La ciencia que impactó el 2016

Las ondas gravitacionales y la conquista de la órbita de Júpiter ganaron titulares, mientras que 50 tecnologías creadas en las misiones espaciales llegaron al microcosmos cotidiano

458
0
Compartir

Uno de los descubrimientos más relevantes de este año en lo que se refiere a los estudios relacionados con el espacio tiene que ver con la detección directa de ondas gravitacionales por parte de los científicos del Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferómetro Láser (LIGO, por sus siglas en inglés). La detección de este hecho fue descrita por expertos, como el doctor Diego López Cámara, del Instituto de Astronomía de la UNAM, como una nueva forma de entender el espacio ahora a partir de la observación de un hecho consignado sólo a nivel teórico por Albert Einstein en su Teoría General de la Relatividad, publicada hace un siglo.

En el concepto de espacio-tiempo, de acuerdo a las teorías del científico alemán, el tiempo no puede estar separado de las tres dimensiones espaciales, pues depende del estado de movimiento del observador. “Lo que sucede es que absolutamente toda la información que los astrofísicos teníamos sobre el Universo: estrellas, galaxias, radiación cósmica, etcétera, había sido generada a partir de la luz que recibimos de los astros: luz sumamente energética, como rayos gamma de estrellas masivas que al final emiten mucha energía; o por ejemplo, de fotones que tienen muy poca energía y viene de distancias muy lejanas, como el inicio del Universo en el Big Bang”, señaló López en entrevista para esta sección cuando el hecho fue dado a conocer a la comunidad científica internacional en junio de este año.

Esta fue la primera vez en la historia en la que se consiguió información sobre un evento cósmico a partir de la deformación del espacio-tiempo, pero, justo un poco antes de esta noticia, otro suceso también abrió el estudio de las fronteras espaciales. Los encargados del telescopio espacial Kepler anunciaron el descubrimiento de mil 284 nuevos exoplanetas, lo que multiplicaba por dos el número de estos cuerpos conocidos hasta la fecha y que hoy suman 2 mil 331, según registros oficiales de la NASA. Un exoplaneta orbita una estrella diferente al Sol, por lo tanto no pertenece a nuestro Sistema Solar. Esto significa que este año las fronteras del conocimiento espacial se extrapolaron como nunca antes había sucedido.

Otro hecho relevante en este sentido fue la presentación de evidencias de un noveno planeta, pues después de que Plutón fue “degradado” a planeta enano, la vacante parecía desocupada y astrónomos del Instituto de Tecnología de California presentaron datos sobre un planeta de cuatro veces el tamaño de la Tierra, es decir con las dimensiones aproximadas de Neptuno.

Este planeta orbitaría probablemente a 225 mil millones de kilómetros lejos del Sol; aproximadamente mil 500 veces más lejos que la Tierra. Sin embargo, muchos científicos aún son escépticos y consideran necesarias más pruebas para llenar la vacante de un noveno planeta.

Pero aún dentro de las fronteras de nuestro Sistema Solar, otra historia sorprendió al mundo. El 4 de julio, la sonda Juno finalmente alcanzó la órbita del Júpiter con la misión de permanecer en ella durante 20 meses y recabar información sobre la atmósfera e interior de este planeta. Este fue prácticamente el colofón de una de las misiones más ambiciosas de la NASA que tuvo otra singularidad: su dependencia total de la energía solar. La nave cuenta con los paneles solares más grandes creados por la NASA, pues entre los tres cubren una superficie de 72 metros cuadrados, alimentados por 19 mil celdas.

El espacio en la vida terrenal

Pero además de generar información sobre el origen del Universo y sus fronteras, ¿de qué sirven todas estas hazañas que año con año se suman a la lista de logros en la ciencia espacial? La respuesta se encuentra en la forma en que impactan en nuestra vida cotidiana. Para entender mejor su influencia, la NASA publica una lista anual de las tecnologías que han logrado llegar con fortuna a los diferentes microcosmos de la cotidianidad.

Entre los desarrollos generados este año, pero que se presentan como el listado Spinoff 2017 de la NASA, se encuentran 50 tecnologías activas en diferentes ámbitos. De entre todas estas, Stephen Jurczyk, administrador asociado de las Misiones de Tecnología Espacial de esta agencia estadounidense, seleccionó algunas de sus preferidas.

