La primera piedra en el zapato de Trump puede ser un reducido grupo de republicanos. Es que Trump sigue cabreando a los conservadores en el Congreso con su postura sobre Rusia y sobre el sistema sanitario. El senador John McCain, candidato republicano en las elecciones de 2008 que abandonó a Trump en los compases finales de la pugna en 2016, ha pedido que se lleve a cabo una investigación parlamentaria sobre la injerencia rusa en las últimas elecciones.
Citando las conclusiones de los jefes de inteligencia de que Rusia orquestó hackeos sobre el partido democrático para sembrar confusión y ayudar a la candidatura de Trump, McCain ha insistido en que organizará una investigación incluso si los líderes del partido en el Senado no se unen. McCain también ha reconocido que, el año pasado, pasó un informe no corroborado al FBIalegando vínculos entre el Kremlin y la campaña de Trump.
En los primeros días de su campaña, Trump ridiculizó el papel de McCain en la guerra de Vietnam, en la que fue capturado y torturado por el Vietcong. «No es un héroe de guerra», dijo Trump. «¿Es un héroe de guerra porque fue capturado? Me gusta la gente que no fue capturada». Trump consiguió cinco aplazamientos para no ir a la guerra.
Los senadores Lindsey Graham y Marco Rubio también han criticado enérgicamente el constante interés de Trump de hacer de Vladimir Putin un amigo de la Casa Blanca. Durante las audiencias de confirmación, Rubio presionó en torno al asunto Putin con preguntas afiladas dirigidas a Rex Tillerson, el secretario de Estado elegido por Trump y presidente de la petrolera Exxon Mobil que recibió la Orden de la Amistad de Moscú.
Tillerson le dijo a Rubio que él no utilizaría el término «criminal de guerra» para describir a Putin sobre su campaña de bombardeos en Siria, por lo que el senador le reprendió. «No podemos lograr claridad moral con ambigüedad retórica», le dijo.
El senador Rand Paul, que como Rubio fue derrotado por el multimillonario durante las primarias del partido, ha sugerido que se opondrá al presidente electo en determinados nombramientos. El senador con tintes progresistas fue tambiénel único senador republicano que votó contra una derogación fulminante de la Ley de Cuidados de la Salud Asequibles (ACA por sus siglas en inglés), la reforma del sistema sanitario de Barack Obama.
Paul dijo que no podrían sumar 10 billones de dólares al déficit en una derogación que no tiene en cuenta el presupuesto ni ofrece un reemplazo adecuado al sistema.
Otros cinco republicanos también se han resistido a la inminente derogación de Obamacare: Susan Collins, Lisa Murkowski, Bob Corker, Bill Cassidy y Rob Portman. Los cinco senadores añadieron una enmienda esta semana para dar más tiempo a los republicanos para derogar la ACA y crear una sustituta.
El representante Charlie Dent, mientras tanto, le dijo a los periodistas esta semana que hay más republicanos moderados en la Cámara de Representantes con « serias dudas» sobre cómo actuar sin un nuevo plan sanitario.
Pocos republicanos han criticado abiertamente al presidente electo desde que fue elegido, incluso después de que docenas de ellos asegurasen que no le votarían después de que en octubre se publicase un vídeo de Trump jactándose de toquetear a mujeres sin su consentimiento. El sábado, el senador de Nebraska Ben Sasse fue uno de los pocos miembros de su partido que defendió a John Lewis, un demócrata en la Cámara de los Representantes, por el insulto marca Trump de que el líder de los derechos civiles era «puras palabras y nada de acción».
Traducido por Cristina Armunia Berges