Una nueva visión del tiempo

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Durante el siglo pasado, la ciencia ha sido transformada por varias revoluciones simultáneas. En física, la relatividad y la teoría cuántica han cambiado por completo nuestra comprensión de la naturaleza. Sin embargo, estas revoluciones gemelas iniciadas por Einstein son mutuamente discordantes, lo que nos dice que aún no están completas. La biología también ha sido doblemente transformada por las revoluciones gemelas, cada una de ellas el legado de Darwin. La más poderosa ha sido la síntesis neodarwinista, que, a través de la biología molecular, proporciona una comprensión microscópica detallada de los procesos de la vida. Al mismo tiempo, se ha desarrollado una perspectiva ecológica, orientada a sistemas, en biología, cuya vanguardia ha sido el estudio de sistemas complejos. Hoy en día, la biología de sistemas intenta, con cierto éxito, combinar los dos filamentos.

Uniendo estos avances hay cuatro temas más profundos:

1) El abandono de un marco newtonista reduccionista, en el cual un sistema tiene un estado que lo describe por completo y que cambia de manera predictiva y reversible en el tiempo.

2) La adopción de nociones de cambio que son discontinuas, irreversibles y no completamente predecibles. La especiación y las extinciones en la evolución son un ejemplo, junto con los equilibrios puntuados de Stephen Jay Gould y Richard Lewontin. También lo son las transiciones de fase en física.

3) La apreciación de los fenómenos críticos, en los cuales los cambios cualitativos en la organización interna de un sistema ocurren simultáneamente en un amplio rango de escalas.

4) La comprensión de que la naturaleza puede generar novedades sorprendentes, incluidos nuevos estados de organización, que se rigen por leyes novedosas.

Me gustaría proponer que dos revoluciones conceptuales estrechamente relacionadas a su vez explican y unifican estas transiciones, y que estas tienen el potencial de afectar disciplinas más allá de la ciencia.

El primero es un cambio en la noción de tiempo, desde los reordenamientos de elementos atómicos inalterables hasta un proceso que impulsa la generación continua de eventos novedosos y, por lo tanto, continuamente hace que el futuro salga del presente. Dicho de otra manera, este es un cambio de un tiempo determinista y reversible, a un tiempo que es generativo e irreversible. Bajo la noción más antigua, el tiempo podría considerarse una versión del espacio y, por lo tanto, era inesencial y podría eliminarse. En la nueva visión del tiempo, el tiempo es esencial e irreversible porque genera genuina novedad.

Junto con esto viene una segunda revolución, que se refiere a las propiedades. En la vista anterior, las propiedades son absolutas y reduccionistas. Las propiedades de un átomo se mantienen independientemente de las propiedades o la existencia de cualquier otra cosa en el universo. La noción más nueva es que las propiedades se definen solo en relación con el sistema que las contiene. Un prototipo de esta transformación es el paso de la noción absoluta de espacio mantenida por Newton a la visión relacional del espacio defendida por Leibniz y realizada en la teoría de la relatividad general de Einstein.

Entonces se vuelve interesante preguntar si estas dos revoluciones pueden ayudarnos a comprender los cambios igualmente profundos que han ocurrido en el arte en el mismo período de tiempo. ¿Pueden los cambios del clasicismo al modernismo al posmodernismo y más allá ser comprendidos en términos de cambios en las nociones de tiempo y propiedad?

-Lee Smolin 
Perimeter Institute, Waterloo, Canadá

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