Es muy probable que en su casa, la de su mamá, una tía o algún familiar haya una máquina de coser Singer. A lo mejor es una que le tomó algún tiempo conocer, pues estaba oculta en su propio maletín o un gabinete, bajo una mesita con armazón metálico que bien podría hacer las veces de un escritorio o un tocador. Se trata de un invento que hace 165 años revolucionó con éxito la forma de coser, a diferencia de antecesores del siglo XIX que no prosperaron a causa de la resistencia de los sastres.
Singer, una marca que sacó ventaja en el mercado al pensar en potenciar el uso doméstico de la máquina, introdujo atributos como la operación con pedal, lo que permitió tener libres las manos para coser en forma de curvas. Si bien la historia ha dado cuenta de conflictos que surgieron tras la expedición de la patente, entre tres socios y un cuarto sujeto, inventor de la puntada de la máquina, quien ha sido reconocido como el cerebro de esta creación es el estadounidense Isaac Merritt Singer.
Nacido en 1811, Singer, antes de ser inventor, se desempeñó como actor, y de él se dice que dejó más de 24 hijos —incluso un escándalo por bigamia—, US$14 millones de patrimonio y una marca que llegó entonces a controlar tres cuartos del mercado mundial y que actualmente aún se precia de ser la número uno. Además, varios autores afirman que I.M. Singer & Company inauguró el modelo moderno de venta de franquicias, a través de licencias para distribuir la máquina, acompañadas de entrenamiento para aprender a utilizarla, un servicio que presta aún hoy.
A finales del siglo XIX, la compañía de Singer también dejó lecciones como las ventajas de vender en el exterior —por las tasas de cambio— y la integración vertical: empezó a fabricar sus propios muebles. Durante el siglo XX sobrevivió a las vicisitudes de las guerras mundiales, entre ellas la confiscación del contenido de sus fábricas. Sin embargo, según los autores Reza Vaghefi, Stephen Paulson y William Tomlinson, estos conflictos bélicos le dejaron gran prestigio a la marca por su producción de partes de aeronaves y otros artículos para los ejércitos. Hoy, las máquinas de la compañía, nacida en Nueva York, ya no tienen pedal, son mecánicas o electrónicas, aunque conservan en su interior la estructura metálica.