Si hasta hace unas semanas, cuando el COVID-19 no lo había trastocado todo, a Vitelio Mejía le esperaba una primavera/verano complicada negociando un espinoso nuevo acuerdo entre liga y sindicato (más el casi siempre complicado proceso eleccionario en las Águilas) la suma de estos tres frentes le han ocupado la cuarentena desarrollando estrategias para aplicar como ajedrecista su reconocido talento conciliador.
Mejía, presidente de la Lidom, atenderá a los medios este martes en una teleconferencia por la plataforma Zoom, donde podría actualizar la hoja de ruta que ha dibujado para afrontar una próxima temporada que hoy presenta un panorama gris, aunque tiene a su favor un colchón de siete meses en los que puede cambiar el color.
Pero para hablar de octubre, si se jugará con público, si los peloteros llevarán mascarillas o si habrá un festival de bigleaguers buscando completar turnos y entradas no alcanzadas en el verano, hay que ponerse de acuerdo con un sindicato molesto por lo que en el entorno califican de una actitud desafiante de los clubes y con poco deseo de ceder en el punto económico.
Molesta a la unión de jugadores que las conversaciones iniciadas en septiembre no solo estén estancadas, sino que estos días de encierro no haya habido contacto alguno.
Cercanos a Mejía creen que la situación económica del país y del mundo les favorece para bajar las aspiraciones de los jugadores. Pero el hacha de lucha está en manos de los “obreros” y guardarla no es una opción cuando un equipo como el Licey habla de ingresos de alrededor de RD$250 millones cerrando en números verdes y casi 300,000 fanáticos llevados al Quisqueya.El tranque
Si bien entre dueños y jugadores hubo un acuerdo de caballeros para no filtrar a la prensa detalles de las negociaciones, los peloteros quieren mantener la palabra, aunque les molestó que el presidente del Licey, Domingo Pichardo, rompiera el pacto en una entrevista televisiva a principios de marzo.
Fuentes cercanas a las conversaciones revelaron a DL que hace seis semanas que no se reúnen, tras designar abogados para continuar con las negociaciones, luego de que el punto económico con respecto a la liquidación de boletería frisara el diálogo.
El tema de la agencia libre estaría aprobado en más de un 80%, así como limitar a ocho los importados en el roster diario.
Sin embargo, un abismo separa a las partes en torno al pago que deben hacer los equipos al gremio, un fondo que utiliza para costear sus operaciones, seguro médico y otros tipos de ayuda a los ex peloteros.
Lo que comenzó a principio de la década de 1990 cuando Leonardo Matos asumió la presidencia como un 20% de las boletas a la Fenapepro subió luego a un 25% hasta que en 2006 se estableció entregar un monto fijo (que Águilas y Licey solventaban en un 60%), que hasta el curso pasado llegaba a US$200,000 por torneo, es decir, US$33,300 por club.
Esta vez los peloteros, según la fuente que habló con DL bajo condición de no divulgar su nombre, comenzaron pidiendo un aumento a US$300,000 por curso, abiertos a la posibilidad de una suma menor, aunque para el final del pacto de cinco años la alcance.
Los jugadores no quieren volver a compartir la boletería, ya que temen que los equipos de mayor fanaticada “truquén” las cifras con promociones como bleachers gratis o tardes de niños en una liga que hace más de tres décadas dejó de reportar la asistencia.
“Los dueños dicen que no, que no van a dar nada, que si en mayo no hay acuerdo están dispuestos a jugar con peloteros importados. Ahí está el tranque”, dijo la fuente.
Un escenario irreal, puesto que el Winter League Agreement requiere de un pacto laboral entre equipos y jugadores para que los clubes puedan utilizar peloteros bajo la sombrilla de la MLB.
Los jugadores estarían en posición de entender el momento que vive el planeta, pero bajo la condición de que se compense una vez la economía retome su rumbo.