Los ataques cerebrovasculares afectaron en el 2015 a 17 millones de personas en todo el mundo. Además, representan la primera causa de discapacidad en el planeta y la segunda de muerte. Por eso,la reacción a tiempo ante la manifestación de la enfermedad es primordial. El Hotel Hilton de Buenos Aires fue el escenario durante la última semana de la llamada «Semana del Intervencionismo Mínimamente Invasivo (SIMI)», el evento médico más grande del país en la especialidad y donde se dedicó una exclusiva atención al abordaje de ese problema de salud.
En el evento se reunieron los mejores especialistas Estados Unidos, Europa y Latinoamérica para disertar sobre métodos de prevención para los ataques cerebrales y sobre técnicas de tratamiento, sus alcances y sus implicancias. Entre ellas, las principales destacadas fueron el cateterismo, la tromboaspiración y la embolización.
«En el mundo, el ACV es una problemática de peso. La buena noticia es que es tratable. La clave radica en reducir el tiempo de diagnóstico del paciente para decidir el mejor curso de acción y consecuentemente, mejorar la tasa de sobrevida y las probabilidades de recuperación», explicó el doctor Pedro Lylyk, neurocirujano, presidente del SIMI y de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral.
A lo largo del congreso se debatieron las diversas técnicas de perfeccionamiento de la terapia ante las enfermedades cerebrovasculares y se puso el foco en técnicas que minimicen el impacto sobre el organismo, que apacigüen el dolor post operatorio y, lo más primordial, acorten los tiempos de recuperación y que reduzcan el riesgo de un nuevo accidente.
La técnica más recomendada a lo largo del último año es la del tratamiento endovascular o cateterismo del ACV, apuntada especialmente a aquellos pacientes con trastornos isquémicos.
Hasta hace unos años, la terapia más recurrida para los ACV isquémicos erala administración de fármacos fibrinolíticos, cuya función era disolver el trombo que obstruía el vaso. Sin embargo, su nivel de efectividad no era el anhelado por los especialistas.
En cambio, la nueva técnica consiste en la introducción de un catéter desde la ingle por la arteria femoral o desde el antebrazo, por la arteria radial, hasta llegar hasta el cerebro.
Para la aplicación de ese tratamiento, el tiempo cumple un factor determinante. Hay que realizarlo, en la mayoría de los pacientes, hasta ocho horas después de los primeros síntomas. En tanto, aquellas personas con las que se pueda establecer que el déficit es reversible, pueden someterse al procedimiento entre 12 y 24 horas después de los síntomas.
«Es la primera vez que este tipo de tratamiento se recomienda de manera enfática para el ataque cerebral. Los nuevos estudios demostraron que es beneficioso para cierto grupo de pacientes», analizó Lylyk.
En tanto, la evolución de las técnicas de aspiración de coágulos mediante una pequeña punción en el cráneo y mediante una técnica de aspiración controlada también suponen algunas de las evoluciones en la especialidad.
Otro campo en el que se registraron avances fue el del tratamiento de aneurismas cerebrales. La implementación de de endoprótesis diversoras de flujo, que consisten en cilindros metálicos de celdas muy cerradas, permiten la reconstrucción de la pared arterial del vaso enfermo y posibilitan así la curación de la lesión desde el interior de la arteria. Esto se tradujo en un tratamiento de grandes aneurismas de manera más precoz y con mejores resultados a largo plazo.
A todo esto, la infraestructura de los equipos de tratamiento también cumple un papel importante. Las unidades móviles de ACV de la actualidad no sólo posibilitan el traslado del paciente, sino que permiten realizar el diagnóstico de la patología y su tratamiento dentro de la misma ambulancia.