Cristina Kirchner confirma que será candidata y remueve la política argentina

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Muchos pensaron que Cristina Fernández de Kirchner estaba acabada con la derrota electoral de 2015, cuando Mauricio Macri se hizo con el poder contra todo pronóstico en el país del peronismo. Pero la expresidenta vuelve por sus fueros. A última hora del sábado, manteniendo el suspense hasta el final, como siempre, decidió que será candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires en octubre, según confirmaron a EL PAÍS fuentes del kirchnerismo. Si logra un buen resultado, será la jefa indiscutible de la oposición y desde el Senado amenazará con volver al poder en 2019 y descabalgar a Macri.

Hace un año y medio, la derrota del kirchnerismo a manos de Macri marcó un hito en América Latina. Era el principio del fin de la década dorada de la izquierda latinoamericana. El chavismo perdió las elecciones legislativas en Venezuela poco después, y Evo Morales el referéndum para poder ser reelegido en Bolivia. El giro parecía definitivo con la victoria de Pedro Pablo Kuczynski en Perú. Meses más tarde cayó Dilma Rousseff en Brasil con un impeachment. El regreso de Sebastián Piñera en Chile es más que probable.

Pero las cosas, desde hace unos meses, no parecen tan claras como antes. En Ecuador ganó el candidato de Rafael Correa, Lenín Moreno. En Brasil Michel Temer está cada vez más debilitado y muchas encuestas apuntan que Lula podría volver al poder, si los jueces no lo impiden antes. En Bolivia Morales sigue sin rivales claros con una altísima valoración. ¿Y en Argentina? Como siempre, nada es lo que parece en el país austral.

Si uno mira los datos fríos, Macri es uno de los presidentes mejor valorados de América Latina, conserva un apoyo cercano al 50% a pesar de la crisis económica que vive el país, y tiene enfrente a un peronismo cada vez más dividido. Se diría que la situación política argentina está bastante controlada para el Gobierno. Pero para concluir eso habría que obviar un fenómeno llamado Cristina Fernández de Kirchner.

“Hace un año y medio decían que estaba acabada, nos querían echar a los kirchneristas. Y lo decían muchos de los intendentes [alcaldes] que ahora se suman a su movimiento porque han visto que en sus municipios ella tiene un apoyo del 40%, y no tiene sentido ir contra ella. Ahora todos la buscan. No hay nadie como ella”, señala un kirchnerista.

La expresidenta se fue del poder derrotada por la clase media, que se cansó de 12 años de kirchnerismo, de sus enfrentamientos contra todo y contra todos, y de su política económica heterodoxa que llevó a cortar el financiamiento internacional y a limitar la compra de dólares, auténtica obsesión del argentino con algo de capital. Tiene un enorme rechazo. Pero también hay un 25%-30% de argentinos que la adoran, y la apoyarán pase lo que pase. Los escándalos de corrupción a su alrededor o los casos que la han afectado a ella y a su familia con varios procesos judiciales no hacen mella en este sector.

Tras la derrota, ella se refugió en el sur, en la Patagonia, a la espera de que la crisis económica hundiese la imagen de Macri y recuperase la suya. Y ahora ha decidido jugársela para volver a la primera línea. El martes hizo una exhibición de poder con un baño de masas de 25.000 personas en el estadio de Arsenal, que estaban allí solo para verla a ella. Y ahora se lanza a una campaña que la tendrá como máxima protagonista.

Si gana, algo factible por el apoyo que conserva en el conurbano de Buenos Aires, la zona más afectada por la crisis, Macri sufrirá. Incluso si queda segunda, entrará al Senado y será la gran protagonista, aunque el golpe moral para el Gobierno sería menor. Todo gira en torno a ella, incluso la economía. Los inversores están muy pendientes de su regreso. “Antes nos preguntaban cómo íbamos a bajar el déficit y ahora preguntan qué va a pasar en las elecciones”, admiten desde la Casa Rosada.

Argentina vive una crisis fuerte, que ya estaba ahí al final del mandato de Fernández de Kirchner, aunque se notaba menos porque ella subsidiaba la energía, por ejemplo. La economía empieza a mejorar –el último dato trimestral habla de un 1% de crecimiento- pero casi nadie lo nota aún. La clase media baja está sufriendo mucho la inflación, la subida del gas, la luz, el agua, el transporte, el miedo a perder el empleo. Y es ahí donde ella se mueve cómoda.

