La red de carreteras del Imperio Romano, ilustradas al modo de un mapa de metro moderno

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Hay pocos elementos en la historia de Europa como el levantamiento del Imperio Romano, una vastísima red burocrática, política y militar que se extendió desde Lisboa hasta las costas del Mar Negro. Aquella vasta infraestructura surgió en una Europa aún en un estadio tecnológico primitivo y se mantuvo durante varios siglos pese a las amenazas externas. Fue un culmen tecnológico, filosófico y administrativo que Europa no repetiría en otros tantos siglos.

De ahí que nuestro imaginario popular se haya quedado embelesado con la vieja idea del Imperio Romano, un ideal de unificación europea que se perdió para siempre tras las invasiones bárbaras. Sobrevivieron sus lenguas y sus modos y costumbres, además de su legado legal, y también sobrevivieron sus vías. El Imperio Romano fue ante todo un paraíso de la infraestructura, y sus funcionarios y trabajadores contruyeron una red de carreteras bastante alucinante.

En su momento hablamos del Proyecto Pelagios, un mapa virtual a través del cual podemos recorrer todas y cada una de las vías levantadas en plenitud por el Imperio Romano a mediados del segundo siglo de nuestra era, quizá su punto culminante. Y ahora hablamos de Roman Roads, un proyecto realizado por Sasha Trubetskoy y publicado el pasado 3 de junio en el que se representan las carreteras romanas al modo de un mapa moderno de metro. Una gozada visual.

Por diversos motivos: el primero, por su capacidad de síntesis. En su momento de máxima plenitud, el Imperio Romano conectaba más de 113 provincias a través de 370 carreteras que se extendían a lo largo de 400.00 kilómetros. Y dado que la magnitud es difícil de comprender, lo mejor es realizar el mismo proceso que realizan los mapas modernos del mundo: deformar la geografía y adaptarla a las necesidades del diseño, y no al revés. El resultado es esta preciosidad.

Algunos apuntes (que el propio Trubetskoy comenta en su publicación al respecto): no todas las vías son perfectas. La idea del mapa es pensar en el Imperio Romano como una ciudad, y en sus vías como en líneas de metro (trenes), que no siempre toman el camino más corto o recto para llegar de un lugar a otro. Así ningún romano pasaría por Damasco para viajar de Petra a Gaza, pero los requerimientos del mapa y su activo visual, su finalidad, así lo requieren.

Por otro, la geografía está evidentemente deformada y el peso visual de cada región no corresponde al del continente real. Esto se debe en gran media a que no todas las regiones del Imperio Romano estaban igual de desarrolladas. La península itálica contaba con muchas más rutas al haber dado a luz a la civilización romana, y la península ibérica, la joya de las provincias del imperio, estaba tan desarrollada que su número de carreteras y ciudades era por aquel entonces muy alto.

Por lo demás, es interesante observar cómo se articulaban las vías (las líneas se reparten sobre ellas, inspiradas pero fieles a sus recorridos) en un imperio tan vasto y complejo como aquel. Huelga decir que la variedad de rutas, obstáculos geográficos y métodos de transporte hacía que la exactitud del viaje no se asemejara a la de las líneas de metro modernas. Cruzar de cabo a rabo los confines del imperio podía costar hasta dos meses. Si estás muy interesado en ello, puedes probar con este simulador a modo Google Maps del Imperio Romano.

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