En el Laboratorio de Propulsión a Chorro se han desarrollado mediciones precisas de GPS que llevaron a la compañía John Deere a construir los primeros tractores autónomos que ya han empezado a trabajar en las tierras cultivables del mundo. En el área médica, los estudios sobre radiación en el espacio han llevado a la empresa Thermacore Inc. a adaptar la tecnología y crear materiales para evitar el calor peligroso durante cirugías complejas, como las intervenciones al cerebro.

Por otro lado, una cámara de alta velocidad, diseñada para monitorizar el aterrizaje en paracaídas de la nave espacial Orion, ahora se emplea con éxito para mejorar los datos en las pruebas de choques de automóviles, algo muy útil en el sector, sobre todo si se considera el dato de que 25% de los accidentes en auto son por fallas en el diseño de los vehículos. Otro tipo de tecnología que ha llegado literalmente del cielo a la Tierra es la de imágenes láser que ayudaron a descubrir la nieve en Marte y que ahora apoyan a los arqueólogos a rastrear pistas sobre nuestro pasado.

Más allá de la NASA

También en tierra firme, 2016 marcó otros acontecimientos que muestran el rumbo que llevan los avances científicos. El Premio Nobel de Química 2016 fue concedido a tres químicos: el francés Jean-Pierre Sauvage, de la Universidad de Estrasburgo (Francia); el escocés Sir James Fraser Stoddart, de la Universidad Northwestern de Evanston (EU); y el holandés Bernard Lucas Feringa, de la Universidad de Groninga (Países Bajos). El mérito por el cual fue reconocido el trío de investigadores: el diseño y eficaz síntesis de máquinas moleculares.

Los tres científicos han desarrollado moléculas con movimientos controlables que llevan el poder de la química a una nueva dimensión, pues este tipo de procesos a nivel molecular está sentando las bases para la creación de nuevos materiales y sistemas de almacenamiento energético de larga duración.

Durante este año, el Nobel de Medicina fue otorgado a alguien que estudia los procesos “caníbales” en las células. El japonés Yoshinori Ohsumi (Fukuoka, 1945) fue galardonado por el descubrimiento de los mecanismos de la autofagia, una palabra de origen griego que quiere decir “comerse a sí mismo”, pero en este caso enfocado el sistema de reciclaje del organismo mediante el trabajo de las células. Estos organismos pueden destruir sus propios contenidos, encerrándolos en membranas y enviándolos a un orgánulo encargado del reciclaje. Es así que el científico detectó mutaciones relacionadas con la autofagia que pueden provocar varios trastornos, incluidos el cáncer y el Parkinson.

En nuestro país también hubo reconocimientos, como el Premio Nacional de Ciencias 2016, que otorga el gobierno federal en el ámbito de las ciencias exactas, tecnología e innovación. Los galardonados en el área de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales fueron los doctores David Kershenobich y Ana Cecilia Noguez Garrido, ambos egresados de la UNAM.

El trabajo de investigación de esta última se ha distinguido por sus aportaciones en el estudio de las propiedades electrónicas y ópticas de las nanopartículas, mientras que el doctor Kershenobich es reconocido por crear la primera Clínica del Hígado en México, en donde se han formado muchos de los mejores hepatólogos del país.

Otros galardonados fueron los doctores Luis Enrique Succar Succar y Lourival Domingos Possani Postay, quienes fueron los elegidos en el área de Tecnología, Innovación y Diseño. El trabajo del doctor Succar Succar se ha enfocado en la comprensión y construcción de sistemas de inteligencia artificial que pueden interactuar con el mundo real. Es así que basado en modelos gráficos probabilísticos ha trabajado en aplicar este tipo de conocimientos a tecnologías específicas, como la robótica móvil y la biomedicina.

Por otra parte, Lourival Domingos Possani Postay es un biofísico brasileño naturalizado mexicano quien es reconocido, entre otras cosas, por sus investigaciones sobre el veneno de los alacranes y sus antídotos.

No hay comentarios

Dejar una respuesta