En Vietnam, una familia que vive con 266 dólares al mes emplea un candado herrumbroso para asegurar la puerta de su casa de tres cuartos. Nada distinto es el candado a la entrada de la casa de una familia india, cuyo ingreso mensual equivale a 245 dólares, o el de una nepalí, que gana 201 dólares.
Pero las cerraduras son apenas uno de los objetos del hogar que el nuevo sitio web Dollar Street está documentando, a fin de caracterizar visualmente el panorama de estratificación mundial de la riqueza. Anna Rosling Rönnlund, cofundadora de Gapminder Fundation, radicada en Suecia, desarrolló el proyecto en 2014. Desde entonces, su equipo de fotógrafos ha viajado a 200 hogares en 50 países. Ellos pasan al menos un día en cada hogar, entrevistando la familia y tomando fotos de los artículos de la casa –desde estufas hasta cepillos de diente, lavabos o teléfonos–, los cuales quedan necesariamente comprendidos en alguna de las 135 categorías que, como puntos de comparación, utiliza el propio sitio Dollar Street.
A la izquierda, la cocina de una familia rumana que ingresa 163 dólares al mes. A la derecha, la de una familia jordana que gana 7,433 dólares.
En una charla de TEDxStockholm en 2015, Rosling Rönnlund describió cómo las fotos y las imágenes en general son a menudo empleadas para crear “cuentos de hadas” acerca de otros países, captando, de manera estereotipada, escenas de pobreza y riqueza, pero ignorando la vastedad de ingresos y estilos de vida en medio de ambos extremos. La gente en otros países, sostiene Rosling, comúnmente es retratada como exótica o misteriosa. “Esto tiene que cambiar”, añade. “Nosotros queremos mostrar cómo la gente vive realmente”.
En Dollar Street, Rosling imagina a todos los hogares ordenados con arreglo al nivel de ingresos a lo largo de una sola calle residencial. Antes que poner el acento en los límites geográficos para informarnos acerca de otros países, remarca Rosling, necesitamos “un esbozo visual para comprender la realidad socioeconómica del mundo”. El ingreso mensual de cada familia funciona entonces como su “dirección”; el grupo identificado con una media global de 250 a 390 dólares al mes incluye hogares de Ruanda, Vietnam, Cambodia, Bolivia, Indonesia, Tailandia e India.
A la izquierda, un plato de comida en Malawi, de una familia que ingresa 30 dólares dólares al mes. A la derecha, el de una familia mexicana que gana 6,342 dólares.
En conversación con Fast Company, Fernanda Drumond, una gestora de proyectos para la Fundación Gapminder, indica que Dollar Street disipa estereotipos mostrando miles de similitudes entre los países. “Si uno observa a las familias ricas en Estados Unidos, y las compara con las de México, China e India, uno notará que son muy similares”, acotó. Si bien estas similitudes son llamativas, ellas revelan a su vez una decidida preferencia por occidente: una familia rica en Ucrania exhibe el último iPhone; al tiempo que la tele de una familia china, cuyo ingreso mensual ronda los 10,000 dólares, pasa un partido de la NBA.
A la izquierda, cepillos dentales pertenecientes a una familia sueca que gana 2,223 dólares al mes. A la derecha, el cepillo de una familia ruandesa que ingresa 251 dólares.
A través de Dollar Street, Rosling espera humanizar las diferencias que, a menudo, son percibidas en forma de frías estadísticas. Durante su charla TEDxStockholm, ella pone un video de familias –de todos los niveles de ingreso– cepillándose los dientes. Se trata de algo de lo más cotidiano, pero un cepillo dental en Suecia, propio del límite superior del espectro salarial, no se parece en nada al de una mujer en Malawi, quien se frota los dientes con los dedos de sus manos.
Las diferencias entre culturas y categorías de ingreso van mucho más allá de poder ser expresadas, en su totalidad, por medio de una colección de fotos. Ni siquiera por el inmenso catálogo de que Dollar Street actualmente dispone. Pero Rosling enfatiza que el sitio web es un trabajo aún en progreso. Ella tiene más de 30,000 imágenes que revisar y clasificar, pero prevé que el sitio crezca hasta devenir una plataforma colaborativa, donde las familias pueden enviar sus propias fotos. “Queremos que sea posible comparar todos los países, todas las ciudades y suburbios, para entonces dar cuenta de la diversidad del mundo”, remata. “Solo cuando empecemos a mirar más allá de los confines propios, comenzaremos a ver patrones interesantes”.