No debería haber sorpresas ante lo que han hecho los rusos en Siria.
De forma consistente, siempre han dejado claro su apoyo al presidente sirio, Bashar al Asad.
No era secreto que habían introducido equipos militares en Siria, y los pilotos rusos no trasladaron sus aviones de combate hacia el Mediterráneo oriental para ganarse unas millas aéreas adicionales.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, se reunió el lunes con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para explicarle el plan ruso y, aunque hubo profundas diferencias, las autoridades estadounidenses dijeron que entendían mejor las intenciones de Rusia.
Aun así, ¿no hay algo totalmente sorprendente, que hace arquear las cejas, extraordinario, incluso fortuito, en la manera en que los estadounidenses conocieron los planes rusos?
Ataque inminente
Todo empezó con una llamada de un diplomático ruso a su socio en Bagdad, Irak, para decir «tenemos algo interesante que contarle».
En ese momento, un general ruso con varias condecoraciones abandonó la sede de la embajada rusa, tocó la puerta de la de Estados Unidos y pidió verse con el agregado militar estadounidense.
Le dijo al militar estadounidense que el bombardeo iba a empezar en una hora, por lo que era mejor que se retirara de inmediato del espacio aéreo sirio y que trasladara cualquier equipamiento que tuviera en el terreno.
Y 60 minutos más tarde, comenzó el bombardeo.
Impresionante. Decir que los estadounidenses fueron pillados por sorpresa por esta poco ortodoxa línea de comunicación es expresarlo de forma leve.
De haber tenido la orden de «despejen el espacio aéreo» el lunes por la noche, habría habido cierta sensación de que, pese a las grandes diferencias políticas, había un grado de coordinación y apertura.
Simplemente consideren esto: los riesgos de que un avión de combate de EE.UU. choque con uno ruso con consecuencias inimaginables simplemente se intensificó.
¿Se van a turnar en el bombardeo de objetivos?
Un día son los estadounidenses y sus aliados, al día siguiente son los rusos.
No necesitas ser un historiador militar para saber que eso no va a ocurrir.
Y eso sin entrar en los objetivos estratégicos.
¿Contra quién está Rusia?
¿Están los rusos tratando de destruir al grupo radical autodenominado Estado Islámico o intentan apoyar al presidente Al Asad? Los estadounidenses los ven como dos cosas muy diferentes, los rusos no tanto.
Los primeros blancos de los ataques rusos estaban en lugares donde EI no tiene presencia.
En otras palabras, los grupos rebeldes que se opongan al presidente sirio son posibles objetivos de ataques. Y esto genera otra gran pregunta: ¿qué pasa si los rusos empiezan a atacar a grupos rebeldes armados respaldados por EE.UU.? Eso no va a terminar bien.
¿Y quién sabe cuántas fuerzas especiales de EE.UU. puede haber sobre el terreno para ayudar a dichos grupos rebeldes?
¿Qué pasa si se ven bajo el fuego ruso? ¿Le piden a EE.UU. apoyo aéreo para deshacerse de sus atacantes rusos?
Los estadounidenses claramente salieron de la reunión del lunes con el convencimiento de que había acuerdo sobre un tema, que EI tiene que ser atacado y destruido, y desacuerdo en otro, el papel del presidente Al Asad en un futuro acuerdo político en Siria.
Parece que Rusia no está distinguiendo entre los diferentes grupos rebeldes.
Si estos grupos están en contra de Al Asad, se pueden encontrar en la mira de la Fuerza Aérea Rusa.
Ashton Carter, secretario de Defensa de EE.UU., dice que existe el peligro de que Rusia esté añadiéndole leña al fuego.
También insiste en que no hubo grandes sorpresas ante lo que hicieron los rusos este miércoles.
Sin embargo, dudo que los estadounidenses tuvieran en su guión la manera como se desarrollaron los hechos.
Una vez más, parece que Vladimir Putin le ha ganado la partida a la Casa Blanca.
Un diplomático sénior de EE.UU. me dijo el otro día que cuando Obama deje la presidencia será aplaudido por la forma en que negoció y finalmente logró un acuerdo sobre Irán pero que será justificadamente vilipendiado por su vacilación e imprecisión respecto a la política hacia Siria.
En el otro extremo, Putin ha sido totalmente consistente.
Quiere defender el único puerto en aguas profundas de Rusia en el Mediterráneo oriental y hará lo que sea para protegerlo.
Así que ahora parece que el gobierno de EE.UU. tiene que elegir: ¿se arriesgará a enfrentarse con Rusia o aceptará que Al Asad permanezca en su puesto a largo plazo? No es una decisión fácil.
El principal argumento del discurso de Obama ante la Asamblea General de Naciones Unidas el lunes fue: «Elijamos la cooperación por encima del conflicto. Eso no es debilidad, es fortaleza».
No parece ser el modus operandi de Putin.
El ya intratable problema de Siria se ha hecho mucho más complejo, y mucho más peligroso.
bbc.com