«Hay simplemente demasiados soldados para alimentar«. Corea del Norte, uno de los países más militarizados del planeta y con el cuarto Ejército más grande del mundo, vería reducida sus advertencias militares con la inminente amenaza de la hambruna en la nación, afectada por la peor sequía en los últimos 15 años.
Las alertas fueron explicadas por Jiro Ishimaru, un japonés que dirige una red de periodistas norcoreanos que reportan desde el interior del país, entrevistado por The Guardian. El documentalista explicó que la corrupción también acelera la crisis alimentaria. «Oficiales militares han tomado su parte de las provisiones y la revenden en el mercado negro, y no queda nada para los soldados de rangos menores«, agregó.
Según la ONU, aún en años sin sequía, más del 40% de la población norcoreana sufre desnutrición, según la ONU. Por el contexto internacional, la crisis que se avecina por la falta de lluvias sería peor que la de los años 90, cuando la hambruna cobró la vida de cientos de miles de personas.
Las entregas de alimentos desde el exterior, principalmente de EEUU y Corea del Sur, han disminuido fuertemente con la subida de las tensiones relacionadas a los programas militares prohibidos de Pyongyang.
Así, el régimen comunista no alcanzaría a alimentar apropiadamente a su extenso ejército, que cuenta con cerca de un millón de uniformados.
Varios expertos atribuyen la escasez alimentaria a una mala gestión por parte del gobierno, y especialmente a la elección de dedicar una parte importante del presupuesto a los programas balísticos y nucleares.
Si bien el poderío bélico es un orgullo para los norcoreanos, motivados por la propaganda, no todos celebrarían las últimas demostraciones de fuerza. «Todos saben que cuando se lanza un misil, caerán sanciones económicas. No hay nada que celebrar para el ciudadano de a pie«, opinó una fuente anónima citada por el portal DailyNK.
Ante las medidas punitivas que afectan principalmente el comercio exterior, la población quedará aún más dependiente de los sectores agrícolas, y a su vez, más vulnerables ante los efectos de la sequía.
Ishimaru aseguró que desde la frontera con China (un lugar donde se realizan tours para avistar al país comunista) pudo observar soldados «claramente desnutridos» y, según sus fuentes, lejos de condiciones aptas para el combate.
Y agregó: «Esto es exactamente lo que Kim Jong-un quiere. Proyectar una imagen de fuerza. En un país cualquiera, habría protestas por la falta de comida. Pero no en Corea del Norte«.