Anthony Bourdain, el chef más famoso del mundo, defiende a los indocumentados

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La mañana de este jueves el afamado anfitrión de ‘Anthony Bourdain: Parts Unknown’ vio arder su cuenta de Twitter luego de tuitear que su terminante negativa a visitar el restaurante del chef Alessandro Borgognone (Sushi Nakazawa) en el hotel Trump de Washington, D.C., no es un boicot sino la elección de no ser condescendiente con chefs que tácitamente apoyan la deportación de la mitad de la gente con la que han trabajado en su vida. 

El reconocido y mediático chef, escritor y presentador neoyorkino se ha caracterizado a lo largo de su carrera por hablar sin romanticismo de la industria restaurantera y por develar, tanto en sus libros como en sus programas televisivos, los aspectos desconocidos de los comedores y las cocinas de Estados Unidos, y el tema específico de la importancia de los inmigrantes indocumentados en dicha industria no escapa a sus comentarios.

El año pasado, luego de que el presidente electo Donald Trump dio a conocer su intención de deportar a más de 10 millones de inmigrantes indocumentados al inicio de su campaña presidencial, Bourdain — en entrevista con Pete Dominick— señaló una vez más ( lleva muchos años haciéndolo) el grave impacto que la medida tendría para los restaurantes de Estados Unidos, cuya planta laboral de base está integrada mayormente por indocumentados provenientes de México y Centroamérica.

Y agregó «mentes respetables pueden estar honestamente en desacuerdo sobre qué haremos en el futuro y qué tan estrictamente queremos controlar nuestras fronteras, pero para la gente que ha vivido aquí, que es parte importante de nuestras vidas y que no han hecho otra cosa que hacer lo mejor que pueden para alcanzar el ‘sueño americano’, debería haber un camino simple hacia la legalidad».


Esta postura le ha valido al chef incontables señalamientos de la audiencia por ‘politizar’ sus programas, aunque él —según declaró en esta conversación con Eaterno cree que se pueda hablar de comida, de chefs o de restaurantes sin hablar de política, porque tanto la comida como los medios son política en sí mismos.

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