La menopausia es todo un misterio evolutivo. Solo hay tres mamíferos en las que sus hembras vivan mucho más allá de su vida reproductiva: las humanas y las de dos especies de delfines. Ahora, un estudio con una de ellas, las orcas, muestra que las crías de las madres maduras tienen una tasa de mortalidad que casi dobla a las de las jóvenes. También muestra que, cuánto mayor sea la hembra orca, mayor implicación en sacar adelante a las crías de sus hijas.
Es la llamada hipótesis de la abuela, postulada para explicar por qué las mujeres dejan de ser reproductivas alrededor de los 45 años y pueden vivir varias décadas más. Desde el punto de vista de la selección natural parece un desperdicio. En casi todas las especies las hembras pueden concebir hasta sus últimos días y, entre los grandes simios, son las maduras las que más conciben. La hipótesis de la abuela postula que en los primeros grupos humanos, las hembras mayores, ya infértiles, podían dedicar todo su tiempo, recursos y experiencia a ayudar a sus hijas con sus crías.
El caso de las orcas es aún más llamativo que el de las humanas. En estas, no ha sido hasta tiempos recientes que la esperanza de vida se ha doblado desde la última menstruación. Las hembras de estos cetáceos de la familia Delphinidae (Orcinus orca) entran en la menopausia a partir de los 30 años y pueden vivir más de 100 años, como hizo la venerada Granny.
Solo las hembras de orca, calderón tropical y las humanas tienen la menopausia
Pero la hipótesis de la abuela, al menos en el caso de las orcas, es más descarnada de lo que parece. Durante 40 años, un grupo de investigadores ha estudiado a dos grupos de orcas residentes. Aunque la mayoría de estos cetáceos se mueven constantemente y a grandes distancias, algunas familias de la costa del Pacífico, frente a Canadá y EE UU, llevan una vida sedentaria, alimentándose de los salmones de la zona.
El estudio, publicado en Current Biology, se remonta a 1973 y ha seguido la pista a 525 crías desde su nacimiento y hasta la madurez reproductiva y a sus madres. El resultado más llamativo es que, cuando una orca y su hija crían en el mismo año o el siguiente, la cría de la primera tiene 1,67 veces más probabilidades de morir antes de los 15 años, inicio de la fase adulta. Esto no sucedía cuando la orca madura criaba en periodos en los que su hija no lo hacía.
Hay otro dato que sostiene esta versión dura de la hipótesis de la abuela. Entre los mamíferos que forman grupos sociales (algunos grupos humanos lo han llevado al código civil) las crías que nacen primero tienen más posibilidades de salir adelante. Ya sea porque recibe más cuidados o porque se aprovecha de poder mamar de varias madres, ser el primero es una ventaja. En las orcas no sucede así. Las crías de orcas jóvenes nacidas después que la cría de una orca madura siguen teniendo más chance para llegar a los 15 años.
«La menopausia ha evolucionado como el resultado tanto de los beneficios que las hembras mayores pueden ofrecer a sus crías y las crías de estas como de los costes de la competición por reproducirse», dice el profesor de conducta animal de la Universidad de Exter (Reino Unido) y principal autor de la investigación, Darren Croft. «Nuestras anteriores investigaciones mostraron cómo las hembras mayores ayudaban pero no por qué dejaban de reproducirse. Las hembras de muchas especies siguen siendo líderes hasta el final de sus días, pero siguen reproduciéndose, pero este nuevo trabajo revela que las hembras más viejas llegan a la menopausia porque pierden la competición reproductiva con sus propias hijas», añade.