¿Puede un pique o un ataque de ira desencadenar un infarto o un evento vascular cerebral?
Respuesta: La evidencia clínica y la investigación científica advierten que puede haber una relación directa. Inmediatamente después de un ataque de ira, cuando la persona está ya calmada, los riesgos de padecer un evento cardiovascular se pueden quintuplicar y el accidente vascular cerebral se puede triplicar.
Elizabeth Mostofsky de la escuela de salud pública de Harvard declara que, “los riesgos de padecer un evento agudo cardiovascular por un episodio aislado de ira son relativamente bajos, pero que si son frecuentes o acumulativos se corre un riesgo, que es mucho mayor, si se ha padecido algún problema cardiovascular o cerebral previo o si el individuo es diabético o hipertenso”.
Existe una investigación donde se revisó nueve estudios realizados entre enero/1966 y junio/2013 en los que se encontraron 6, 000 infartos al miocardio y otros eventos cardiacos asociados a emociones extremas y sus hallazgos se publicaron online en The European Heart Journal.
Murray Mittleman, director de la unidad de investigación epidemiológica cardiovascular de la escuela de medicina de Harvard encontró que a las 2 horas siguientes a un ataque de ira los riesgos de un evento cardiaco aumentaron 5 veces, los riesgos de accidentes vasculares cerebrales se triplicaron y los latidos cardiacos anormales aumentaron. Y, aclara, que esos resultados no significan que los ataques de ira sea la causa directa de los problemas cardiovasculares y cerebrales, pero que sí hay una asociación.
Todo parece indicar, que así como la hipertensión arterial y el colesterol alto, la exposición al estrés emocional y psicológico, pueden ser causas de serios problemas cardiacos. En los meses siguientes a los ataques terroristas en New York, los infartos cardiacos y las arritmias se incrementaron en cerca del 35%. Este fue un caso extremo, pero no hay dudas, que el hecho pone en claro la relación que existe entre nuestra mente y nuestro sistema cardiovascular. Y, como no es posible vivir sin estrés, debemos aprender a manejarlo, haciendo de la vida una experiencia más agradable para nosotros y las personas que nos rodean.