Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro no serán entorpecidos por el proceso de juicio política contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff, el escándalo de corrupción que ha salpicado a numerosos políticos y empresarios y la recesión más grave del país en décadas.
Tal fue el mensaje planteado el miércoles por los organizadores de la justas y el Comité Olímpico Internacional, al completar su última gira de inspección de los preparativos de Río 2016 a menos de cuatro meses del inicio de la primera olimpiada en Sudamérica.
«Marchan de acuerdo a los planes, pese a todos los problemas y las difíciles condiciones económicas», dijo el irlandés Patrick Hickey, integrante de la comisión de inspectores.
Pero Hickey fue cauto con respecto a las expectativas, al advertir que estos juegos no serán similares a los que se montaron en Londres hace cuatro años o en Beijing en 2008.
Pese al optimismo, el gobierno brasileño se encuentra casi paralizado con barricadas que rodean los despachos en Brasil debido a la agitación política.