En una jornada fría y tensa, con manifestaciones en todo el país, Donald Trump fue elegido formalmente por el Colegio Electoral como el próximo presidente de los Estados Unidos y dio por tierra así las tibias esperanzas de los demócratas, que buscaban que varios electores cambiaran su voto y boicotearan la designación del magnate.
“Con este paso histórico podemos mirar hacia el futuro brillante que tenemos por delante. Trabajaré duro para unir a nuestro país y ser el presidente de todos los estadounidenses”, dijo Trump en un comunicado tras la publicación de la votación.
“Agradezco al pueblo estadounidense por su abrumadora votación para elegirme como el próximo presidente de Estados Unidos”, expresó.
Cerca de las 6 de la tarde, hora de Washington, Trump logró reunir los 270 votos necesarios para ser ungido como el líder de la primera potencia del planeta, en un proceso que había comenzado el 8 de noviembre, cuando el republicano resultó ganador en el conteo estado por estado, aunque la candidata demócrata cosechó casi 3 millones más de votos populares.
Los 538 integrantes del Colegio Electoral comenzaron ayer a votar en las capitales de sus respectivos estados para formalmente consagrar al ganador de las elecciones, que será anunciado oficialmente por el Congreso de la Nación, el 6 de enero.
Habitualmente este proceso es una formalidad a la que nadie presta atención, pero la personalidad de Trump, el tono agresivo de la campaña, el hecho de que Hillary haya claramente superado a su rival en el voto popular y las últimas revelaciones sobre la influencia de Rusia en las elecciones pusieron esta vez a este trámite burocrático en el centro de la escena.
Miles de manifestantes en todo el país desafiaron el frío y se congregaron frente a los Congresos de los Estados para instar a una rebelión de los electores. “¡Vergüenza, vergüenza!”, clamaban en la capital de Pennsylvania y también en Wisconsin, en Florida, Texas e incluso Washington DC. En esta ciudad un grupo eligió protestar frente al hotel Trump con pancartas que decían: “Electores de Estados Unidos respeten la voluntad del pueblo”, “Por favor, salven a nuestro país”, y “Trump + Putin = Traición”.
Como resultado de los comicios, Trump supuestamente contaba en este colegio electoral con 306 electores dispuestos a apoyarlo, contra 232 favorables a Clinton, en una disputa en la que el vencedor precisa de 270 apoyos para ser declarado presidente. Pero muchos soñaban conque la presión hiciera cambiar de opinión a una masa de electores de Trump para dar vuelta el resultado en el recinto.
El debate se había puesto bien caliente los últimos días por las denuncias de los servicios de inteligencia estadounidenses de que Rusia operó en favor de Trump durante la campaña electoral. Diez grandes electores (nueve demócratas y un republicano) dirigieron una carta abierta a James Clapper, director saliente de la Inteligencia Nacional, para ser informados acerca de la investigación realizada sobre este tema antes de emitir su voto. La demanda fue apoyada por John Podesta, ex director de campaña de Hillary Clinton, miles de cuyos mensajes electrónicos fueron pirateados en las semanas precedentes a la elección y divulgados en Internet.
Trump y su asesores dijeron que la promoción de la rebelión en el colegio electoral era una movida de “malos perdedores”. Según Reince Priebus, el futuro jefe de Gabinete de la Casa Blanca, “la verdadera cuestión consiste en saber por qué los demócratas (…) tratan de todas las maneras posibles de deslegitimar el resultado de la elección”. Y llegó incluso a denunciar intentos de “intimidación” contra electores. “Algunos recibieron más de 200.000 emails”, dijo.
Antes del recuento, sólo un elector, el texano Christopher Suprun, había anunció públicamente que cambiaría su voto. En una columna a comienzos de mes en The New York Times, Suprun señaló que no votaría por “alguien que demuestra cada día que carece de las cualidades requeridas para la función presidencial”. Sin embargo, muy pocos lo acompañaron en su rebelión.
Incluso habían tenido incentivos. El domingo por la noche, el cineasta Michael Moore había ofrecido pagar las multas que supuestamente recibirían los electores “rebeldes” que decidieran a último momento no votar por Trump. En un mensaje en su cuenta de Facebook, Moore dijo que “es evidente que no puedo ni pretendo darte dinero para que votes, pero si votas con tu conciencia y eres sancionado por eso, personalmente me presentaré y pagaré tu multa, algo que tengo derecho de hacer”.
Pese a los intentos, era esperable que la campaña a favor de la rebelión fracasara. Un resultado distinto habría sometido al país a la incertidumbre total, aún mayor que la que despierta el futuro gobierno del magnate. También los estadounidenses apostaban por el respeto al mandato. Un sondeo de Politico/Morning Consult publicado ayer mostraba que el 46% creía que los electores debían votar por el candidato por el que habían sido elegidos.