El kirchnerismo se monta en la crisis económica que Macri aún no ha sido capaz de resolver para tratar de recuperar el poder con una pregunta sencilla lanzada en los barrios populares, en las villas miseria, en el corazón del voto peronista: ¿Ustedes viven ahora mejor o peor que cuando estaba Cristina en el poder? Ella se presenta como una gran protectora, al estilo Evita Perón, que supo cuidar de la gente. “Le han desorganizado la vida a la sociedad. Con ellos no tenemos futuro. Ha vuelto el fantasma del desempleo, la flexibilización laboral, tenemos precios y tarifas por las nubes”, clamó el martes rodeada de fieles.

Macri vive de expectativas. Un porcentaje importante de argentinos dice en las encuestas que está peor que antes, pero confía en que estará mejor dentro de un año. Pero la paciencia se va a agotando con la persistencia de la crisis y ese porcentaje baja lentamente.

La clave de todo está en la provincia de Buenos Aires. Allí vive el 40% del electorado del país. Macri es presidente porque su candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal, logró contra todo pronóstico derrotar allí al peronismo, que controlaba esta provincia desde los 80. Y es ahí, de nuevo, donde esa nueva mutación del peronismo que es el kirchnerismo intenta empezar la reconquista del poder.

Esta vez no parece fácil, porque Macri tiene muchas cosas a favor. Pero la expresidenta quiere intentarlo. “Ella en todo el país tiene un promedio de apoyo del 28%-30%, pero en la tercera sección electoral [la zona hiperpoblada y problemática que rodea a Buenos Aires] supera el 40% de imagen positiva. Y ese respaldo tiene una fuerte correlación con nivel de ingresos, es un esquema típicamente peronista: a medida que baja la escala, la apoyan más. El país se divide entre quienes creen que con ella estaban mejor y los que quieren que vaya presa”, explica Eduardo Fidanza, director de Poliarquía, una de las mayores encuestadoras del país. “En los últimos 25 años la oferta peronista ha reunido el 60% de los votos en provincia de Buenos Aires. Por eso la apuesta del Gobierno es al máximo fraccionamiento posible del peronismo. Sólo ahí tiene una chance para ganarle a Cristina”, insiste Fidanza.

La estrategia de momento ha funcionado. El peronismo va divido al menos en tres: Cristina, con su lista de kirchneristas y algunos peronistas que finalmente se han rendido a su potencia electoral –la capacidad de este grupo para pelearse y reunificarse es infinita, como demuestra que el número dos de su lista será Jorge Taiana, excanciller que fue expulsado del olimpo kirchnerista en 2010- por otra parte Sergio Massa, peronista enfrentado a los Kirchner, y por último Florencio Randazzo, ex ministro de Transportes kirchnerista, con un pequeño grupo de alcaldes.

Esta división debería favorecer al Gobierno, pero la potencia electoral de la expresidenta es tal que nadie se atreve a garantizar su derrota. El Ejecutivo presenta a su ministro de Educación, Esteban Bullrich, para hacerle frente, pero es evidente que el propio Macri y la gobernadora Vidal, muy bien valorada, llevarán el peso de la campaña contra Cristina.

En la Casa Rosada tratan de tranquilizar a los inversores y a cualquiera que pregunta. Aunque Cristina ganara en Buenos Aires, dicen, no tiene ninguna posibilidad de volver al poder en 2019 por el rechazo que genera. En un sistema a segunda vuelta como el argentino, el rechazo es casi tan importante como el apoyo. Si ella llegara a 2019 contra Macri, en segunda vuelta todos lo que la detestan, aunque no les guste mucho Macri, se unirían contra ella y le darían una nueva victoria al presidente, aseguran.

Es la explicación oficial, que tranquiliza a los más convencidos. Pero después de darla por muerta en 2015 y ver como revive en un estadio con 25.000 personas llorando con su discurso como si fuera Evita Perón, el temor al regreso triunfal de Cristina se está instalando en la Argentina que se movilizó para echarla del poder. Los suyos, mientras, se ilusionan y cantan “vamos a volver”. La campaña será larga y el resultado del 22 de octubre marcará los dos años de presidencia que le quedan a Macri.

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