industrial (22.12%), comercial y servicios públicos (6.21%); al de agro, pesca y minería (2.55%), y construcción y otros sectores (0.60%).

Hermann, quien fue el primer director de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), vaticina que el caos el tránsito durará mucho tiempo, por las dificultades y la falta de voluntad política en buscar una solución.

Bienvenido al infierno, usted posiblemente llegó para quedarse.

 

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